Fuentes de inteligencia militar y civil le revelaron al diario The New York Times que Rusia ya está hackeando redes de computadoras a nivel local y provincial, y que el objetivo es complicar el recuento de votos de estas elecciones. Los agentes de inteligencia explicaron que la información viene de sus propios hackeos de sistemas rusos, que les permitieron entender que el plan es penetrar el sistema electoral norteamericano. El objetivo de la operación es complicar los recuentos a partir del día de votación, el 3 de noviembre, y en los días siguientes. Esto permitirá que el presidente Donald Trump cuestione los resultados finales si pierde.
El FBI y Homeland Security anunciaron el jueves que hackers rusos al servicio de su gobierno comenzaron en septiembre a penetrar redes locales y estatales, y de controladores aéreos. Según detectaron hubo robo de información pero, como en 2016, no parecen haber alterado las bases de datos electorales. Pero, remarcaron, ya abrieron una puerta que puede ser usada si el voto es muy parejo para apoyar la sistemática acusación de Trump de que los demócratas preparan un fraude.
Los funcionarios de inteligencia dijeron que estas acciones rusas son mucho más significativas que las que habría realizado Irán, que envió mail amenazadores firmados por los Proud Boys. El Director Nacional de Inteligencia John Rattcliffe hizo el anuncio esta semana, pero según parece no hubo ningún hackeo y los iraníes simplemente usaron información pública y mandaron las amenazas a través de routers en Estonia y otros países para cubrir sus rastros.
Las operaciones rusas simplemente tienen una escala mucho mayor. La inteligencia de EE.UU. piensa que el objetivo es crear una "percepción" de que las elecciones no fueron limpias atacando los principales distritos electorales. Esto le daría pie a los republicanos, si están perdiendo, para acusar a la oposición de haber hecho fraude. Los norteamericanos condieran que la operación es un encargo del Servicio Federal de Seguridad ruso, sucesor del KGB. Hasta el momento, los ataques no causaron ningún daño concreto, pero los hackers rusos tienen la habilidad de "enterrarse" en las cadenas de mando de sistemas que buscan atacar en el futuro.
Expertos en seguridad cibernética del sector privado coincidieron en el análisis y dijeron que temen que los rusos busquen sembrar confusión haciendo desaparecer listas de votantes, congelando sistemas en el momento del conteo o invalidando votos. En este contexto, varios calificaron las actuales actividades como "patrullas de reconocimiento". Todos estuvieron de acuerdo en que Irán es un jugador menor y que Rusia es el verdadero enemigo en esta situación. Ex funcionarios demócratas de inteligencia subrayaron que el gobierno de Trump habla más de los iraníes que de los rusos porque le conviene: la percepción es que Rusia puede ayudarlo electoralmente.
Los rusos ni siquiera necesitarían borrar votos para lograr su objetivo, porque usando ransomware podrían simplemente congelar el acceso a la información electoral. Si se hace eso en estados en los cuales las encuestas muestran un empate, el resultado sería caótico y peligroso. Esta semana, un ataque similar congeló el sistema informático de la ciudad de Gainesville, Georgia, incluyendo toda la información electoral del lugar.
Paradójicamente, la mejor defensa contra un ataque al sistema electoral norteamericano es que tal cosa no existe. Las elecciones nacionales son organizadas por cada estado en la Unión, con sistemas independientes y diferentes. Este caos trae problemas, pero hace que no exista una estructura que pueda atacarse completamente sino una miríada de blancos aislados.