desde Londres

Londres está más marica que nunca. Solo basta atravesar las calles que rodean a Trafalgar Square, uno de los centros neurálgicos de la ciudad, para contemplar en el semáforo los símbolos de la transexualidad, el lesbianismo o la homosexualidad en el lugar en el que habitualmente se encuentra el clásico tipejo de luz verde que nos habilita a cruzar. A pocos metros, la National Portrait Gallery expone en su hall de entrada una serie de fotografías acompañadas de frases para promocionar la reciente publicación del libro Speak its Name!, que se puede comprar en el shop del museo: un compilado de retratos de personas lgbt, entre los cuales están Oscar Wilde, Joséphine Baker, Radclyffe Hall y Greta Garbo y que forma parte de la exposición permanente de la galería, escoltados con frases que reivindican su pasado y vigencia queer. Si damos unos pasitos más, entrando al British Museum encontramos eventos como “Exploring LGBT histories at British Museum”, que se realiza en las salas principales e invitan a individuos y familias a formar parte de la experiencia en un recorrido histórico sobre la homosexualidad en Occidente. ¿Y a qué se debe tanta presencia queer en el centro de la ciudad y en sus lugares icónicos? En Inglaterra se cumplen 50 años desde la descriminalización de la homosexualidad, circunstancia de la que no gozaron eminencias como el matemático Alan Turing, prácticamente asesinado por la Corona debido a su identidad sexual unos años antes. 

Frente a la sorprendente institucionalización de la lucha por los derechos para personas lgbt decidí buscar refugio y acercarme a la gesta, cuna y cueva de las luchas históricas de la ciudad: la hermosa librería Gay’s The Word, ubicada en el apartado barrio de Bloomsbury y que goza actualmente de una fama inédita desde que en el 2014 vio la luz Pride, la película que con altibajos, omisiones y varios lugares comunes aunque con bastante fuerza narra la historia de LGSM, “Lesbians and Gays Support the Miners”, un grupo liderado por el mítico Mark Ashton que desde el 1984 hasta su muerte, en 1987, recolectó dinero y organizó festivales para apoyar a un grupo de mineros en huelga contra la tiranía de Margaret Thatcher. Más allá de los efectos del film, Gay’s The Word lleva 38 años ininterrumpidos abriendo sus puertas día a día para ofrecer libros especializados en temas lgbt, además de haber sido el centro de reunión de LGSM, de innumerables grupos de discusión y debate -que continúan hoy en día- y constituirse como la meca de la pluma escrita en la isla. Habiendo sorteado algunas crisis, la librería se encuentra más viva y activa que nunca, tal como le contó a este cronista el encantador Jim MacSweeney, uno de los históricos miembros de este espacio de culto y organizador de eventos, lecturas y grupos por más de 30 años, además de consultor y consejero de lujo para quienes quieran atravesar la pequeña puerta del local y sentarse a escucharlo durante horas hablando apasionadamente de los libros que venden, de la vigencia y de la permanente renovación de la literatura lgbt. 

ENCUENTROS CERCANOS

Me contacté con Jim por internet y acordamos charlar en la librería un lunes por la mañana, convencidos de que sería un momento tranquilo y de poco movimiento en el local. Afortunadamente errados, al llegar a la librería me encontré con al menos 8 personas, chicas y chicos de no más de 20 años, esperando que abriera sus puertas. Pasaron ellxs y al segundo de ingresar yo, Jim me reconoció de inmediato. Al minuto ya éramos amigos. Me acomodé junto a él y mientras lxs jóvenes revisaban las estanterías de punta a punta, Jim esbozó una enorme sonrisa y comenzó la charla.

Treinta y ocho años en la calle. ¿Cómo hicieron para no bajar la persiana durante la crisis del 2008, en la que tantas librerías lgbt tuvieron que cerrar sus puertas?

–No solo cerraron librerías lgbt, las independientes también comenzaron a cerrar hace unos 10 años. Entre las compras online y la invasión de e-books en el mercado en un momento nosotros también nos preguntamos si nuestro tiempo había llegado, y de golpe eso se hizo viral. La noticia de la posibilidad del cierre fue tomada por la BBC, el Times y también la prensa lgbt y empezaron a llegarnos mensajes de apoyo.

¿Y eso los sacó del apuro?

