Marcelo Janín viene de una familia futbolera. Hizo prácticamente todas las inferiores y jugó cuatro años en la Primera de Huracán, donde compartió equipo con su hermano Adrián y su papá, Eduardo, ex entrenador del Globo, de San Telmo y de otra decena de equipos de las categorías del ascenso. Cuando Adrián pasó a Defensa y Justicia, la familia Janín se quedó con una marca propia: la de dos hermanos enfrentándose en un partido con el padre sentando en el banco de suplentes, en este caso del Halcón. Profesor de educación física y ex empleado bancario tras su retiro, Marcelo se apasiona cuando le toca hablar sobre las etapas formativas del futbolista. Busca concientizar sobre la necesidad de un cambio en las formas de trabajo. Dice que es necesario repensar lo que está pasando "en este mundo del revés" y volver a la senda del juego, de la pelota, de la libertad y la creatividad.

-¿Por tu propia experiencia, cómo analizás esa epata de tu formación y lo que se ve ahora?

-Antes en la formación se trabajaba mucho la técnica y por eso el jugador argentino era muy apreciado en el mundo. En esa época, en cambio, en Europa todo era fuerza, velocidad, resistencia, cuerpos atléticos, altos. Laureano Ruíz, que fue el que puso la semillita de lo que hoy es el mundo de la formación del Barcelona -que para mí en ese sentido es un club monstruo- decía que mientras nosotros acá jugábamos al fútbol, en 'Europa corrían y metían'. Bueno, ahora es como que esa tortilla se dio vuelta. En España, en casi toda Europa, se juega al fútbol y en Argentina se corre y se mete. Laureano, que hoy está jubilado, fue uno de los grandes formadores del Barcelona; aunque muchos hablan de Cryuff, él fue quien dijo que si Iniesta, Xavi y Messi hubiesen ido hace 40 años al club a probarse no los hubieran dejado entrar. 

-¿Cómo era la época de tu formación en Huracán?

-Bárbara. Se cuidaba el juego. Si cualquiera de nosotros reventaba una pelota, seguro se comía algún reto. Hoy tirarla para arriba es moneda corriente y hasta los entrenadores le piden a los jugadores que la revienten. El problema es que si no ganás, te rajan como si fueras un entrenador de la Primera. Y todos se cuidan de eso, porque no hay trabajo de sobra. Pero al margen de eso, el verdadero problema es que el fútbol argentino se quedó atrás en el tema de los entrenamientos. 

-¿En qué sentido se da ese retraso? 

-Mi hijo está por debutar en Primera, hizo todo el proceso de inferiores y yo lo acompañé... Bueno, he visto cada cosa que uno dice: es imposible que después pretendamos se competitivos a nivel de selección. Porque si nos formamos así, qué podemos esperar. Hoy ves jugadores de selección que no saben cabecear, jugadores de selección que no le pegan con las dos piernas, jugadores de selección que no interpretan el juego. Eso es una grave falla en la formación. Y no es por falta de información, porque nadie puede decir que las innovaciones no llegan en esta época hiperconectada. 

-Teniendo todas las posibilidades de mejorar, ¿crees que en la Argentina hay estructuras que se resisten a tomar ese camino, a innovar?

-Acá nos quedamos en el tiempo, tanto en los profesorados de educación física como en los cursos de entrenadores. Dejemos de lado la cuestión de la honestidad, que no la ponemos en duda. Los cursos de entrenadores en este país son como eran hace 40 años, no cambió nada. Lo sé por mi viejo, que se recibió de entrenador nacional y después dio clases en esta carrera; lo sé por mi hermano, que está dando clases. Nada que ver con los cursos que se hacen en Europa. Acá para ser técnico sólo tenés que tener título secundario. En Europa es distinto. Hay niveles, hay escalas, hay actualizaciones. Quizás el deporte que tiene eso mejor encaminado en la Argentina es el básquet, que se maneja de una forma muy parecida a los cursos de la UEFA. 

-¿De qué manera afecta eso a los jugadores en su primeras etapas? 

