Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), en Suiza, comprobó cómo especies de ARN llamadas TERRA se ubican en la punta de los cromosomas, donde ayudan a prevenir el acortamiento de los telómeros y el envejecimiento celular prematuro. La investigación fue publicada en la revista Nature.
Las moléculas que se acumulan en la punta de los cromosomas juegan un papel clave en la prevención de daños en el AND. Ahora, los investigadores de la EPFL descubrieron cómo estas moléculas se ubican en secciones específicas de los cromosomas. El hallazgo podría ayudar a comprender mejor los procesos que regulan la supervivencia celular en el envejecimiento y el cáncer.
Al igual que el cierre que se les pone a los cordones de zapato tienen en su extreño para evitar que se deshilachen, los tramos de AND llamados telómeros forman tapas protectoras en los extremos de los cromosomas. Pero a medida que las células se dividen, los telómeros se acortan, lo que hace que la capa protectora sea menos eficaz. Una vez que los telómeros se acortan demasiado, la célula deja de dividirse. El acortamiento y el mal funcionamiento de los telómeros se han relacionado con el envejecimiento celular y las enfermedades relacionadas con la edad, incluido el cáncer.
Los científicos verificaron que las especies de ARN llamadas TERRA ayudan a regular la longitud y función de los telómeros. Descubierto en 2007 por el científico Claus Azzalin, del equipo del profesor de EPFL Joachim Lingner, TERRA pertenece a una clase de moléculas llamadas ARN no codificantes, que no se traducen en proteínas sino que funcionan como componentes estructurales de los cromosomas. TERRA se acumula en los extremos de los cromosomas, lo que indica que los telómeros deben alargarse o repararse.
Sin embargo, no estaba claro cómo TERRA llega a la punta de los cromosomas y permanece allí. "El telómero constituye sólo una pequeña parte del AND cromosómico total, por lo que la pregunta es ¿cómo encuentra este ARN su hogar?", señala Lingner. Para abordar esta cuestión, la investigadora Marianna Feretzaki y otros colegas de la EPFL se propusieron analizar junto a Lumir Krejci, de la Universidad de Masaryk, en la República Checa, el mecanismo a través del cual TERRA se acumula en los telómeros, así como las proteínas involucradas en este proceso.
Al visualizar las moléculas de TERRA bajo un microscopio, los investigadores encontraron que un tramo corto del ARN es crucial para llevarlo a los telómeros. Otros experimentos demostraron que una vez que TERRA llega a la punta de los cromosomas, varias proteínas regulan su asociación con los telómeros. Entre estas proteínas, una llamada RAD51 juega un papel particularmente importante, explica Lingner.
RAD51 es una enzima conocida que participa en la reparación de moléculas de AND rotas. La proteína también parece ayudar a que TERRA se adhiera al AND telomérico para formar la denominada "molécula híbrida ARN-ADN". Los científicos pensaron que este tipo de reacción, que conduce a la formación de una estructura de ácido nucleico de tres cadenas, ocurre principalmente durante la reparación del AND. El estudio muestra que también puede ocurrir en los extremos de los cromosomas cuando TERRA se une a los telómeros. "Esto es un cambio de paradigma", asegura Lingner.
Los investigadores también encontraron que los telómeros cortos reclutan TERRA de manera mucho más eficiente que los telómeros largos. Aunque el mecanismo detrás de este fenómeno no está claro, los investigadores plantean la hipótesis de que cuando los telómeros se acortan demasiado, ya sea debido al daño del AND o porque la célula se ha dividido demasiadas veces, reclutan moléculas TERRA.
Este reclutamiento está mediado por RAD51, que también promueve el alargamiento y reparación de los telómeros. "TERRA y RAD51 ayudan a prevenir la pérdida accidental o el acortamiento de los telómeros --explica Lingner--. Esa es una función importante".
Dado el papel de los telómeros en la salud y la enfermedad, será importante ver cómo el mecanismo recién descubierto, que se dedujo de las observaciones en células vivas y se reprodujo en tubos de ensayo, se regula en un entorno celular muy complejo, dice Lingner. "Presentamos un modelo, que está respaldado por los datos que tenemos, pero a menudo en la ciencia resulta que el modelo debe modificarse --explica--. Ciertamente puede haber sorpresas adicionales".
A continuación, su equipo planea abordar otras preguntas clave, incluido si RAD51 media en la asociación de otros ARN no codificantes con cromosomas. Los investigadores también pretenden caracterizar mejor la maquinaria que media la asociación de TERRA con los cromosomas y determinar las funciones que esta asociación permite. "Hay muchas preguntas que permanecen abiertas", reconoce Lingner.
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