Hace pocos días, un grupo de padres, madres y chicxs se manifestaron en Plaza Pizzurno a favor de la vuelta a clases presenciales. La escasa concurrencia que obtuvo esa movilización no parece deberse a que la vuelta a clases presenciales no sea una causa de todos, sino justamente a que es una causa de todos.

Docentes, padres, chicxs, todos estamos hartos de la pandemia, del zoom, del distanciamiento social. Para poder volver a las escuelas trabajan el ministro nacional y los ministros de Educación de las 24 provincias. Por eso dictaron la Resolución CFE 370/2020. ¿Qué dice esa resolución del 8/10?

* Que las autoridades sanitarias y educativas evaluarán la posibilidad de reanudar actividades presenciales por localidades, comunas, municipios, departamentos o regiones. Para ello deberán corroborar el cumplimiento de las condiciones requeridas para estratificar el riesgo, cumplir los requisitos previstos en el protocolo y establecer el nivel de riesgo.

* Con bajo riesgo vuelven los chicxs de sala de 5, primero y sexto/séptimo grado (algunas provincias tienen primaria de 6, otras de 7 grados), los desconectados y los discapacitados.

* Con riesgo mediano se evalúa la posibilidad de organizar actividades educativas no escolares de no más de 10 chicxs al aire libre y cierres de año presenciales para chicxs de sexto/séptimo grado, quinto/sexto año de secundaria y egreso de terciarios.

* Se estratifica el riesgo considerando: traslado, hacinamiento familiar, capacitación del personal directivo, docente y no docente, protocolo ante caso sospechoso o confirmado de covid, detección y rastreo, estrategias para chicxs con factores de riesgo o convivientes con personas con factores de riesgo. Se dispensa de asistir a las personas incluidas en grupos de riesgo y se establece un semáforo que da verde, amarillo o rojo combinando niveles de transmisión, casos nuevos en el último mes y porcentaje de ocupación de camas de unidad de cuidados intensivos.

De 193 países, sólo 53 mantienen hoy las clases presenciales, y en este grupo algunos volvieron parcialmente, otros en forma escalonada y otros integralmente.

En Israel, por ejemplo, me informa el doctor Daniel Mames, argentino residente allí, volvieron a las clases presenciales a mediados de mayo y hubo que cerrar porque los contagios se dispararon. Volvieron a abrir en septiembre dos semanas y cerraron porque los contagios se dispararon a 9 mil casos diarios, que es un caso cada mil habitantes (como si en Argentina hubiera más de 45 mil casos diarios). Actualmente se estudia por Zoom y los casos bajaron a 800 por día, menos de la décima parte de lo que había hace un mes, y las clases volverían, con suerte, a mediados de enero.

Si en Argentina no se vuelve a clases presenciales en 2020, o se vuelve poco, no es por una siniestra conspiración de los 24 ministros de Salud y de Educación y de los sindicatos docentes, sino por las mismas razones por las que no se vuelve o se vuelve poco o en forma intermitente en toda la tierra.

Movilizarse por la vuelta a clases es como movilizarse por el fin de la pandemia, todos la queremos pero no es una reivindicación sino una aspiración legítima que precisa de bastante tiempo, cambio de hábitos sociales y buenas políticas públicas.  

* Mariano Echenique es Doctor en Ciencias de la Educación (UNLP).