El Ejército Argentino realizó una denuncia al descubrir que en las instalaciones del Batallón de Ingenieros de Montaña 6, ubicado en la ciudad de Neuquén, había un faltante de municiones que, según estiman, sería de más de 28 mil proyectiles de fusil automático (FAL) calibre 7,62 mm. Sin embargo, eso no fue lo único que ocurrió en la sede del ejército neuquino el viernes por la noche: el suboficial que estaba a cargo del arsenal fue citado al regimiento para brindar explicaciones y lo hizo con su camioneta particular cargada con un tipo de explosivos denominado "trotyl" (trinitrotolueno).
Según informaron fuentes del Ejército Argentino, en diálogo con PáginaI12, el suboficial --de quien no brindan su identidad por cuestiones judiciales-- se encuentra detenido. Aún resta determinar si sus acciones formaron parte de un intento de suicidio o de un intento de atentado contra el regimiento. La justicia federal se encuentra investigando los motivos y el paradero de las municiones que faltan.
Según un comunicado oficial que difundió la Secretaría General del Ejército Argentino, "se inició una actuación de justicia militar con motivo de registrarse un presunto faltante de munición", y por tal motivo "se dio intervención al Juez Federal a fin de iniciar el proceso de esclarecimiento del hecho, haciéndose presentes en la unidad junto con el Comandante de la Brigada de Montaña VI y la fiscal de turno". "Tras las medidas tomadas, el Ejército Argentino se encuentra a disposición de las autoridades judiciales a fin de colaborar con una pronta resolución de lo sucedido", agregaron.
La causa está en el Juzgado Federal N° 2 de Neuquén, a cargo de Gustavo Villanueva, y la fiscal que lleva adelante la investigación es Mariana Querejetaor. En diálogo con este diario, la fiscal afirmó que "debido al estado procesal de la causa y a fin de resguardar la misma, no resulta prudente aportar información".
Sin embargo, algunos medios locales difundieron versiones de lo sucedido la semana pasada. Según pudieron saber por fuentes cercanas a los hechos, todo comenzó el viernes cuando un grupo de militares quiso retirar balas en el polvorín de Zapala, que forma parte de las instalaciones del Batallón de Ingenieros de Montaña 6, para ir a practicar tiro al polígono de la ciudad neuquina. Ante el pedido, el encargado de realizar la entrega de municiones les informó que no podían retirarlas porque "ya habían sido retiradas demasiadas". Luego, comentaron que desde el Ejército comenzaron a revisar los registros y notaron una falta "importante" de municiones, por lo cual decidieron citar al suboficial encargado del área correspondiente para que brindara información al respecto.
Según indicaron las fuentes locales, el suboficial llegó con su camioneta particular --una Ford Ecoesport color bordó-- el viernes por la noche a la guardia del regimiento y cuando comenzaron a interrogarlo sus superiores, el hombre se descompensó --supuestamente por un problema de hipertensión--. Ante esa situación, sus compañeros le ofrecieron llevarlo al hospital de la ciudad, pero el suboficial insistió reiteradas veces en trasladarse con su camioneta. Al no contar con las condiciones físicas para movilizarse por sus propios medios, finalmente sus pares lo llevaron a una clínica ubicada en el centro neuquino donde permaneció en observación unas horas y finalmente le dieron el alta. Una vez en el hospital, el suboficial reveló que la camioneta en la que había llegado hasta el regimiento estaba llena de explosivos Trotyl en su interior.
Por ese motivo, la justicia federal se hizo presente en el regimiento, junto a la Policía Federal y expertos en explosivos y, al realizar una revisión del vehículo y corroborar los dichos del suboficial, montaron un operativo que duró largas horas de la noche para poder desactivar los el cargamento de trinitrotolueno que, según informaron, no estaba conectado a la batería de la camioneta, como habían dejado trascender algunos medios locales. Otro de los errores de varias de las notas periodísticas publicadas sobre el tema fue que aseguraron que se trataba de un faltante de 25 mil kilos de municiones, cuando en realidad el faltante serían unas 28 mil o 30 mil municiones y no kilos.
Según algunas de las versiones, se estima que se trató de "un robo tipo hormiga, donde el sargento fue retirando las municiones que seguramente las comercializaba principalmente para actividades de caza", pero lo cierto es que la investigación está en manos del Poder Judicial y todavía no brindaron detalles ni datos oficiales de lo sucedido, ni del paradero del arsenal faltante.
Informe: Melisa Molina