Desde Londres. El Reino Unido está en la vanguardia de los decesos por Covid en Europa y en la retaguardia de las medidas de combate a una segunda ola. Con más de 60 mil muertes supera a Italia, Francia, Alemania, España y el resto de los 27 países de la Unión Europea, según un análisis de los datos oficiales británicos publicado por el The Guardian. Pero mientras Francia y Alemania avanzan con fuerza hacia variantes de un confinamiento nacional, el gobierno de Boris Johnson está enfrascado en una sorda defensa de su estrategia de cierres parciales y localizados, criticada por la oposición laborista, por sectores conservadores y por el mismo equipo de asesoramiento científico gubernamental.
Los números de las últimas seis semanas alarman. El 21 de septiembre, el jefe de asesores científicos del gobierno, Sir Patrick Vallance aconsejó un cambio de rumbo a la política gubernamental advirtiendo que si esto no sucedía habría 50 mil casos diarios a mediados de octubre y unos 200 decesos por día a mediados de noviembre.
Vallance, acusado de alarmista, se quedó corto. Este martes, tres semanas antes de lo que había pronosticado, ya hay casi el doble de fallecidos: 367 muertes. La magnitud del salto se aprecia aún más si se lo compara con la cifra del lunes 26: 102 muertos. O con la del 21 de septiembre cuando lanzó su advertencia: ese día había habido 5 muertes.
Los números de contagios no han sido tan drásticos, pero avanzan en esa dirección. Este miércoles rozó los 25 mil casos. Hace 10 días, era 14.500. A este ritmo a mediados de noviembre se acercará a las desoladoras proyecciones que hizo Vallance para mitad de octubre.
El gobierno, que se ufanó desde un principio de seguir la voz de la ciencia, está ignorando abiertamente la evaluación de su equipo científico. En vez del “Circuit Breaker” que le propusieron en septiembre está siguiendo una estrategia de confinamientos parciales y zonales que es una variante del confinamiento inteligente del que se habló mucho en todo el mundo entre marzo y mayo (Chile era un supuesto modelo de este confinamiento inteligente).
En el Reino Unido este modelo se comenzó a aplicar en un puñado de zonas del norte en julio y se fue extendiendo, ajustando y profundizando desde entonces. Hoy todo el país está dividido en tres categorías (alerta medio, alto y muy alto) que marcan distintos niveles de restricción social. Los números contradicen esta estrategia. En 19 de las 20 localidades del norte que se aplicó en los últimos dos meses, los contagios aumentaron. “El consenso científico dentro y fuera del gobierno es que este sistema está fallando y se necesita un circuit breaker”, señaló al The Guardian la doctora Zubaida Haque, miembro del Independent Sage Group, que asesora al gobierno.
El gobierno dice que no ha cerrado la puerta a esta opción pero que no va cambiar de política. “Por el momento tenemos la política que necesitamos”, dijo este miércoles a Sky News, el ministro de medio Ambiente George Eustice.
Desde un comienzo el eje de la respuesta gubernamental ha sido la economía. En principios de febrero cuando todavía el Covid 19 parecía un problema chino o asiático, el primer ministro dijo en un acto público que el Reino Unido sería un baluarte de la economía de mercado para el mundo entero y que no se dejaría desviar de ese camino por el pánico a un virus. Con esa visión entró tarde al confinamiento nacional el 24 de marzo y salió temprano entre mayo y julio.
Con el invierno encima y este “chip” economicista, el Reino Unido se encamina a toda velocidad hacia una navidad muy complicada.