La fila de autos que ingresa por Avenida de Mayo desde el Obelisco no parece terminar más. Bocinazos, cantos, dedos en V que responden a otros dedos en V, niños con medio cuerpo afuera del auto que agitan banderas argentinas, la marcha peronista al palo, la cara de Néstor pegada sobre los vidrios de cada vehículo que, en procesión, se acerca a la plaza de Mayo a rendir su homenaje. A lo largo de toda la tarde, la "Caravana de las mil flores" inundó el centro porteño, con cientos de familias, parejas y grupos de amigues que, a diez años de la muerte de Néstor Kirchner, se movilizaron y dejaron en la Casa Rosada una flor como muestra de cariño al expresidente. La jornada se extendió hasta la noche y contó con la breve aparición del presidente Alberto Fernández, saludando desde el balcón de la Rosada.

"Néstor no se murió... Néstor vive en el pueblo la puta madre que lo parió", cantan, a viva voz, las decenas de militantes que, en auto, bicicleta o moto, se dirigen a Plaza de Mayo. Una adolescente de 16 años está prácticamente parada sobre el vidrio del auto y canta agitando un pingüino de peluche cubierto por una bandera argentina. Se llama Tania y es nieta de desaparecidos: "Néstor es todo el amor, toda la unidad, toda la pasión del pueblo. Es toda la militancia, es quien formó la convicción política que genera tanto amor todos los días", explica, aceleradísima y sonriente detrás del tapabocas. Adentro del auto están su madre y su tía abuela que saludan y asienten orgullosas lo que ella dice.

Leandro Teysseire.

Tania no es la única adolescente, por todos lados hay jóvenes de no más de 18 que festejan, gritan, sonríen y visten variopintas remeras con la cara de Néstor y Cristina Kirchner o el nombre de la agrupación en la que militan. "Néstor fue increíble, no lo ví mucho pero tuve la suerte de criarme con lo que hizo y viendo discursos suyos así que creo que un poco lo conocí", sostiene Candela, de 15 años, también subida a la ventana del auto junto a una amiga. Enfrente hay una pareja con pecheras del sindicato de Telecomunicaciones y una bandera argentina enganchada en una de las puertas. "Yo soy del 89' y no supe lo que era el problema de conseguir trabajo hasta el 2017. Porque salí de la escuela en un contexto de mucho empleo y pensaba que eso era normal, ahora me doy cuenta de que era un oasis en el desierto de la historia argentina", explica uno de ellos desde adentro del auto.

Por delante se abre la Plaza de Mayo, hacia donde avanza la procesión. La mayoría son familias, hay muchos niños y niñas. Circulan varios adultos mayores, aunque la mayoría no sale del auto. Prácticamente todos y todas llevan tapabocas, y más allá de la pandemia que todo lo transforma, el clima general de la convocatoria se asemeja al de las marchas por el 24 de marzo. En el medio de la plaza, un grupo de jóvenes realiza un gran mural rostro de Néstor Kirchner sobre el suelo. Al lado, hay un busto inflable gigante del expresidente, lleva una sábana como barbijo que dice "El amor vence al odio".

En la reja de la Casa Rosada hay una bandera larguísima que reza: "Imposible apagar tanto fuego". Está todo cubierto de flores. Adelante hay dos integrantes de la Federación de Trabajadores de la Economía Social que reparten rosas frescas y cinta adhesiva para que todos y todas puedan rendir su tributo. "Néstor logró que nos interesáramos por la política. En esa época si un político salía era escrachado, pero eso él lo cambió", explica Noelia Morales, militante de FETRAE en Brandsen, mientras regala rosas a mansalva. Sobre la bandera están escritos en marcador negro los mensajes de agradecimiento de las personas que se acercaron a dejarle una flor: "Por primera vez me sentí orgullosa del presidente que tenía". "Gracias a vos hoy tengo mi hogar, mil gracias Néstor". "Dignificaste la política. Por 100pre en nuestros corazones". "Cuando bajaste los cuadros todo empezó a cambiar"; "Gracias Néstor por reparar tanto dolor. Despertaste a la patria dormida". "Siempre estuviste ahí, gracias por recuperar mi dignidad que estaba marchitada". "Gracias amigo". 

NA.

Sobre las seis de la tarde, cuando la circulación de personas en la Plaza es mayor, Alberto Fernández sale por uno de los balcones a saludar. Le responden con cantos y aplausos. A unos metros se acomodan un hombre de unos 70 años con su hijo. Se llaman Oscar y Emiliano y acaban de llegar desde Constitución viajando en una misma bicicleta: "Hoy teníamos que estar acá, como fuera. Néstor era uno de los nuestros, llegó y reivindicó a nuestros 30 mil compañeros desaparecidos", empieza a decir Oscar, pero se quiebra. Emiliano intenta seguir, pero, sin importarle las lágrimas, ese hombre de 70 años que viajo a Plaza de Mayo durante 35 cuadras sentado en el caño de una bicicleta, lo interrumpe y continúa: "Él le dijo No al ALCA, él rompió con el FMI, él bajó los cuadros de los genocidas. Es un día hermoso. Hoy nos emocionamos y lloramos de la alegría por haberlo tenido, por haberlo podido disfrutar. Néstor nos dio tanto que dio su vida, pero nos dejó su espíritu". Cuando termina de hablar, también está sonriendo.

Informe: María Cafferata.