“El Conurbano es un crisol de culturas: hay gente de las provincias y también de Paraguay y Bolivia. Entonces, no tengo un género determinado, conozco un montón. Pero en un momento sentí la necesidad de preguntarme ‘¿Cuál es la música de mi país?’”, desmenuza el cantor y compositor bonaerense Federico Pecchia, quien en sus discos anteriores transitó por la canción, la trova y hasta la cumbia, pero esta vez decidió concentrar sus energías en la música de raíz folklórica. En su cuarto disco, Corteza (2016), el músico de Garín buscó “concebir un disco que tuviera la esencia folklórica argentina y que todas las canciones sean bailables”. Si bien se trata de un disco que aborda ritmos tradicionales (zambas, gatos, escondidos, chacareras, chamamés y taquiraris) y enfoca en la danza, Pecchia se permite jugar con arreglos jazzísticos y contemporáneos. “Hay un auge a nivel nacional de la danza. En los festivales está repleto de estudiantes de danza, por ejemplo. Es la profesión más bastardeada en el ambiente, pero lo cierto es que los bailarines mueven gran parte de este mundo que es el folklore”, entiende el músico, quien presentará sus canciones este jueves a las 21 en Teatro Sony (Cabrera 6027).
El nuevo disco reúne canciones propias, como la moderna “Tempestad”, la delicada “Zamba en vos” (en coautoría con Bebe Ponti) o la enérgica “Los Peñeros” (con Néstor Garnica de invitado en el violín), y algunas ajenas. O, más que ajenas, clásicos del repertorio popular, como "La olvidada” (de A. Yupanqui y Hermanos Díaz) o “El 180” (recopilada por Andrés Chazarreta). Y también hay dos inéditas firmadas por Juan Carlos Carabajal y Kali Carabajal: el bailecito “Mi linda norteñita“ y “Gato soltero”. Entre los invitados, hay uno muy especial que lo conecta con su infancia. “Con Antonio Tarragó Ros íbamos a grabar solo una canción, ‘Taipero Poriahu’, pero terminamos grabando también ‘Ñangapiri’, que no conocía”, cuenta Pecchia. “Empecé a ahondar en el repertorio popular y me encontré con perlas de nuestro folklore, como ‘Achalay tierra mojada’. Me preguntaba si podía resignificar algunos clásicos, si podía darles una vuelta nueva”, explica. “Y también quise aportar canciones mías, para seguir regando el cancionero”.
Una canción que sobresale en el disco es “Chacarera del árbol”, una obra que formó parte de la campaña 30.000 árboles por la Memoria. “Se dio en el marco del gobierno anterior. Con el impulso de la Subsecretaría de Responsabilidad Social del Ministerio de Desarrollo, íbamos cantando por todos los pueblos de la Argentina y plantábamos un árbol por cada desaparecido. Y también lo hicimos por los caídos de Malvinas. Como decía Yupanqui, hay una correspondencia entre el árbol y el sonido de la vibración de la guitarra”, enlaza.