Hace 30 grados a la sombra, pero poco le interesa a los residentes bolivianos que hacen fila para votar en el barrio porteño de Liniers. Un total de 142.568 compatriotas estaban habilitados para emitir su sufragio este domingo en Argentina, donde vive la mayor comunidad boliviana en el exterior. Es casi el 50 por ciento del total de residentes fuera de Bolivia. En una elección de desenlace abierto entre Luis Arce del Movimiento al Socialismo (MAS) y Carlos Mesa de Comunidad Ciudadana (CC), el dos por ciento de votos que reparten los votantes en Argentina puede torcer la suerte de ambos.
Si se tiene en cuenta que en las últimas tres elecciones el MAS perforó el 80 por ciento en territorio argentino, ese caudal de sufragios podría permitirle a Arce un triunfo en primera vuelta, una posibilidad que avizoran los últimos sondeos. PáginaI12 estuvo presente en la Escuela República Francesa situada en Montiel 153. Allí, entre esperanzas y críticas de los votantes a la presidenta de facto, Jeanine Ánez, se evidencia lo que la comunidad viene denunciando hace semanas: casi 25 mil votantes inhabilitados, padrones desactualizados y mesas desdobladas son parte de la estrategia elegida para desgastar a los residentes en el país.
En la puerta de la escuela, dos mujeres recibían con ambos descartables a cada votante antes de ingresar al recinto. Les higienizaban las manos con alcohol en gel, controlaban el uso de barbijos y el distanciamiento, daban prioridad de ingreso a embarazadas y madres con chicos. Por la mañana, dicen, vino mucha gente a votar. "Había unas cuantas filas, todo estaba muy desorganizado. Encima abrieron tarde las mesas", asegura Juan Mamani, delegado del MAS.
Dominga Quispe buscó varios minutos su nombre en el padrón impreso en el ingreso del recinto electoral, pero no lo encontró: "Hay mucha gente que se queda afuera de votar sin dar una explicación y después les hacen una multa. Y 400 bolivianos (casi 4.500 pesos argentinos) es mucho". En total son 25 mil los inhabilitados para estos comicios en Argentina. Fueron impedidos de votar bajo la excusa de no haber votado en 2014 y 2016, aunque el voto de los residentes en el exterior no es obligatorio.
Los votantes debían revisar si se encontraban en el padrón de la app Yo Participo, que en muchos casos ni siquiera estaba actualizado. "Además como me pasó a mí le pasa a muchos, no todos saben navegar o tienen Internet", agrega Quispe. La paceña Diana Baltazar, en cambio, pudo votar. Pero sus hermanas no pudieron hacerlo porque salieron recientemente del país. "No sé por qué, porque entraron y salieron. No tendría que ser problema, ¿no?", se pregunta.
Incluso quienes se encontraban en el listado de 1.300 personas habilitadas para votar en esa escuela de Liniers corrían con otra dificultad. El Órgano Electoral Plurinacional decidió, al igual que en otros recintos, desdoblar los centros de votación bajo la excusa de cuidar la salud de los votantes. Así, quienes encontraban su nombre y apeliido entre las mesas 1 y 6 votaban en ese colegio. En cambio, de la mesa 7 a la 12 debían dirigirse a la Escuela Nº12, en García de Cossío 5570. 15 cuadras de distancia que generaron el malestar de varias personas. "El Órgano Electoral desinformó, muchos fueron al otro recinto pero muchos otros se fueron a la casa lamentablemente”, advierte Mamani. En el medio dos combis de la colectividad se acercaron para colaborar con el traslado de los votantes. Pura autogestión.
Puertas adentro la votación transcurrió con total normalidad. Antes de que cada votante ingresara al cuarto oscuro, una autoridad de mesa abría de par en par la boleta única con la que, lapicera en mano, debían optar por su candidato. A la salida del recinto todos y todas coincidían en el diagnóstico: el deseo de que las cosas mejoren. "Los gobiernos simplemente son empleados del pueblo. Como dijo Evo: cuando Estados Unidos muerde, no suelta. Si Bolivia logra vencer eso quedará en la historia de Latinoamérica", asegura Mamani minutos antes de almorzar una vianda, preparado para una larga y tensa jornada.