“Hay una emergencia política y corremos el peligro de volvernos un país autoritario si Trump es reelecto o si los resultados de las elecciones no se respetan”, afirmó Siri Hustvedt en el 12° Filba Internacional, el festival de literatura que se está realizando de manera virtual. La escritora estadounidense, que participa junto a Paul Auster de Writers against Trump, una organización que cuenta con más de 1500 miembros, reconoció que las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos son importantes no solo para la política local, sino para el mundo. La autora de Todo cuanto amé, La mujer temblorosa y Recuerdos del futuro, entre otros títulos, recordó el papel de intelectuales públicos como Susan Sontag, que dejaron un legado; pero admitió que las voces de los intelectuales estadounidenses ya no tienen el mismo espacio ni el peso que tenían hace una década.
“El alma de los pioneros blancos estadounidenses resiste las ideas filosóficas y la vida intelectual. Una de las fallas del discurso cultural en Estados Unidos es el fracaso al analizar los temas profundos. Por ejemplo, ¿qué es el poder?, ¿hasta qué punto las personas son persuadidas por el contexto donde viven? ¿Cómo pensamos lo individual versus lo colectivo? Estas son preguntas que deberían ser discutidas constantemente”, advirtió la escritora estadounidense, entrevistada por la periodista Eugenia Zicavo. “La ironía es que hay una resistencia a la idea de autoridad; parte de la condición humana es reconocer cuánto no sabés. En Estados Unidos durante mucho tiempo, ahora creo que alcanzó un pico durante el gobierno de Trump, lo que se desarrolló es lo que yo llamo ignorancia beligerante; es una ignorancia furiosa, es decir 'estoy orgulloso de no saber todo esto y no me importa', y no cedo ante la autoridad de las personas que pasan sus vidas, por ejemplo, estudiando el clima”, agregó Hustvedt, ganadora del Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2019.
La escritora comentó que su hija, Sophie Auster, no usa más la expresión “'cultura de la cancelación' porque se volvió un fraude”. Hustvedt reflexionó sobre un tema tan complejo como delicado. “Si exigimos pureza moral absoluta a nuestros artistas, tendríamos muy poco para leer o escuchar. Ningún ser humano es perfecto; todos tenemos deficiencias morales –aclaró-. Al mismo tiempo, nos estamos ajustando a un mundo diferente, donde el sexismo, el racismo y distintos tipos de abuso de poder no son tan aceptados como antes. Hay una pancarta de Black Lives Matter que dice 'el silencio es violencia'. Las personas que no se comprometen, que se mantienen al margen, que no dicen absolutamente nada, son cómplices, son parte del problema”. Para la escritora estadounidense, cuando la sociedad avanza cambian los valores. “Todas las mujeres toleraron que un hombre les tocara la rodilla bajo la mesa y ellas le sacaron la mano, pero no dijeron nada porque iban a generar un escándalo. Ahora las mujeres tienen mayor libertad de decirle al hombre: ‘Si ponés tu mano en mi rodilla otra vez, me voy a mover al otro lado de la mesa; no lo voy a tolerar’. Eso es un cambio”.
En Recuerdos del futuro aparece la culpa que siente una mujer que fue violada. “Las mujeres que se culpan a sí mismas cuando son violadas es parte de una narrativa cultural que asigna a las mujeres la culpa por el deseo heterosexual de los hombres. Si me siento atraída por un hombre, si intento acercarme o besarlo y el hombre no quiere que lo haga, nunca lo culparía por crear un deseo en mí. La cultura le asignó a las mujeres la responsabilidad por el deseo del hombre. Esto es realmente enfermizo; nadie plantea de manera adecuada esta locura”, argumentó Hustvedt y se refirió también a una cuestión que le genera fascinación: que los hombres consumen menos ficción que las mujeres en todo el mundo. ”Cuando leés una novela escrita por una mujer, tenés que rendirte ante la voz del libro. Y rendirte a esa voz es una manera de sumisión ante la autoridad del libro. Eso puede ser muy incómodo para los hombres. Esto no se discute mucho, pero hay que sacarlo a la luz. Los libros son incorpóreos, no tienen senos, ni genitales, ni penes; nada de eso está presente cuando leemos. Tampoco está presente cuando vemos una pintura o escuchamos música. Pero la presencia de una escritora, una artista o una compositora puede crear en el público la renuencia a someterse a ese arte”.
En Recuerdos del futuro, la escritora estadounidense rescata la figura de la baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven, pintora, escultora y poeta que vivió en Nueva York. El famoso urinario de Duchamp no es de él, sino que fue una creación de la baronesa Elsa. “La evidencia es abrumadora con respecto a que ella es la autora del urinario. Duchamp dijo que la baronesa no es una futurista, ella es el futuro. Le tenían miedo porque ella representaba un tipo de arte que atemorizaba a las personas y las continúa asustando. Entonces se la ignora y ridiculiza; es lo que usualmente pasa con las artistas mujeres”, planteó Hustvedt y agregó que siempre tenemos que preguntarnos quién está contando una historia. “Todos nosotros, de distintas maneras, estamos siendo escritos por las culturas ficcionales que están vivas en el mundo. Y una de esas ficciones es que los hombres tienen mayor permiso para hablar”.