El caluroso miércoles 20 de octubre por la mañana, en las inmediaciones de la estación Kosteki y Santillán (ex Avellaneda) del ferrocarril Roca, se produjo un violento enfrentamiento entre militantes del Partido Obrero que habían ocupado las vías del tren y sindicalistas de la Unión Ferroviaria que intentaban desalojarlos. Como consecuencia de los disparos de armas de fuego, murió de un balazo en el pecho, el joven dirigente de la Federación Universitaria de Buenos Aires y tornero, Mariano Ferreyra, de apenas 23 años de edad y los militantes Elsa Rodríguez, Nelson Aguirre y Ariel Puntos fueron alcanzados por las balas de los gremialistas Cristian Favale, barrabrava del club Defensa y Justicia y Gabriel Sánchez. Elsa Rodríguez quedó gravemente herida.

Por la tarde, el diputado Néstor Kirchner visita la ciudad de Resistencia para la inauguración, junto con el gobernador Jorge Capitanich, del complejo habitación "Torres Sarmiento" en las afueras de la capital chaqueta.

Como era la norma, el equipo de colaboradores lo esperábamos en el aeropuerto y de ahí lo acompañábamos hasta el lugar del acto.

Pero en este caso, la rutina fue quebrada inesperadamente por el mismo Kirchner al pie de la escalerilla del Learjet 60 (Tango 10).

-Paradela, quiero hablar con la prensa antes del acto-, dijo con un notable e inusual estado de ansiedad.

Aprovechando el tiempo que iba a demandar el recorrido previo por los flamantes edificios, improvisamos rápidamente un lugar adecuado detrás del escenario y convocamos a los sorprendidos periodistas que hasta ese momento estaban cómoda y prolijamente instalados en el sector "Prensa". También tuvimos que reubicar los cables de la cámara de televisión que transmitía en directo. 

¿Cómo encontrar las razones de tan urgente y semejante cambio?

Finalizado el recorrido previo, Kirchner se acercó a la improvisada valla que lo separaba de los ansiosos periodistas llenos de interrogantes. 

"Estoy acongojado por el crimen del joven militante -dijo en un tono extremadamente serio- jamás se puede justificar este tipo de cosas, son horrendas, dolorosas, tremendas. No se debe dejar ningún vestigio de impunidad y castigar a los autores intelectuales y materiales".

Para poner fin a su declaración, fue contundente y concreto, aseguró que "el gobierno y todas las instituciones en general tienen que trabajar fuertemente para que los autores intelectuales y materiales sean severamente castigados".

Ahí estaba la explicación, venía convencido y decidido a desenmascarar en el menor tiempo posible y "caiga quien caiga" a los asesinos. Recordaba no muy lejanos crímenes: Cabezas, Kosteki y Santillán, los muertos de Plaza de Mayo en diciembre del 2001. A él no le ocurriría lo mismo.

Este sería su último acto como principal protagonista.

Dos días después, el viernes 22, durante un acto por el 156° aniversario de la ciudad de Chivilcoy, presidido por su esposa, Cristina Fernández de Kirchner, el ex presidente, con un prudente optimismo, confirmó su compulsiva reacción del miércoles pasado: "Hoy va a haber importantes novedades en torno a la investigación por el crimen de Mariano Ferreyra ".

Auguró a los sorprendidos periodistas: "Es terrible. No tengan ninguna duda que la presidenta ha impulsado la investigación de los autores intelectuales y materiales del hecho". Era evidente que quería cumplir con su palabra.

Ese sí, fue el último acto que participó en vida.

El 22 de enero del año siguiente arrestan al secretario general de la Unión Ferroviaria, José Pedraza, acusado de ser el autor intelectual del asesinato. La condena fue por 15 años y los sindicalistas Favale y Sánchez, autores materiales también fueron condenados.

Cinco días más tarde, Kirchner fallecía en la sureña ciudad de Calafate, víctima de un infarto de miocardio.

Pedraza murió en diciembre de 2018, a los 75 años. Estaba con prisión domiciliaria.