Horacio Lavandera presentará un recital de piano vía streaming, hoy domingo a las 21 a través de la plataforma Suena en vivo (las entradas se encuentran en www.suenaenvivo.com.ar). Será su primera experiencia a través del sistema que no duda en definir “una herramienta sensacional”. El pianista de 36 años, uno de los nombres importantes de lo que la tradición reconoce como “música clásica”, cuenta que preparó para este concierto un programa con obras de Astor Piazzolla y George Gershwin y anticipa, sin revelar nombres, que contará con invitados “del rock nacional, la música electrónica y el jazz”.
“En lo inmediato, el streaming nos devuelve la posibilidad de reencontrarnos con el público, pero al mismo tiempo esta manera de comunicación nos plantea otros desafíos. En estos tiempos de pandemia hay muchas expectativas emocionales respecto al arte y estas nuevas maneras abren otras perspectivas que es interesante explotar. Esto me entusiasma”, asegura Lavandera y enseguida apela a la anécdota. Repasa que alguna vez hubo en las calles de Viena un cartel que anunciaba el estreno de la Sinfonía nº 1 de Beethoven. Las entradas para el concierto había que buscarlas en la casa del compositor. “De alguna manera estamos volviendo a eso, a maneras de organización distintas a las establecidas. Hay mucho por estudiar al respecto, pero es evidente que hay una gran parte de creación colectiva en esto”, observa el pianista.
La promoción anunciala plataforma del concierto con “producción de estadio”, “sonido profesional, luces, pantallas” y “transmisión digital a cinco cámaras”. Se trata de una combinación atractiva, que coloca al pianista en un lugar distinto al del concertista tradicional. “Otras formas de producción para nuevas formas de comunicación”, insiste Lavandera, que contagia entusiasmo con cada palabra. “La idea es crear nuevas emociones y llevar al público a una experiencia distinta a la de la sala de concierto tradicional. Para eso trabajamos con un equipo y definimos los detalles técnicos que nos permiten lograr un acercamiento desde lo visual y lo sonoro. Queremos que el espectador pueda percibir desde muy cerca los detalles del instrumento, del teclado, de mis manos y de mis movimientos. Crear una gran lupa para que se sienta dentro del piano, envuelto por la imagen y el sonido, que además se produce en tiempo real, en vivo”, explica.
Esta inmersión del espectador en un mundode sensaciones se completa en la elección del repertorio. “Tanto la música de Piazzolla como la de Gershwin ponen en juego atracciones visuales, permiten especies de acrobacias y están llenas de efectos instrumentales que demandan un gesto físico importante por parte del intérprete”, explica Lavandera. “Pero sobre todo se trata de dos compositores que en momentos de coyuntura de alguna manera rompieron el molde de los comportamientos musicales de su tiempo y crearon otras formas de comunicación”, agrega el pianista, que en 2015 grabó en un disco formidable sus transcripciones para piano de “Adiós Nonino” y “Las cuatro estaciones porteñas”, entre otras obras de Piazzolla. “Durante mucho tiempo trabajé la obra de Astor con mi padre, que fue también el que me introdujo en el mundo de Gershwin y me aconsejó que no deje de tocar Rhapsody in Blue. Por eso este concierto está dedicado a su memoria”, asegura Lavandera.
El recuerdo de José María Lavandera, padre de Horacio y percusionista, durante muchos años integrante de la Orquesta de Tango de la Ciudad de Buenos Aires, retorna en varios momentos de la charla. “Fue él el que siempre insistió para que yo tenga una formación íntegra, que me diera la ductilidad que un músico de hoy necesita. Mi padre venía de ese pensamiento, que tiene que ver con no establecer límites y fronteras entre los géneros. Por eso para mí es natural de pronto estar, como hice el año pasado, en un escenario haciendo música con Ciro y los Persas. ¿Qué ganamos con estas actitudes? Nada menos que acercar la música al público, más allá de estilos y posturas. Me entusiasma la idea de un movimiento generacional importante de jóvenes que se acercan sin prejuicios a la música. Para que haya más circulación del arte, más cultura y más efervescencia e interés”, asegura Lavandera. “Gracias a mi padre viví desde muy temprano la música popular desde un lugar privilegiado, rodeado de gente que en este sentido se animó a ir tan lejos cuanto fue posible”, lo evoca.
–¿Cómo se conjugaron esos mundos en un niño de 7 u 8 años?
–Con total naturalidad. Me formé y me especialicé en el piano clásico, sobre la idea amplia de “ser músico”, con todo lo que eso implica. A los 7 años empecé a estudiar con mi tía abuela Marta Freijido, muy rígida en sus concepciones clásicas, que resultó una excelente maestra. Al mismo tiempo, mi padre me mandó a estudiar con Jorge Kenny, que era organista de la Orquesta de Tango de la Ciudad de Buenos Aires, y con él conocí otras aperturas. Kenny era un genio de la armonía aplicada al jazz y al tango. Más tarde seguí estudiando en el mismo sentido con Gerardo Gardelín, al tiempo que trabajaba en mi formación de concertista de piano con Antonio de Raco, otra persona importante para mí. De Raco era un tipo de gran cultura, siempre atento a lo que sucedía, un tipo que tenía un gran gusto también por la música popular. Transmitía esa forma de entender lo popular no como un género menor sino todo lo contrario: como algo transformador, estimulante.
–Sos un músico nacido en la Argentina que ofrece conciertos en todo el mundo. ¿Qué creés que te identifica como “pianista argentino” ante tus colegas de otros países?
–Creo que lo más importante en este sentido es mi formación con De Raco. Para mí fue clave y me hizo entender el sonido del instrumento de otra forma. De alguna manera, me siento heredero de esa concepción del sonido, entendido como un trabajo artesanal, que De Raco traía de su admiradísimo Wilhelm Backhaus y que es muy distinta a la que en su momento tuvieron otros pianistas de referencia. De Raco también supo transmitir esa concepción a la música latinoamericana, como lo hizo con la Sonata nº1 de (Alberto) Ginastera, que estrenó, del mismo modo que supo definir cada compositor que abordó con un sonido particular. Desde ese lugar siento una gran conexión con mi maestro, a quien conocí cuando yo tenía 12 años y él 83. Es más, muchas veces me siento fuera de época en mi manera de tocar y es porque soy una especie de viaje al pasado.
–Sin embargo, esta charla empezó hablando del futuro...
–Por sobre esas ideas, el lugar del arte es el de proporcionar fantasía, transformarnos, darle una oportunidad a la utopía de un mundo mejor. En este sentido, lo que nos pueden dar las nuevas tecnologías, si las llenamos de contenidos humanos, será bueno.