El refranero económico autóctono predica que a veces los arbolitos (o el dólar blue) no dejan ver el bosque. Pero en determinadas coyunturas son el bosque, el problema inminente que jaquea a los planes oficiales y puede perjudicar a millones de argentinos.
“Tenemos instrumentos para dar la pelea financiera pero estamos en desventaja para dar la pelea mediática”, dice el presidente Alberto Fernández a quien pueda oírlo. Está convencido de que el Estado podrá resistir una colosal corrida cambiaria promovida por jugadores diversos, todos poderosos. El diario Clarín juega a fondo en sentido contrario. Su edición del viernes opera a favor de la devaluación y la vaticina. Asegura que Fernández le dio quince días al ministro de Economía, Martín Guzmán, para que arreglara la situación. Un ultimátum, reseñan. La única duda para el multimedio es quién devaluará: si Guzmán, su sucesor o “el mercado”.
Fernández replica con bronca desde Olivos que son todas mentiras, que “Martín” está firme, que cambiarlo sería un despropósito. El mandatario y el ministro concuerdan: no habrá devaluación. Están decididos, lo bien que hacen. La coalición que empuja en sentido inverso aduce que “los mercados” actúan frente a la incertidumbre política. Los gurúes charlatanes de quincho niegan el componente especulativo, atribuyen afán constructivo a “los mercados”. Alegan que es necesario consensuar un plan económico, reducir el gasto social. Y saber quién gobierna “si Alberto o Cristina”. La novedad de la etapa es el bullshit referido a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner a quien cuestionan si habla, si calla, si tuitea o si respira. Las movidas devaluatorias son, por el contrario, un clásico que incluye un programa económico: pérdida del valor adquisitivo del salario, inflación, transferencia regresiva de ingresos, gasto público en picada. Un golpe tremendo al contrato social prometido en campaña e insinuado en los primeros meses de gestión.
El Gobierno adoptó tácticas intermitentes, comandadas de modo sucesivo por el titular del Banco Central (BCRA), Miguel Pesce, y por Guzmán. Esta columna política no entra en tecnicismos que se confían a colegas especializados. Pesce apeló a lo que los economistas graduados en Harvard llaman “el palo”, pero sin conseguir disciplinar a los especuladores o inversores. Guzmán sustituyó al hombre y al sesgo. “Más zanahoria”, dirían los doctorados en Yale, incentivos o facilidades para que salgan los dólares y se descomprima la demanda. También creación de propuestas de inversión rentables en pesos, algunas linkeables con el precio del dólar. El efecto se palpará en los próximos días. La brecha cambiaria récord es nociva, el Gobierno pulsea con fuerza. Confía en ir bajando las cotizaciones no oficiales del dólar, llegar a un acuerdo temprano con el Fondo Monetario Internacional (FMI), activar el swap con China.
**
Las lógicas de la City: Las condiciones objetivas, machacan desde Hacienda o la Casa Rosada, mejoran: nada justifica la cotización alternativa del dólar. La economía real repunta, de modo constante aunque heterogéneo. Crece la recaudación impositiva, mes a mes. Sube el precio de la soja. Hay superávit comercial. Tras el canje con privados, no se está pagando deuda externa. La cotización oficial del billete verde acompaña al aumento de precios al consumidor.
Los datos no calman las tensiones cotidianas en la City, la demanda de divisas que convalida cualquier precio. Hay motivos financieros evidentes, también designios políticos.
Las cotizaciones no oficiales del dólar se fueron a la estratósfera. Va a la cabeza el apodado “dólar blue” al que antes se llamaba “paralelo” o hasta “negro” y que siempre fue ilegal.
La operatoria Contado con Liquidación (CCL, alias “contado con liqui”) mueve 30 millones de dólares diarios, calcula Guzmán. Muy por debajo del oficial pero con capacidad de propagación. Se trata de acuerdos lícitos entre privados en los que no interviene ni eroga divisas el BCRA. Pero las cotizaciones del dólar en los dos mercados (el opaco y el CCL) influyen en expectativas y comportamientos. El billete verde trepa vertiginosamente, nadie quiere desprenderse.
Los exportadores retienen las comodities en los silobolsas que funcionan como sustituto del arcaico colchón.
Los importadores adelantan compras imaginando que el blue traccionará al oficial. O, jugando dentro de los plazos legales, sacan anticipos de financiaciones para importar, los retienen.
Por doquier, en cualquier nivel, se stockea en gran escala, los negocios están atiborrados de mercaderías. Paolo Rocca, dueño y CEO de Techint, le comentó a Fernández que Siderca vendió en semanas recientes su récord histórico de chapa para mercado interno. Los corralones de materiales se nutren pensando en que hacen una diferencia y que ya vendrá la demanda. Fue durante un almuerzo en Olivos.
El CCL consiste en venta de bonos emitidos en pesos por otros cotizados en dólares, así se sale al exterior. De ahí que se hable de dólar fuga y que, tiempo atrás, se nombrara “pedal” al CCL. Los grandes Fondos de Inversión extranjeros se atiborraron de Lelic, Lebac y otros bonos emitidos durante el gobierno macrista para favorecerlo. Hoy en día se sienten acorralados en este suelo y con su moneda: desean volar hacia afuera, forrados con verdes. Perjudicar al Gobierno funciona como frutilla del postre, o como postre vaya usted a discernir.
**
Los plazos también corren: Cuando se cerró el canje con los acreedores privados, el Gobierno pensaba tomarse un tiempo para negociar con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin vencimientos grandes con el organismo en el corto plazo, emergía un veranito sin pagos en divisas. El tsunami financiero cambió el clima y alteró el cronograma deseado. “Tenemos que cerrar el frente fiscal y el monetario antes de fin de año”, calibra el Presidente. Un acuerdo temprano con el FMI sosegaría ánimos, aspira, emitiría una señal.
