El paneo rápido por los portales financieros del Primer Mundo como el Financial Times muestra el clima de época. Entre las principales noticias se adelantan los problemas en Europa para controlar la segunda ola de contagios del coronavirus. El presidente de España, Pedro Sánchez, alertó sobre la gravedad de la crisis. Francia mantiene el toque de queda por las noches, situación que no ocurría desde la Segunda Guerra Mundial.
Entre los analistas económicos reina la cautela para hacer predicciones. Las estimaciones por el momento adelantan un retroceso del 8 por ciento del PIB para la zona euro, aunque algunos consultores comienzan a hablar de caídas de dos dígitos. La capacidad de los países europeos de manejar el rebrote de contagios ocupa el centro de la atención.
El panorama de Europa se replica con matices en el resto de Occidente. América por ejemplo muestra dos frentes de problema bien definidos. El primero se concentra en Estados Unidos: el país con más casos de contagio en el mundo. En esa economía el debate oscila entre cómo enfrentar el coronavirus, qué hacer para recuperar el mercado interno y qué ocurrirá en las elecciones presidenciales de principio de noviembre. En dos semanas se conocerá si continúan los republicanos o vuelven los demócratas.
La proyección de caída del PIB norteamericano es del 5 por ciento. Economistas como Paul Krugman plantean que Biden -favorito en las encuestas- tiene el desafío de aplicar una única medida inteligente: salir a gastar a lo grande. Propone que el Gobierno se endeude en forma masiva para aprovechar las tasas de interés cercanas a cero.
“En estas condiciones sería realmente irresponsable que el gobierno no asuma préstamos a gran escala para poder invertir en el futuro de Estados Unidos, principalmente en infraestructura”, dijo en su última columna del New York Times.
El economista no la considera una propuesta radical: “¿Deberíamos preocuparnos por aumentar la deuda del gobierno? No. Si se puede pedir prestado con tasas de interés bajas, y en particular cuando la tasa de interés de la deuda está muy por debajo de la tasa de crecimiento a largo plazo de la economía, la deuda no es un problema importante”.
El otro frente de problemas para el continente se concentra en América latina. Las estimaciones de retroceso de la actividad se ubican en 8 por ciento para este año. Latinoamérica tiene cinco de los diez países con más contagios del mundo.
El Fondo Monetario Internacional aseguro que los estímulos de las economías latinoamericanas permitieron bajar a la mitad el impacto del coronavirus sobre el PIB. O sea la caída de este año se hubiera ubicado en 15 puntos.
¿Pero qué pasara en los próximos años? ¿Estos países tendrán la misma capacidad de Estados Unidos para poder endeudarse a tasas cercanas a cero y sostener programas de inversión pública para asegurar el crecimiento pospandemia? Todo indica que no resultará sencillo y que el sistema financiero internacional no será el garante de estos créditos.
El Instituto Internacional de Finanzas lo dejo claro en su último informe sobre Latinoamérica. Los documentos de esta entidad transmiten la percepción de los grandes bancos de inversión. El planteo es que las autoridades de los países de América latina respondieron rápidamente para impulsar la demanda mediante la adopción de paquetes fiscales considerables a pesar de las finanzas públicas frágiles. “Aunque se ha demostrado que mantener este apoyo es una tarea cada vez más desafiante. Deben prevenirse daños permanentes a la macroeconomía y evitar otros efectos desestabilizadores”, apunta el informe.
Para el IIF la región enfrentará una recesión más profunda y duradera que la experimentada en 2009 con el estallido de la crisis financiera internacional. En sus perspectivas plantea que recién en 2023 empezará a recuperarse niveles de Producto prepandemia.