Ángela Beatriz Saravia pidió declarar en la segunda jornada de juicio que se le sigue, acusada del delito de homicidio agravado, por la muerte de su marido, Luis López. Relató hechos de violencia psicológica, física, sexual y económica que vivió desde el momento en que se casó. Precisó que hizo tres denuncias, sin embargo, ante las preguntas del fiscal y de la defensa, señaló que no recibió contención ni asistencia del Estado.
La mujer contó que el ciclo de violencia continuó hasta que apuñaló a su agresor en un acto de defensa, cuando la tenía en el piso, golpeándola sin dejarla respirar.
Pero antes de hablar de ese día quiso "relatarle cómo fue mi vida con él", según le dijo Saravia a la presidenta del Tribunal, María Livia Carabajal.
"Todo fue perfecto hasta el día en que nos casamos. Después de 7 meses (de noviazgo)", sostuvo, para introducir en los detalles de una relación en la que su pareja la violentaba, le limitaba las libertades, su autonomía y sus derechos.
Sacando créditos y con ayuda de su madre y su suegra celebraron el matrimonio, pero ese mismo día comenzó la violencia: "Estábamos de fiesta, tomando, hasta que empezó a celarme con su tío Franco, me metió al baño, me pegó una piña y me rompió parte del labio y del diente. Cuando salí del baño, su tío le dice ¿por qué le hacés así? (...) Él se agarró a pelear con su tío, ese día fue un desastre". Pero siguieron juntos. "Al otro día, como siempre, me pedía perdón y yo siempre lo perdonaba".
Bety tiene una hija de 6 años, otra de 17 y un hijo de 18 años. De condición humilde, fue madre adolescente, y no tuvo acceso a estudios ni a oportunidades de trabajo estable. Antes de casarse, trabajaba recuperando basura y tenía sus propios ingresos, con los que había ayudado a refaccionar la casa de su madre, construyó habitaciones para su hija y su hijo y consiguió un terreno y materiales para su propia vivienda. Después de casarse, su marido, que era lustrabotas, no la dejaba trabajar; se molestaba porque ella ganaba más que él y le decía que era él quien debía aportar el dinero al hogar.
"Me puso un cuchillo en el cuello"
Las violencias se fueron multiplicando. En otra fiesta "él (López) me empezó a celar con el DJ. Cuando salimos de ahí, volvimos con su mamá, él me pegó una piña, me arrastró por el piso y me puso un cuchillo en el cuello. Después vino su cuñado Fede, le dijo no te acerqués (...) Lo metió adentro, yo también me metí para adentro, yo estaba llena de barro. Su mamá le dijo '¿por qué le pegás así? ¿qué te pasa?, vos estás mal'. Su mamá sí lo retó ese día. Después yo no me iba de su casa porque tenía vegüenza de salir, todos habían visto y había un montón de gente afuera", relató Saravia.
López controlaba cómo se vestía, y no la dejaba salir sola ni hablar con nadie. La obligaba a prescindir de su vestimenta habitual y a usar la ropa de él, con la que ella no se sentía bien ni cómoda. Llegó a golpearla por intentar vestir como quería. "No podía bañarme. Una vez cuando él no estaba y yo me bañé, vino y me dijo ¡ah claro, ya te fuiste a ver al otro! Era horrible. Yo, si tenía ropa, me la escondía (...) cuando la encontraba y me la volvía a poner, me la rompía, me rompía el corpiño, todo, un día me pegó porque yo tenía que usar la ropa de él". Y también le molestaba que su madre la visitara y no la dejaba entrar.
Saravia manifestó que un día se tiño el cabello de rubio, con la ayuda de una pariente política. "Al otro día me tenía que volver a pasar la tintura, le dije a él que teníamos que ir a la casa de su mamá para que Tania me vuelva a pasar la tintura. Él entró con un tupper amarillo lleno de lavandina y me lo tiró en la cabeza. El cabello se me ha caído, tenía pelado por partes. Fui a la peluquería para que me lo arreglen, me cortaron el cabello, yo no dije lo que él me había echado".
Otra vez que se enojó porque quería ir al barrio San Benito y ella, volverse a su casa. "Me dijo '¡ah!, ¿sí? ya te querés ir a ver al otro'. Me subió a la moto, empezó a acelerar" y la amenazaba entre insultos con matarse ambos. Saravia pedía a la gente que llamara a la Policía y en un momento, cuando vio que el hombre conducía hacia un colectivo, se arrojó del vehículo y empezó a correr. La llegada de tres policías puso fin al episodio, Saravia dijo que radicó la denuncia en el barrio San Remo.
