Todo sistema económico se caracteriza por el intercambio de bienes y servicios por moneda. El universo de las transacciones que realizan personas y empresas se expresa en precios. Lo señalado intenta mostrar que la moneda no es un simple e inocente instrumento que tiene como objetivo primordial dinamizar el intercambio. La misma actúa como el equivalente de todos los bienes y servicios. Cuando pensamos en cualquiera de ellos automáticamente lo asociamos a la moneda a través de sus precios. Más que un actor coprotagónico, la moneda resulta ser una de las instituciones de mayor relevancia de cualquier país del mundo.
Su calidad se compendia en sus funciones. La misma debe actuar como medida de valor, medio de circulación, atesoramiento y pago. De no cumplirse con la totalidad de las mismas, la moneda sería "cuestionada" socialmente.
Perturbación
Desde hace años en la economía argentina conviven dos monedas con funcionalidades diferentes.
Por un lado, la moneda nacional, que cumple con las funciones de unidad de cuenta y cambio de ciertos bienes y servicios que se consumen habitualmente para la satisfacción de necesidades, pero no como unidad de atesoramiento.
Por el otro, está el dólar, moneda a la que apela el residente con capacidad de ahorro para preservar el poder adquisitivo futuro. Asimismo, actúa como unidad de cuenta y cambio cuando se trata de bienes representantes de riqueza, como puede ser un inmueble, tierras, automóviles de alta gama.
En resumen, el residente consume y tributa en pesos pero ahorra en dólares.
Por otra parte, los productores y formadores de precios, con independencia de si sus costos de producción o comercialización son en pesos o dólares, racionalizan sus ganancias en términos de la moneda que les asegura riqueza futura (dólar). Sin embargo, la mayoría de la población percibe sus ingresos y consume en pesos.
Cualquier devaluación sería traslada de forma total o parcial, dependiendo de la situación económica, a precios con objeto de continuar percibiendo la misma ganancia en dólares. Los bienes y servicios que se consumen para satisfacción de necesidades básicas incrementan sus precios y el poder adquisitivo de los ingresos en pesos disminuye.
Resultado final del proceso: el que tiene posibilidad de ahorrar demanda dólares como resguardo de reserva de valor, fruto del aumento de precios en pesos por tasas de ganancias dolarizadas.
Lo expuesto muestra que la cuestión de la moneda no es un tema superficial. La moneda nacional se encuentra constantemente en jaque respecto al dólar. Esta mala convivencia entre monedas genera desequilibrios macroeconómicos, en el cual la moneda nacional lleva las de perder frente al dólar al no poder cumplir con todas las funciones de la moneda.
Escasez
Ya sea por problemas estructurales propios de economías dependientes de dólares, bombardeos de noticias que no tienen asidero real, fuga masiva de dólares por expectativas basadas en acontecimientos acaecidos en el pasado (corralito, corralón), reperfilamiento de pagos de deuda en moneda nacional, pago de deuda externa, entre otros, se desvaloriza el peso respecto al dólar.
La demanda del peso disminuye mientras la demanda de dólares aumenta y su oferta disminuye. El problema es que este desequilibrio solamente puede ser subsanado de dos formas desde una perspectiva dolarizada:
1. En forma genuina mediante exportaciones o ingreso de capitales con objetivos de producción a largo plazo.
2. A través de endeudamiento externo o sacrificio de reservas internacionales.
Cualquiera de estas alternativas genera un aumento de la cantidad de dólares ofertados, llegando así a un equilibrio inestable parcial y cortoplacista. ¿Por qué? Porque las soluciones que pasan únicamente por el dólar no tienen una dependencia directa a políticas económicas locales. Por ejemplo, las exportaciones no obedecen exclusivamente a políticas que las promocionen, sino también al crecimiento del ingreso de los compradores internacionales. Asimismo, tanto en las inversiones productivas directas como en el endeudamiento, el ingreso y préstamo de dólares pasa por la decisión del no residente.
Debe tenerse en cuenta además el grado de concentración que existe en las empresas exportadoras y generadoras de dólares. De acuerdo a datos de la Bolsa de Cereales de Rosario, en 2018 solamente diez empresas acapararon el 90 por ciento del total de las exportaciones de granos, aceites y harinas.
Otro dato muestra que, en el mismo año, el 1 por ciento de las empresas que más exportaron concentró el 73 por ciento del total de exportaciones en un año. Dentro de este universo, el 10 por ciento de las empresas más exportadoras es responsable de casi el 95 por ciento del total anual exportado.
En consecuencia, la oferta de dólares se encuentra en unas pocas manos y su poder de regulación del precio de mercado en términos de pesos es altísimo.
Podrá notarse que por distintos motivos la economía argentina se encuentra en situaciones de escasez de dólares de forma permanente. Al no ser una moneda controlable plenamente por la autoridad monetaria, el peso se enfrenta a constantes desvalorizaciones.
