Un informe del Ministerio de Educación sobre la situación de la escuela secundaria en 2019 pone a vista cómo la pobreza se constituyó, durante los años del macrismo, en la gran piedra en el camino de la formación de los adolescentes. En 2019, mientras el 91 por ciento de jóvenes de los hogares de mayores ingresos (o quintil 5) habían finalizado el colegio secundario, en el grupo de jóvenes de hogares con menores ingresos (o quintil 1) sólo un 43 por ciento se había graduado. Estos datos son parte de una foto que corresponde a diciembre pasado, momento en que en el país 53 de cada cien adolescentes vivían en hogares bajo la línea de pobreza. El paso de la pandemia, sin dudas, va a agravar el panorama de las desigualdades internas a remontar.
El informe refleja que con el crecimiento de la pobreza aumentó el trabajo adolescente, lo que tiene un impacto directo en el desempeño y la continuidad escolar. Durante el año pasado, uno de cada tres jóvenes de entre 16 y 17 años debieron realizar actividades productivas -fuera o dentro de su casas- debido a una mala situación económica familiar. Entre los chicos que quedan en esta situación, señaló la cartera educativa, el abandono escolar es tres veces más alto que para el resto.
El ministerio realiza estas evaluaciones cada año, alternando la observación del nivel primario con el del secundario. Los resultados de 2019 señalan que hubo mejoras en muchos de los indicadores de trayectoria educativa, como la cobertura, promoción y permanencia dentro del sistema. Se trata de indicadores que vienen mejorando paulatinamente, año a año, impulsados, entre otros factores, por el hecho de que la educación secundaria se convirtió en obligatoria.
Sin embargo, la tasa de graduación en el nivel secundario sigue siendo baja. “Otro dato que nos debe alarmar es la tasa de egreso a término del secundario, que es de apenas el 29 por ciento”, dijo el ministro de Educación, Nicolás Trotta, a Página/12. “Una tasa de egreso a término del 29 por ciento confirma que los problemas que tiene nuestra escuela secundaria son sistémicos. Tenemos una tasa de finalización del 54 por ciento, y sólo 29 de cada cien chicos se gradúan a término. Esto nos interpela a buscar cómo hacer que la escuela de una respuesta diferente a la que está dando hoy, en una situación que, por otra parte, se vuelve más grave por la pandemia”.
El informe indica sobre la situación social y familiar de los adolescentes: *En el segundo semestre de 2019, el 53 por ciento de los chicos de hasta 17 años residían en hogares que no llegaban a cubrir la canasta básica total, y un 14 por ciento vivía en condiciones de indigencia.
*Un tercio de los adolescentes de 16 y 17 años realizaban al menos una actividad productiva, es decir, desarrollaban tareas para el mercado, para autoconsumo y/o actividades domésticas de alta intensidad
* La jornada laboral promedio de las y los adolescentes era de 18 horas por semana, carga incompatible con el sostenimiento de trayectorias educativas regulares
*Por otro lado, el 46 por ciento de los hogares con estudiantes de nivel secundario carecía de computadora.
Otro aspecto abordado por el informe es la caída en la inversión educativa. “En el año 2015, el gasto público en educación alcanzó el 6,1 por ciento del PBI. A partir de entonces, la inversión educativa experimentó una baja de aproximadamente un 20 por ciento, descendiendo hasta el 4,8 por ciento del PBI en 2019. Si se considera que el PBI disminuyó también en este lapso, se advierte que la caída en la inversión pública en educación ha sido aún mayor”, consignó el ministerio. Como la cantidad de estudiantes del nivel creció un 5 por ciento entre 2015-2019, la caída en la inversión por alumno en secundaria fue aún más significativa.
Entre los indicadores que registraron mejoras están los relacionados a las trayectorias escolares: hubo un aumento de los adolescentes que asisten a la escuela secundaria, se redujo la tasa de abandono y subió la tasa de promoción efectiva. Sin embargo, detrás de los promedios hay desigualdades internas enormes: si se miran los totales, en diciembre de 2019 el 63 por ciento de la población de entre 18 y 24 años había finalizado su secundario, pero al diferenciarlo por nivel de ingresos resulta que sólo el 43 por ciento de jóvenes de los hogares más pobres finalizó el nivel secundario, mientras que entre los jóvenes de los hogares de mayores ingresos la terminalidad alcanza al 91 por ciento.
Los salarios de los docentes del nivel secundario entre 2017 y 2019 perdieron un 20 por ciento de su poder adquisitivo, reseña el informe. Si se considera la evolución que sufrieron en los últimos seis años, se ve que, a excepción de 2015, quedaron siempre por debajo de la evolución del índice de precios al consumidor (IPC)
En cuanto a los indicadores de aprendizaje, no hubo mejoras. Matemática es el área que más dificultades sigue presentando para los estudiantes: el 42,8 por ciento de los estudiantes no alcanzó un nivel básico en Matemática y sólo el 28,6 por ciento tuvo un desempeño satisfactorio o avanzado.
“Entre 2017 y 2019, si bien los desempeños en Lengua y Matemática no presentan variaciones significativas, la estabilidad en los valores de Matemática resultan muy preocupantes”, advierte el informe.
“La desigualdad afecta los procesos de aprendizaje, y en el contexto de lo que atravesó la Argentina, lo que muestra esta evaluación es consecuencia del proceso de disminución de la gestión educativa en el período de gobierno de Macri”, agregó Trotta. “Fueron años donde se puso mucho eje en la evaluación, pero después no hubo un correlato en la rectificación del sistema, para tener resultados positivos”.