Otro día, López se ensañó con su perrita. "Cuando él me pegaba la perrita le gruñía", se recostaba en sus piernas "y yo la acariciaba, era la única que siempre estaba conmigo", el hombre "vino con un pedazo de escoba, le tiró a la perrita y la mató". Saravia dijo que en la Alcaidía se estaba "olvidando" de esta violencia, "ahí por lo menos podía hablar con gente, él no me dejaba hablar con nadie, podía hablar con un montón de mujeres". En ese momento el Tribunal dispuso un cuarto intermedio, para que pudiera tranquilizarse.
Por alrededor de 2 horas, Saravia relató distintas escenas de violencia. Dijo que reiteradas veces López sacaba la garrafa y le tiraba con el gas. "Siempre volvía, me pedía perdón y yo le creía", expresó. Otra vez, el hombre la chocó con la moto cuando ella estaba con su hija en brazos, en otra ocasión le pegó con un ladrillón y ella quedó inconsciente hasta el otro día, después regresó y le contó que "pensaba que la había matado" y se quería "ir de viaje".
Sobre el día en que apuñaló a su pareja, Saravia detalló que López había comprado $500 de pasta base. "Se le terminó la pasta base. Me quedaban $200 que era para cocinar al otro día. Me los pedía". Relató que se negó a darle el dinero y mientras estaban en una galería, empezó a violentarla. Entonces entró a la pieza, donde su hija menor estaba durmiendo, pero el hombre forzó la puerta; "le dí la plata para que se vaya", pero empezó a insultarla y a agredirla. "Me agarró de la cara, me hizo dar vuelta, me caí, yo le decía no, Luis, no tirés el gas, está la M. (la hija). 'A mí que puta me importa, me ha dicho, me empezó a ahorcar. Había puesto la rodilla en mi brazo, no podía ni siquiera rasguñarlo (...). Agarré la tabla que estaba al costado y le pegué (...) Tenía un hormigueo en el cuerpo, agarré el cuchillo y se lo clavé. Yo me hice para la puerta, cuando me doy vuelta, pensé que él me había quitado el cuchillo, estaba al costado de la cama y tenía el cuchillo clavado", detalló la mujer.
Le dijo que pediría ayuda, agarró a su hija y se fue a la casa de la madre, porque ella no tenía teléfono para llamar a la policía y a la ambulancia. Aseguró que López le pidió que dijera "que fue una banda de vagos", quien lo había apuñalado y que por eso al principio dio otra versión. Expresó que si hubiera habido una policía femenina entre el personal que asistió al domicilio habría contado la verdad de lo ocurrido.
Después de escuchar la declaración, el fiscal Ramiro Ramos Ossorio pidió que se amplíen las pericias psicológicas y psiquiátricas con un equipo especializado del Ministerio Público Fiscal para determinar si efectivamente Saravia fue víctima de violencia de género. La defensa, a cargo de los abogados Martín Plaza y Josue Díaz Cueto, estuvo de acuerdo con la condición de que estén a cargo de personas formadas con perspectiva de género acreditable, puesto que la mujer ya fue sometida a pericias del Ministerio Público y en los informes no se dio cuenta de la violencia que atravesó y relató en la audiencia.
Saravia viene siendo contenida por una psicóloga del Polo de las Mujeres y la profesional será una testigo en la causa; por este motivo, el Tribunal se negó a dar lugar a los pedidos de la defensa para que pudiera contenerla durante la declaración y al finalizarla. La mujer tuvo que parar varias veces ante las crisis de llanto que le producía, según ella manifestó, "recordar" lo que había vivido. No tuvo ninguna asistencia psicológica especializada por el Poder Judicial en estas circunstancias.
Del informe de la División de Homicidios incorporado al legajo de investigación, surgió como probable la participación de Saravia como autora del hecho, pese a sus intentos por dar diferentes versiones y desviar las líneas de investigación. La defensa planteó que la Policía no tiene protocolos para abordar casos y detectar la violencia de género.
En la audiencia de ayer, el Tribunal aceptó en calidad de amicus curiae al Observatorio de Violencia contra las Mujeres y a la Multisectorial de Mujeres de Salta.