La familia de Jonatan Herrera salió destrozada ayer de los Tribunales provinciales. Gritos, llantos desconsolados y desmayos, fueron algunas de las reacciones posteriores a la lectura del fallo sobre cinco policías acusados por el crimen del pibe que lavaba su auto en barrio Tablada. La condena más alta fue de 6 años y medio, contra Ramiro Rosales, el acusado de haberle dado uno de los disparos mortales. Fiscalía y querella habían pedido perpetua. Por unanimidad, los jueces Juan Carlos Curto, Juan José Alarcón y Rodolfo Zvala consideraron que no tuvo intención de matar y le aplicaron la pena por un homicidio culposo. A otros tres policías de la Policía de Acción Táctica, el tribunal les dio tres años y ocho meses (prácticamente cumplidos), por abuso de armas. El trago más amargo fue la abusolución de Gladys Galindo, la agente del Comando Radioeléctrico acusada de darle el tiro en la cabeza. Para los magistrados "faltaron pruebas". La familia dará pelea: "Mírenme. Esto no termina acá. Esto recién empieza", prometió Julieta, una de las hermanas de Jonatan. Adentro, Nadia -otra de las hermanas- intentaba recuperarse. El servicio médico tardó cerca de media hora en brindar atención a las personas que estaban tiradas en el pasillo del primer piso. 

En la previa del veredicto, sobre calle Balcarce, se recreó el brutal homicidio del domingo 4 de enero de 2015: una veintena de actores vestidos de la PAT corrió a un chico que hacía de ladrón (para graficar la persecución). En segundos, comenzaron a disparar hacia cinco jóvenes que hacían de Jonatan: el que estudiaba, el que jugaba al fútbol, el que escuchaba música, el que era creyente y el que hacía ejercicios. "Yo sabía, yo sabía, que a Jonatan Herrera lo mató la policía", comenzaron a cantar familiares, amigos, miembros de organizaciones y familiares de otros pibes muertos a manos de las fuerzas de seguridad, que se convocaron en Tribunales pese a la falta de transporte por el paro nacional.

Un vez adentro, la familia se quejó de que no les permitían el ingreso a todos a la sala, que estaba ocupada incluso por empleados del Poder Judicial, como parte del público.

Cuando empezó la lectura, hubo silencio. El juez Curto advirtió que no se podría hablar durante la lectura. "Por unanimidad, este tribunal resuelve absolver a Gladys Galindo", dijo, primero. Los familiares se agarraron la cabeza y se mordieron los labios. Desde su silla, junto a los querellantes, María Elena -madre de la víctima- miró a sus hijos con los ojos mojados. Luego se leyeron las condenas contra Francisco Rodríguez (unánime), Luis Sosa y Alejandro Gálvez (por mayoría) a tres años y ocho meses de prisión, por el delito de abuso de armas, cuando la Fiscalía y la querella habían pedido penas de entre 12 y 14 años por tentativa de homicidio (menos a Gálvez, para quien el fiscal Adrián Spelta pidió pena por abuso de armas). Cuando se leyó la condena contra Rosales, se escucharon algunos festejos; pero más tarde la familia dejó claro que no fue suficiente: "Hijos de mil puta", gritó Nadia a los jueces. El resto de los familiares se subió a las sillas para sacar su bronca. Tras varios forcejeos, el personal de seguridad sacó de la sala a familiares y amigos de Jonatan. Siguieron gritando en el pasillo. Julieta se cayó y comenzó a sacudirse. Quienes la acompañaban gritaron pidiendo un médico. Enseguida también cayó Nadia, envuelta en una crisis de llanto. El personal del servicio médico no estaba en su consultorio de planta baja. Personal de la oficina de gestión judicial debió solicitar el servicio de emergencias externo que demoró en llegar. Las dos chicas se repusieron solas.

Cuando Julieta logró pararse, salió a calle Balcarce, donde el sol ardía, y no se calló nada. "Mírenme. Chicos (dijo a sus hermanos), mamá. Mírenme, por favor. Me duele el alma tanto como a ustedes. Pero esto no termina acá. La vamos a ganar. A las madres de los otros pibes asesinados por la policía les quiero decir una cosa: que nadie, nunca les diga cuánto valen las vidas de sus hijos. Nunca se callen. No se vayan creyendo que hoy acá no pasó nada. Miren a su alrededor. Miren a toda esta gente. Lo importante hoy es que la gente sabe que a mi hermano lo mató la policía", dijo.

María Elena no tenía palabras. Solo lágrimas. "Vamos a seguir peleando. Si ellos lo buscan, les vamos a dar pelea; porque a Jony lo fusilaron. Acá adentro todo se compra y se vende; pero se metieron con la familia Herrera, y la familia Herrera siempre se pone de pie. Les pido perdón a mis hijos por no poder consolarlos", expresó.

Para los abogados de la querella, fue un golpe bajo: "Esto es inesperado, sorprendente y triste por todo el trabajo que hicimos. Con este panorama, nadie mató a Jonatan Herrera. Vamos a apelar, pero es increíble que cuesten tanto ciertas resoluciones. Es un injusto", dijo Analía Abreu. "Lamentamos terriblemente esta resolución. Habla de un nivel de pseudoencubrimiento al Comando Radioeléctrico, desde los primeros momentos de la investigación (la agente Galindo fue detenida un año y medio después del hecho). Con este fallo se dice que nadie le pegó a Jonatan en la cabeza. Había muchos elementos. Encima apuntan a que Rosales no lo quiso matar. No alcanzan estas condenas. Es un fallo deficitario, que genera impunidad", agregó el abogado Salvador Vera. "Hay una dificultad de los fiscales para avanzar en las investigaciones y llevar a los acusados a juicio. No se logró quebrar el poder de lobby del Comando. Además, se da a conocer hoy, cuando no circula un colectivo, pero vinieron cientos de personas a acompañar a la familia. Nada de esto es casual. Teníamos expectativa de una condena ejemplar para poner un freno a los abusos policiales hacia la población joven de los barrios populares de Rosario". Y cerró: "A Jonatan Herrera, hoy lo mataron de nuevo".