“Existen grupos activistas que promueven la homosexualidad a través de acciones propagandísticas. Esto constituye un peligro: puede desfigurar la importancia de la reciprocidad sexual en la conformación de la familia y el derecho de los niños y niñas a contar con un padre y una madre”. No es un fragmento de un discurso de Monseñor Aguer, ni del diputado prehistórico de la campera amarilla Alfredo Olmedo, para quien la más pesada herencia del kirchnerismo ha sido la destrucción de la familia. Se trata de los manuales escolares de la colección Aprender a amar (Ediciones Logos), impresos en 2016 y adquiridos este año por escuelas privadas de todo el país. Pocos días atrás los manuales fueron escrachados vía redes sociales por alumnos que, en su retorno a clase, encontraron entre sus páginas frases como “La educación sexual y la salud reproductiva han demostrado que como metodología no resuelven el problema del embarazo adolescente” y “Ser amado en la familia es un supuesto esencial pero no suficiente. Un padre y una madre no son intercambiables. El aporte de los dos favorece el desarrollo positivo”.
Aprender a amar, colección que abarca desde jardín de infantes hasta quinto año, no es un manual de catequesis, sino que está recomendado para las materias como Construcción de Ciudadanía, Tutoría, Ética. Editado por Logos -que distribuye también de otros sellos religiosos-, el manual desalienta el uso del preservativo para prevenir el embarazo (no dice una palabra respecto a las ETS), también el de los anticonceptivos orales y reserva el podio de la eficacia para la abstinencia. Se refiere al feminismo con la terminología vaticana: ideología de género, “que tiene el objetivo de destruir el patriarcado, es decir, las estructuras sociales, económicas y culturales que han consolidada la posición privilegiada de los varones en la sociedad. (…) actitud extremista que trae consigo la destrucción de las instituciones”. Propone también actividades antiderechos como redactar una carta para convencer a una chica de que no aborte.
La primera lección que Bautista, un chico de tercer año de un secundario católico de la Ciudad de Buenos Aires, recibió en la materia Tutoría (en la que se debaten problemas de convivencia) fue que no se debe tener novio o novia en la adolescencia. Pero había muchos otros consejos del estilo en el manual, así que al llegar a casa posteó en Twitter algunas perlitas comentadas. Y no fue el único. A los pocos días la docente los recibió en el aula con un: “Sé que anduvieron quejándose del libro, pero no era para leer solos, sino para discutirlo acá.” Pero según cuenta Bautista no fue ésa una apertura al debate en clase sino “que siguieron insistiendo con las mismas ideas”.
Autoayuda para chicos
Si bien al tirar del hilo de cada uno de sus consejos se llega siempre al dogma, es curioso que en ningún momento el manual hable de religión de manera directa. Ni Jesús, ni el Espíritu Santo, sino una prédica new age que entre citas de Gandhi, Saint Exupery y otras frases de sobrecito de azúcar, juega de guía de auxilio ontológico para adolescentes (“No te obsesiones con la felicidad: surgirá de las buenas decisiones y las buenas acciones”), y socorre al joven desorientado para que distinga entre felicidad (“Duradera. Afecta a toda la persona”) y placer, que “es fugaz y afecta a un pequeño sector de nuestra corporalidad”. Heterosexualidad, amor romántico y reproducción son sinónimos: “el amor implica la unidad, la indisolubilidad y la apertura (…), por eso el amor matrimonial busca abrirse a otras personas empezando por crear su propia familia (…)”. En la línea de la abstinencia se recomienda también no frecuentar lugares oscuros: “El noviazgo no requiere intimidad sexual. Dedíquense a conversar, pasear, conocer su barrio. Algunos dicen que es aburrido. Nunca puede ser aburrido. Enfóquense en recrearse, vayan a parques, consíganse juegos de mesa (…). La soledad y la oscuridad, eventualmente, propician intimidad… y la intimidad siempre pide más intimidad. Es su naturaleza”. Desconcierta pensar a quién le habla Aprender a amar, o a quién cree que le está hablando, cómo concibe al un alumnado que para no tomar con, por lo menos, desconfianza lo que el manual expone tendría que haberse pasado la vida en una bolsa ziploc.
Fuera de la ley
¿Qué responsabilidades hay detrás de la difusión de este tipo de materiales que desoyen del primero al último de los lineamientos de la ley de Educación Sexual Integral, sancionada hace once años? ¿Qué hacer en caso de toparse con ellos? “Sobre su publicación, existe libertad de mercado editorial. Sobre su entrada a las escuelas, la viabilidad de la denuncia depende de muchos factores -explica Catalina González del Cerro, investigadora (UBA) e integrante del Frente por la Educación Sexual Integral-. Hay antecedentes de libros con este enfoque claramente religioso que sí fueron denunciados por sindicatos o agrupaciones sociales porque estaban avalados por los ministerios locales, como es el caso de ‘Cuentos que no son cuentos’, un curso dado por pastores evangélicos. A las escuelas de la Ciudad llegan distintos materiales desde el sector privado (editoriales, fundaciones, hasta empresas de toallitas) que se ofrecen a dar talleres y llevan sus textos, y a veces los venden. No hay un ente gubernamental que regule esto, y es mucho más difícil en las privadas. Es parte de un largo debate en torno al punto de equilibrio entre la regulación estatal y la autonomía escolar.”
En un marco de desfinanciamiento educativo, que tomó a la educación sexual integral como uno de sus blancos, desde el Frente por la ESI consideran que el corrimiento estatal da vía libre a que emerjan cada vez más este tipo de libros. La editorial Logos ofrece sus materiales a colegios privados, que pueden comprarlos o no, pero estos también deberían adecuarse a la ley. No hay canales jurídicos claros para denunciar la circulación de este tipo de materiales, que por otro lado tampoco es nueva. Sí hay unos contenidos mínimos obligatorios en los planes de estudio y para que lleguen es central que se garanticen las capacitaciones docentes gratuitas: “En general que la Educación Sexual Integral se trabaje correctamente o no depende de que quienes estén a cargo del aula o de la escuela la conozcan -dice González del Cerro-. Que reconozcan que todo esto que se dice en el manual en torno a la homosexualidad, al matrimonio, a la abstinencia como único método va en contra no sólo de la ESI sino de muchas otras normativas que defienden los derechos de los estudiantes, como el de la no discriminación y el derecho a la información”.