Pablo Matías Vidal, Te amo (2007)

Si bien había grabado otros intentos, estas siete canciones funcionan como presentación en sociedad. Con el diario del lunes sabemos que forma parte del cuadro de honor del songwriting psicótico platense, pero ya entonces era un relámpago. Tiene la potencia de una voz que nace completa. Sin titubeo. Aún en el humor, en el error y las alucinaciones. Vidal replicó el CD-R y, en los huecos de su trabajo en el kiosco, fotocopió la tapa. “Salí del kiosco a la una de la mañana y, como siempre, me llevé las fotocopias que salían mal. Me había separado de una novia. Puse la fotocopia de la tapa en un atril y empecé a trabajar el concepto. Es un disco que tengo fresco y se sigue re-significando”. Su radio de influencia nunca trascendió La Plata, pero es profundo. En el año 2017, de hecho, se celebró su décimo aniversario con dos conciertos sold-out y varios invitados.

Orquesta de Perros, Roles y oficios (2012)

Seducidos tanto por la cancionística folk-rock americana de fin de siglo (Wilco, Elliott Smith) como por sus propios cofrades, el quinteto apareció en el circuito con tres compositores lo suficientemente parecidos como para estar juntos y lo suficientemente distintos como para estar separados. Armonías vocales, inventiva para los arreglos, sangre en los surcos. “A veces no puedo escuchar mis interpretaciones vocales en Roles y oficios”, confiesa Vidal. “¿Por qué cantaba así? ¿Por qué tan desbordado? Evidentemente estaba desbordado. Orquesta de Perros era una banda anárquica y caótica, muy librada a sus emociones. No había mucho método, no había una base muy férrea. Dependía del viento del día, pero cuando había buen viento era difícil de empardar”.

Los Valses, Los Valses (2016)

“Quería que fuera una banda mid-tempo. No quería ese tipo de rock que mi amigo Freddy llama todo-para-abajo: las corcheas que tocan los guitarristas de los Strokes. Las canciones que estaba componiendo tenían una cosa flotadora y había que desarrollarlas de una manera no tan instintiva. Pedían corazón, pero también pedían cabeza”. Formado por Santiago Peri (guitarra), Gabriel Ricci (bajo), Oscar Trani (batería) y el propio Vidal (voz, guitarra), el debut de Los Valses suena como el triunfo eléctrico de la melodía. “Corazón Loreal”, la canción del disco, tiene solo dos acordes pero su línea se multiplica a sí misma como si fuera un mandala. Los Valses parecen todo lo equilibrados que no era Orquesta de Perros, pero se sigue barriendo bajo la alfombra. “¿Quién te dijo que no tengo nada que esconder?”, canta Vidal. “¿Y que dejé el alcohol?”.