–Fue difícil, porque al mismo tiempo comenzaron a aparecer secciones de libros lgbt en cadenas de librerías comerciales y otras librerías no específicas de la comunidad lgbt, y de golpe ya no hacía falta venir acá. Lo bueno de eso es que podés conseguir libros en todos lados, pero nos volvimos menos necesarios.

Algo similar pasó en otros lugares, ¿no?

–En Estados Unidos, por ejemplo. Las librerías independientes allá son golpeadas por Barnes & Noble y otras grandes cadenas que buscan nuevos mercados e incorporan estas temáticas a su stock, ya desde la década del 90. Eso aniquiló un montón de librerías independientes que eran grandiosas. Uno tiene que saber usar ese conocimiento y la pasión que nos mueve, porque en una librería independiente los libros no son solo objetos, forman parte de nuestras vidas. Yo tengo libros que venden tres copias por año, y los tenemos en stock, porque son buenos libros, pero en una librería grande obviamente esto no ocurre.

¿Y qué pudieron hacer ustedes contra tanta hegemonía?

–Nosotros somos mucho más especializados que las cadenas, y en definitiva esa situación hizo que mucha gente que no nos conocía comenzara a interesarse por nuestra librería y por los libros que ofrecemos. Así nos mantuvimos por algunos años hasta que en el 2014 apareció la película Pride y eso atrajo a toda una nueva generación, sobre todo chicos y chicas muy jóvenes que casi no eran lectores o estaban comenzando, y al entrar acá ven una selección de libros y temas de los cuales nunca habían escuchado. Entran, hacen preguntas, compran. La verdad es que es muy excitante todo esto que está pasando.

¿La aparición de Pride cambió radicalmente las cosas?

–Sí. Ahora viene gente de todas partes del mundo. Pasamos de ser el tipo olvidado e irrelevante que junta polvo a de repente estar “de moda”, y Gay’s The Word se convirtió en una librería que es un destino turístico.

¿Y cómo manejan esa situación, dado que ustedes tienen una historia muy potente que va más allá de las modas?

–Es todo muy excitante. De moda o no, nosotros hacemos lo que siempre hicimos, pero de repente la calidad de lo que hacemos empezó a ser reconocida, y tenemos una sección fantástica de historia, biografías, ficción, poesía y nosotros leemos, no estamos acá por el dinero. Nadie es dueño del negocio, todo el dinero que sale de la librería se invierte nuevamente en la librería.

¿Es como una cooperativa?

–Sí. Es como un colectivo. La librería no le pertenece a nadie. Hay muchas personas involucradas, y así se pensó en los años 70 con la política de aquellos tiempos. Tenía que ver no con hacer negocio, sino con crear un espacio de libros lgbt. Era como mitad negocio y mitad lugar de encuentro y socialización. Quien arrancó con la idea se inspiró en el Oscar Wilde Bookshop en New York y nos dijimos: por qué no tener algo así en Londres. Y se armó una red, también se abrieron en Madrid y en otros lugares, y siempre estamos viendo qué hay, que tenemos para hacer y promover.

¿Qué es lo que más se vende?

–Sin duda los libros de ficción. 

¿Alguna autora o autor en particular?

–Cambia todo el tiempo. Ahora estamos vendiendo mucho Guapa, de Saleem Haddad (ver cuadro), que es uno de mis libros favoritos del 2016 y está ambientado en un país árabe. Siempre están entrando nuevos autores, es fascinante el movimiento que hay.

¿Y lo que menos se vende?

–No hay nada en particular que no se venda. Tenemos muchas secciones, como poesía, ficción para niños y adolescentes, biografías, teoría queer, ficción gay, ficción lésbica, libros sobre lesbianismo, transgénero y transexualidad. Vienen muchos clientes trans que se interesan por la amplia sección que tenemos de libros trans, y también llevan memorias, novelas, ficción trans. 

¿Es un género literario que ingresó a la librería recientemente?

–Creció mucho en los últimos cinco años. Todo era gay y lésbico, y de repente empezaron a aparecer todos estos libros, cuestionando identidades y reclamando su espacio, lo cual es genial. Algunos libros de psicología se venden menos porque se volvieron muy caros y terminan en librerías académicas.

¿Entran clientes heterosexuales al local?

