La pornovenganza es la publicación y/o difusión de imágenes de desnudez total o parcial o de videos de contenidos sexual o erótico a través de medios de comunicación o cualquier tipo de tecnología, sin el expreso consentimiento de la persona exhibida aun habiendo existido acuerdo para la obtención de esas imágenes. El sexo a través de fotos es una de las formas de goce en una época donde desde la comida hasta las vacaciones o la escolaridad son posteadas en las redes. El problema no es disfrutar de las imágenes, sino cuando se usan como una forma de herir a una persona que, en la mayoría de los casos, es mujer porque se invade su intimidad y se le intentan achacar prejuicios de género sobre su cuerpo, su vida, su libertad y su sexualidad. 

Por eso, el Senado le dio media sanción a un proyecto que busca penalizar la tecno violencia de género a través de la porno venganza con la incorporación del artículo 155 bis al Código Penal. La Cámara de Diputados tiene que avanzar con el tratamiento de la iniciativa que tendría una pena de seis meses a cuatro años de prisión y que busca que la persona condenada sea obligada a retirar de circulación, bloquear, eliminar o suprimir el material invasivo.”Si bien el proyecto alcanza a hombres y mujeres, son mayoritariamente mujeres las víctimas de la pornovenganza”, subraya la Senadora Marina Riofrio, autora del proyecto y Presidenta de la Comisión Banca de la Mujer del Senado.

No se trata de juzgar a las chicas por sus selfies o deseos, sino protegerlas de un uso violento de sus imágenes. “A veces nuestra sociedad es muy proclive a juzgar ciertos actos, pero tomarse imágenes íntimas no es un delito; es una acción privada, una decisión que se toma en la intimidad. Lo que sí afecta, muchísimo, es la exposición de dichas imágenes a terceros, sobre todo en las redes sociales, donde la reproducción se vuelve infinita e inmediata, difícil de parar”, acentúa Riofrio.