El Fondo Monetario Internacional (FMI) vuelve a ser noticia en Argentina, ya que el gobierno de Alberto Fernández debe renegociar una gran suma que dicho organismo le otorgó irresponsablemente a Mauricio Macri. 

Si bien el Fondo viene diciendo que ha cambiado y que solo quiere ayudar, toda su historia previa indica lo contrario. Por ello mismo, para entender cómo funciona su lógica de poder y qué pretenderá esta vez es necesario desentrañar su clásico modus operandi.

El FMI no es una institución neutral, desinteresada o preocupada por el bienestar general de la humanidad, ni siquiera por el bienestar económico de sus países miembros. Es esencialmente una institución de poder, que actúa de modo semicolonial para que las grandes potencias, especialmente Estados Unidos, puedan someter y controlar a los países subdesarrollados indirectamente.

¿Cómo lo hace? La lógica es sencilla: el FMI se acerca con la supuesta intención de “ayudar” a las naciones frente a alguna dificultad económica, operando aparentemente solo en el terreno de la economía. No obstante, cuando un país acepta ese convite entra en su trampa, ya que así pasa a quedar preso de sus condicionalidades.

Se firma un contrato con el diablo casi sin percibirlo. Porque a partir de ese momento el Fondo tendrá las facultades para comenzar a someter y digitar el destino de esa nación con temas que nada tienen que ver con la economía sino con el poder político, la soberanía y el beneficio de los intereses concentrados, la banca multinacional y los países imperiales.

Préstamos

El FMI no suele tener temores por su dinero o el recobro de sus desembolsos. Eso nunca suele ser el centro de sus preocupaciones. Por eso puede usar tan libremente el chantaje económico como mecanismo de presión y sometimiento. Al ser un organismo internacional, apadrinado y controlado por las potencias, sabe que tarde o temprano los países deudores estarán obligados a acordar con él para no quedar afuera del concierto de las naciones y no pasar a ser un enemigo o parte de la lista negra de los países centrales.

Además, el Fondo no puede sufrir quitas del capital que prestó. Por lo tanto, tiene la certeza que recuperará su dinero en algún momento y que puede esperar si le conviene. El tiempo suele jugar favor del FMI y éste sabe muy bien cómo usarlo como arma de extorsión contra gobiernos en apuros. Son expertos en eso.

Los que no suelen tener al tiempo de su lado son los países deudores que se ven presos de cumplir con sus pagos y llevar a cabo las condicionalidades que se firmaron con el Fondo. Así, los gobiernos siempre pierden y el FMI siempre gana. Porque o bien los gobiernos cumplen (hacen todo lo que acordaron, le pagan al Fondo y además este recupera su dinero junto a intereses) o bien no pueden pagar, debiendo renegociar esa deuda y debiendo firmar por nuevas condicionalidades, que no harán otra cosa más que esquilmar todavía más a ese país.

El programa nunca será el crecimiento, promover el desarrollo, el bienestar general, las mejoras distributivas o fortalecer los mercados internos, sino todo lo contrario. Las condicionalidades del Fondo son siempre las mismas: ajuste, apertura, desregulación, despidos, privatizaciones, flexibilización laboral y demás recetas neoliberales. Tan parecidas son las recetas que a veces los funcionarios del FMI mandan sus exigencias olvidándose de cambiar los nombres de los países en los documentos.

Casos

Tres ejemplos al respecto para entender un poco más sobre cómo operó el FMI en la historia económica argentina, dado que con ellos se puede observar qué se pone en juego en las negociaciones actuales y qué le puede esperar al país de cara al futuro.

1. Al comenzar la década de 1990 el FMI presionó al gobierno de Menem para que privatizara el sistema previsional, creando las tristemente celebres AFJP. El resultado de eso fue generar un enorme déficit fiscal, ya que terminó desfinanciando al Estado al perder éste los recursos de los trabajadores activos. Al Fondo no le importó el altísimo deterioro fiscal que eso implicó sino que incluso era algo mejor, porque así el Estado debería ser un tomador serial de deuda, beneficiando así a la banca, especialmente a la extranjera. En este caso, el FMI dejó de lado su clásica obsesión fiscalista sino que prefirió silenciarla con tal de hacer una reforma estructural para favorecer a los bancos.

2. Cuando en 2001-2002 explotó la crisis económica justamente por el abuso del endeudamiento que ese déficit causaba y muchos banqueros estaban seriamente comprometidos por sus maniobras especulativas, vino el FMI al rescate. Ahora el Fondo pasó a presionar al gobierno de Duhalde con romper relaciones si no se derogaba la ley de subversión económica. Otra vez que al FMI sólo le interesó la impunidad y salvar banqueros, especialmente los extranjeros, y modificar leyes locales restringiendo la soberanía sin que eso nada tuviera que ver con la cuestión económica.

3. Cuando al gobierno neoliberal de Mauricio Macri se le cerraron los mercados por el abuso de endeudamiento, el FMI vino a rescatarlo para evitar que el colapso sea total. Entregó irresponsablemente 44 mil millones de dólares con el fin de que Macri, totalmente alineado con Estados Unidos en su estrategia regional, pudiera obtener su reelección. Todo el dinero desembolsado fue utilizado para financiar la fuga de capitales. Contradiciendo flagrantemente sus propios estatutos que prohíben eso, al Fondo no le importó usar mal ese dinero con tal de salvar a su candidato.

Política

Cuando Macri resultó derrotado en las PASO de agosto se terminó el financiamiento automáticamente. El FMI jugó entonces a ganador más allá del resultado. Porque si Macri hubiera ganado tendría Estados Unidos un aliado para seguir profundizando el programa neoliberal de sometimiento nacional. En cambio, si no ganaba y triunfaba el peronismo, como efectivamente sucedió, el Fondo igualmente se beneficiaría: el enorme desembolso otorgado a Macri le serviría para someter a la Argentina durante años.

Por tercer vez aparece lo mismo: el FMI utilizó la cuestión económica para manejar la política.

De acá en adelante la lógica será igual: condicionar al país, restarle grados de libertad en su política exterior (limitar su vínculo con China, Rusia, Venezuela), presionar por ajustes, privatizaciones, reformas previsionales y ahogar la recuperación económica. Una vez más querrá utilizar la economía para controlar la política.

* Economista. Doctor en Ciencias Sociales (UBA/UNDAV/Conicet). Autor del libro Crisis económicas argentinas. De Mitre a Macri.