Medidas
Existe una estructura monetaria caótica. Por distintos factores el peso no cumple el rol que le correspondería. Menos aún cuando se viene de un modelo económico que promocionó la dolarización de la economía y la fuga masiva de capitales, que según el Banco Central sumó unos 86.000 millones en el período 2015-2019.
* Siempre se piensa el problema del dólar a partir del dólar y no del peso. Constantemente se escuchan y leen propuestas en donde el disparador es el dólar. Medidas como la venta de los nuevos bonos del canje, activar el swap con China, eliminar retenciones para estimular la liquidación de exportaciones de origen agropecuario, exenciones impositivas para repatriación de capitales, regulaciones para adquisición, restricciones cuantitativas para la compra de dólares. Todas estas medidas apuntan a que la oferta de billetes verdes aumente y, de esa manera, estabilizar el valor del peso.
* Acciones de política económica: producción, exportación y revalorización del peso. A diferencia de la gestión anterior, las acciones de política adoptadas por el equipo económico (Ministerio de Economía, Ministerio de Desarrollo Productivo, AFIP y BCRA) no se centraron únicamente en el dólar, sino que también existe el intento de revalorizar al peso. Hay dos fases en el proceso de consolidación de la moneda nacional.
1. La de corto plazo, que busca como objetivo inmediato el equilibrio cambiario. Para ello se apeló a métodos tradicionales de estímulos para la liquidación inmediata de dólares, como son la baja de retenciones al campo y minería. Dada la situación de coyuntura, en donde las reservas internacionales de libre disponibilidad se encuentran en niveles críticos, las medidas centradas en el dólar han sido necesarias e imprescindibles para generar un clima de estabilización cambiaria. Caso contrario, se entraría en un circuito de desvalorización del peso que lo único que haría es agravar la situación económico/social por incremento de precios de los bienes y servicios.
2. Acciones de política económica de mediano y largo plazo. Si bien buscan el incremento de la oferta de dólares, también tienen como meta la revalorización de la moneda nacional y la repesificación de la economía. En materia externa, el objetivo es modificar el perfil exportador. La reducción de los derechos de exportación de los bienes finales industriales a 0 por ciento, la disminución de derechos a los insumos elaborados industriales al 3 por ciento, la baja al 0 por ciento de bienes finales para las exportaciones automotrices incrementales extraMercosur, el incremento de la base de reintegros a la exportación en función del valor agregado (suben los bienes finales industriales a 7 por ciento y los insumos elaborados industriales a 5 por ciento) son medidas que promocionan la producción y la generación de valor agregado.
Varios frentes
Las medidas apuntan a la reactivación de la producción y a generar un mercado de capitales que promocione activos financieros en pesos que le permitan al ahorrista no perder poder adquisitivo futuro.
Para el sector agroindustrial se crearía un programa de compensación y estímulo para pequeños y medianos productores de granos de todo el país que estará en el orden de los 11500 millones de pesos.
En cuanto a la construcción, uno de los sectores que genera un efecto multiplicador económico inmediato, se presentaron dos proyectos, uno que incluye beneficios impositivos para nuevos proyectos de inversión, y otro exenciones durante tres años a los activos financieros que se apliquen directamente a nuevos emprendimientos de construcciones.
En lo referente al mercado financiero en pesos, medidas como la creación del plazo fijo dolar-linked (atado a tipo de cambio), la generación de un bono dolar-linked para el sector agroindustrial y la emisión de bonos YPF, ARSAT y "Ladrillo", tienen como fin estimular el ahorro en pesos pero también incentivar la inversión, ya que los pesos que se obtengan con los bonos estarán dirigidos al sector productivo.
Institución social
La experiencia histórica local muestra que si las soluciones sólo pasan por el dólar, el conflicto monetario se resuelve de forma parcial. Los verdaderos problemas estructurales, como no tener una moneda fuerte que cumpla con todas las funciones, no se solucionan.
Los países desarrollados tienen consolidada su moneda. Ese afianzamiento no surge por incrementar la oferta de diferentes divisas en sus respectivas economías, sino por la producción, la generación de valor agregado y la productividad.
El vínculo entre valorización de la moneda y producción es directo. De allí que toda medida que estimule el binomio producción-exportación o el trinomio producción-productividad-valor agregado, trae como resultado la revalorización de moneda.
Las acciones de política económica buscan que el dólar sea el resultado final de un proceso que tiene como estandarte al peso. Si bien es cierto que estructuralmente la economía argentina necesita de dólares para producir, los mismos no deben ni pueden ser la alquimia de todo el andamiaje económico-monetario del país. Deben convertirse en un medio para producir, luego exportar y así lograr la retroalimentación virtuosa que permitirá originar mayores cantidades de producción de bienes y servicios de forma más eficientemente.
El resultado de la revalorización del peso no depende exclusivamente de las medidas adoptadas. Que el peso se consolide como institución social es condición necesaria pero no suficiente para lograr el desarrollo.
* Miembro del Observatorio Comercio Internacional del Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Luján.