La idea original, que pervive, es llegar a un Acuerdo de Facilidades extendidas por diez años, sin pagos hasta 2024. Pulsear firme por las condicionalidades. La titular del FMI, Kristalina Georgieva, difundió severas declaraciones sobre Argentina. Fueron leídas en los medios dominantes como una advertencia o un sosegate. El Presidente las interpretó de modo diferente, según confió a sus allegados.
La dupla Fernández -Guzmán, desde su llegada se mostró refractaria a recibir el pago pendiente que el FMI tenía pactado con el gobierno de Mauricio Macri. Pero la necesidad tiene cara de hereje, tal vez cambien de criterio. Hasta el cierre de esta nota, el Presidente insistía en que no lo desea. Pero ocurre que los meses venideros parecen eternidades. Los exportadores liquidan divisas masivamente en marzo, larguísimo plazo. El mes en que el oficialismo anhela tener la vacuna contra la covid-19, antes de que se produzca la segunda ola de contagios. Para amortiguarla, a diferencia de lo que sucede ahora en Europa.
Activar el swap con China forma parte de la hoja de ruta de AF.
Los fondos servirían exclusivamente para comercio con ese país dejando resto en las arcas fiscales para otras necesidades.
**
Velocidades diferentes: El Presupuesto se discutirá durante la semana en Diputados. El oficialismo calcula contar con mayoría ajustada tras negociar mejoras con legisladores de distintas provincias. Dicho toma y daca es habitual, se repite año tras año, forma parte de canjes democráticos, negociaciones por intereses. Sobran ignorantes en política que los descalifican aunque son legales y se desarrollan a la luz del día. Suena factible que los haya hasta último momento, en plena sesión.
El presupuesto 2021 es contenido, limita mucho el gasto social, no prevé fondos para el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). El académico y periodista Miguel Magnasco escribió, atinadamente, al respecto: “Que el árbol de la ortodoxia no tape el bosque social”.
En el Gabinete, con el Presidente a la cabeza, se confía en un rebote rápido del PBI tras la segura caída de alrededor del 12 por ciento este año. Esa cifra es casi inexorable, las proyecciones expresan voluntad y lectura del escenario.
En el equipo económico conviven pensamientos distintos, con un tronco común. Sus integrantes cuentan que se debaten orgánicamente, con espíritu de equipo y sin estridencias. La excepción, claro, son las discusiones entre Guzmán y Pesce.
En materia de gastos, concuerdan los más heterodoxos y los más cuidadosos: es imposible mantener el nivel de emisión monetaria de 2020. “El crecimiento tiene que suplir en parte el rol del sector público”, podría ser la consigna.
En todo caso, el Presupuesto avanzará rumbo al Senado, más hospitalario para el oficialismo.
Cuesta compartir (y hasta entender) por qué sigue sin tratarse en la Cámara baja el “impuesto a las grandes fortunas”. Portavoces del Frente de Todos aseguran que será llevado al recinto en noviembre. Parece imprescindible en la coyuntura. El proyecto cierra por varios lados: si se aprobara podría significar el ingreso de fondos frescos en plena malaria. Se trata de una medida redistributiva, sensata para afrontar la crisis. Fácil de explicar y divulgar. Una gabela para apenas 10 mil multimillonarios, por una sola vez.
Tras el maltrato al Presidente y a Guzmán en el Coloquio de IDEA, tras la concesión de un blanqueo a los empresarios que “sinceren” fondos para aplicar a construcción, tras la zanahoria para los inversores de la City… sumaría un gesto progresivo con potencial recaudatorio.
**
Oxígeno, otras agendas: El pasado fin de semana arrimó buenas nuevas y oxígeno al Gobierno. La marcha del 17 de octubre demostró un impactante nivel de apoyo en todo el país y en surtidos estratos sociales.
La impresionante victoria del MAS en Bolivia comprueba vigencia del movimiento que lidera el ex presidente Evo Morales. Surge, revalidado como el ave Fénix, un gobierno afín en un país limítrofe rompiendo el cerco geopolítico. Se probó que la militancia existe, que la movilización da resultados, que la acción directa, combinada con la participación electoral funciona como herramienta virtuosa de los sectores populares.
La política internacional de AF, cuestionada por chavista desde afuera y por concesiva según algunos compañeros, contribuyó desde el vamos. Garantizó la vida y la libertad de Evo, concediéndole asilo luego. Argentina no cedió en ese terreno, demostró coherencia y coraje aún antes de la jura de Alberto Fernández.
La acción colectiva, el nuevo mapa regional, construyeron un inolvidable finde, alivios y alegría para el Gobierno. La consulta popular de hoy en Chile parece transitar el mismo rumbo.
El cercano envío del proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) activa una agenda alternativa, de reconocimiento de derechos, honra una bandera de campaña (ver nota aparte).
De cualquier modo, en tiempos de pandemia el orden de prioridades coloca muy por arriba a las gestiones en salud y en economía… mucho más que en tiempos “normales”.
En ese contexto resistir a la ofensiva devaluadora es crucial.
Volvemos al principio, el poder de los adversarios es tremendo, impresionante el apoyo mediático que reciben o que les hace de vanguardia. Como escribió ayer en este diario David Cufré, “la devaluación no es una opción. Solo hay que evitar que ocurra”.
Alberto Fernández conoce los costos de una derrota en esta brega. Confía en capear la tormenta. Los próximos días, semanas como mucho, serán decisivos.