-En que no se comienza por dónde se tiene que comenzar. El foco está puesto en si se juega 4-3-3 o si se juega 4-2-2-2... Entonces, ¿qué pasa abajo, en las infantiles? En las infantiles está todo mal. Los chicos juegan en la misma cancha que los profesionales, con la misma pelota, los mismos arcos; con el mismo árbitro que le saca una tarjeta roja como lo hace con un profesional. Eso en Europa dejó de existir hace 20 años. Allá entendieron que un chico no puede desempeñarse de la misma manera en un espacio grande que en un espacio reducido, donde va a tocar mucha más veces la pelota y va a interactuar muchas más veces con sus compañeros y sus rivales. Es imposible jugar a esa edad once contra once en una cancha grande. Horst Wein, un tipo muy interesante que venía del palo de hockey, y que alguna vez lo trajeron al país Víctor Hugo y Roberto Perfumo, decía: "Fútbol a la medida del niño y no niño a la medida del fútbol". Otra cosa, en Europa las infantiles no son tan competitivas, porque no le dan pelota al tema del resultado. Acá, por ejemplo, Griffa decía que un entrenador de inferiores que dice que no le da importancia a los resultados, miente. Y en Europa te dicen que el resultado no interesa, que lo que interesa es formar al jugador.

-¿Cuánto crees que incide el negocio en esto que estás marcando?

-Qué pregunta. El tema es que el negocio llegó a la inferiores. Antes no era así o no era de la forma en que lo vemos ahora. Antes era muy común que se dijera que tal o cual jugador jugaba en un club porque estaba acomodado, porque era amigo del entrenador. Eran acomodos comunes y corrientes, pero que en cuarta o tercera categoría decantaban sólos, porque a Primera llegaba el que mejor jugaba. Hoy no es así. Hoy están prendidos los intermediarios, los mismos entrenadores, la barra brava, los dirigentes. Hay barras bravas que manejan las categorías infantiles de varios clubes. Entonces, qué tiene que ver el negocio con esta situación: todo. Los chicos de 12, 13 años no son más de los clubes, son de los intermediarios. Y los socios de los clubes no tienen ni idea de que es así. Después cuando ese jugador se vende la plata se la llevan los intermediarios y no el club. El entrenador lo hace jugar porque tiene, seguramente, algún arreglito con el intermediario. Es todo tan oscuro, que se desvirtuó todo, completamente.

-¿Cómo afecta el juego de los chicos que atraviesan los primeros años de sus carreras en medio de todo esto que mencionás, y que en tu columna del programa Relatores, llamaste "el mundo del revés"?

-Mucho, lo afecta. En todos los sentidos. Sin dudas, en el fútbol está todo dado vuelta. Es el mundo del revés. Antes en inferiores se jugaba por el solo hecho de jugar. Se perdió la libertad, se perdió la creatividad. Tenemos que escuchar más a los Angel Cappa, al Flaco Menotti, y viniendo más acá, a Pep Guardiola. Ellos hablan de no quitarle la libertad a los chicos, de no de mecanizarlos en una estructura de juego. Los chicos tienen que poder jugar como jugábamos nosotros en la calle. Hay que darles la creatividad para que se desarrollen y aprendan dentro de sus propias experiencias. En el fútbol de hoy cada vez más les dan menos libertad para expresarse.  'Los chicos son un engranaje más de una máquina tacticista', me dijo una vez Cappa, con quien he hablado mucho, de hecho prologó un libro que escribí. Y tiene mucha razón. Acá, por ejemplo, chicos de una novena división juegan el sábado y lunes y martes no tocan la pelota. Dos días que no tocaron la pelota, y hablamos de chicos de 14 años, no de profesionales.

-Vos hablás de un cambio radical en la mirada para mejorar, ¿por dónde debería empezar ese cambio?

-A Qatar le dieron el Mundial y qué hicieron los qataríes, no fueron a buscar a un entrenador reconocido a pesar de tener toda la plata del negocio del petróleo, fueron a buscar a Félix Sánchez, un entrenador de las formativas del Barcelona, que ahora es el entrenador de la selección mayor. Y Qatar vino a jugar la Copa América de Brasil y se animó a jugarle de igual a Paraguay, Argentina y Colombia, y salió campeón de la Copa Asiática. Empezaron desde abajo y buscaron a un formador. Por ahí se tiene que empezar, por los chicos.