El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, cuestionó este lunes los estudios que se realizan a nivel mundial para conseguir una vacuna contra el coronavirus, al afirmar que no entiende "el apuro" para lograr una inmunización en forma rápida sin invertir en el tratamiento. En ese sentido, Bolsonaro puso como ejemplo a la hidroxicloroquina, cuyo uso no tiene comprobación científica.
El mandatario dijo esto en el medio de la guerra de las vacunas que el mismo lanzó en Brasil, afirmando que su administración no autorizará a las vacunas provenientes de China, una de las cuales desarrolla el laboratorio público Instituto Butantan, en el estado de San Pablo.
"Queremos solucionar este tema. De las últimas vacunas que se hicieron, sabemos que tardaron cuatro años. No sé por qué ahora están corriendo atrás de esta vacuna", dijo Bolsonaro, cuyo país es el segundo en muertes, con más de 155.000, detrás de Estados Unidos y el tercero en casos, después de Estados Unidos e India.
Bolsonaro insistió que él, en agosto pasado, para superar la Covid-19, tomó hidroxicloroquina desde el inicio del tratamiento y sostuvo que eso permitió su recuperación.
"Yo les doy mi caso personal, es más fácil invertir en la cura que en la vacuna. O apostar en las dos, pero no olvidarse de la cura. Yo soy un caso testigo de la cura, tomé hidroxicloroquina. Otros tomaron ivrmectina, otros tomaron annita y se curaron", dijo Bolsonaro.
El presidente defiende a la hidroxicloroquina, un antipalúdico, para combatir la Covid-19 pese a que la comunidad científica sostiene que no existe comprobación de eficacia.
Bolsonaro habló con seguidores en la puerta del Palacio de la Alvorada, la residencia presidencial, luego de que el viernes la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) ordenara la importación de 6 millones de dosis de la vacuna Coronavac, del laboratorio chino Sinovac, al Insitutto Butantan del estado de San Pablo.
Anvisa, así, se desmarcó del presidente que desautorizó al ministro de Salud, Eduardo Pazuello, con Covid-19, a acordar con el gobernador de San Pablo, Joao Doria, a comprar 46 millones de dosis de la Coronavac.
El caso generó un gran revuelo institucional y volvió a enfrentar a los gobernadores con el gobierno central. "Esa vacuna no tiene confianza de la sociedad", dijo Bolsonaro entonces.
Bolsonaro también insistió en que espera que las revistas científicas publiquen resultados sobre la eficacia de vacunas contra el coronavirus y se pronunció a favor de que la vacunación no debe ser obligatoria.
El gobierno brasileño apuesta a la llamada "vacuna de Oxford", para la cual invirtió unos 400 millones de dólares para su adquisición y ensayos de la fase III mediante la Universidad Federal de Sao Paulo (Unifesp) y el laboratorio federal BioManguinhos.
En ese marco, un médico brasileño voluntario de esa vacuna falleció el 15 de octubre con coronavirus, y según fuentes citada por la cadena Globo la víctima había tomado un placebo.
La Coronavac de la china Sinovac llegó a Brasil para ser testeada en 13.000 brasileños mediante un convenio con el estado de San Pablo y el Instituto Butantan, la mayor fábrica de vacunas pública del Hemisferio Sur.
En tanto, el activismo de Bolsonaro, alineado a Donald Trump, surtió efecto entre sus seguidores cuando de vacunas china o rusa se trata, según un estudio revelado hoy por el diario Folha de Sao Paulo realizado por la Universidad de Brasilia (UNB).
La encuesta indica que el 78,1 % de los brasileños entrevistados se mostró a favor de darse una vacuna contra el coronavirus.
Esta voluntad cae a 62 % cuando se pregunta si alguien se daría una vacuna de origen chino y a 64% si la inmunidad es la vacuna rusa Sputnik V.
La mitad de los que se declaran bolsonaristas, por ejemplo, no tomarían una vacuna originada en China, país que es el principal socio comercial de Brasil desde 2009.
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