–Sí. Vienen mucho a comprar tarjetas. Vendemos unas tarjetas muy buenas, y muchas veces vemos que alguien entra con su hijo o hija y les compran libros a ellos, o los dejan elegir qué quieren leer. Las cosas cambiaron mucho y con mucha rapidez. Hace unos años la gente pasaba por la puerta del local y sacaba fotos para reírse, nos tomaban como broma, y ahora es como “¡Oh Dios mío, es la librería de Pride!”

DEL CLÓSET AL ESTANTE

Suena el teléfono. Jim se disculpa y atiende pero nadie responde, aunque él insiste. Repite al menos cinco veces “Gay’s The Word, Hello” en un inglés tan elegante, amariconado y hermoso que no logro disimular mis lágrimas uniéndose a la comisura de mi sonrisa mientras lo observo con admiración. Ahora la librería está casi llena (¡es lunes a la mañana!) y hay por lo menos seis chicas y cinco chicos revisando libros, hablando y mostrándose lo que encontraron, y mientras Jim no se da por vencido con el teléfono escucho que uno, con varios libros en sus manos y no más de 20 años, comenta que nunca leyó literatura gay, y que de hecho nunca lee libros, pero que está ansioso por arrancar hoy mismo.

No veo que haya secciones sobre asexualidad o intersexualidad

–La sección trans es muy popular en la tienda, pero no tenemos secciones específicas sobre asexualidad o intersexualidad porque no hay suficientes libros en inglés como para completarla. Sí tenemos varios libros sobre ambos temas, como Invisible Orientation: An introduction to Asexuality de Julie Sondra Decker, Making Sense of Intersex de Ellen Feder o Bodies in Doubt: An American History of Intersex de Elizabeth Reis, y otros.

Con tanta institucionalización en materia de derechos lgbt en la ciudad. ¿Qué lugar le queda hoy al activismo queer?

–Oh, no, siempre hay batallas a las que darles pelea, tensiones, cosas relacionadas, por ejemplo, con la salud y el bienestar de los niños. Nosotros vendemos muchos libros a escuelas.

¿Qué tipo de libros?

–Libros sobre educación, sobre cómo lidiar con los padres, libros para los padres. Vendemos mucho un libro que se llama This Book is Gay de James Dawson, que es introductorio a la diversidad y a las diferentes identidades y posibilidades que puedan existir, y otros libros de celebración o apoyo. Tenemos mucha ficción para niños y adolescentes, libros para chicos y chicas que tienen dos mamás o dos papás, o sobre familias diversas, o del clásico tío gay.

“El clásico tío gay”, ya sé de qué hablás (risas). ¿Y algo interesante que haya pasado últimamente en la librería y se te viene ahora a la mente? 

–Hace poco estaba lleno de gente y de golpe miro hacia la vidriera y estaba Simon Russell Beale, que es uno de los actores más prestigiosos del teatro inglés. Me quedé helado. Entró y estuvimos hablando. Yo lo vi en el escenario, es increíble. Hablamos y nos reímos acerca de muchos libros diferentes, y de repente me preguntó por un libro, le dije que era fantástico y lo abrió y me lo empezó a leer… Y yo me quedé como… “Oh, esto no está ocurriendo, esto no está ocurriendo” (risas). Fue muy natural, y me habló de la misma manera en la que yo te estoy hablando a vos.

Sí, pero yo no soy famoso (risas)

–Es uno de los grandes actores clásicos. Un encanto. Un en-can-to. (Jim murmura algo sobre Simon en secreto, haciendo mímica y gestos de todo tipo riéndose a carcajadas: palabras irreproducibles que ya se imaginan).

¿Cómo sigue ahora la librería, en materia de libros, eventos, grupos?

–Una de las cosas importantes que se vienen es la colocación de una placa en la fachada de la librería, en homenaje a Mark Ashton por el aniversario número treinta de su muerte. Eso se va a hacer en mayo, que era el mes de su cumpleaños. Nosotros continuamos haciendo lo que siempre hicimos: traer nuevos libros, hacer eventos, hacer que la gente se reúna, seguir con nuestros grupos de discusión y debate. A veces vienen parejas a sacarse fotos para su álbum de casamiento porque se conocieron acá, en la librería o en algunos de los grupos que organizamos.

O sea que Gay’s The Word es también un espacio para los encuentros amorosos…

–¡Sí! ¿Por qué no? (Muchas risas)l