Desde París
Las campanas de la basílica de Notre-Dame de la Assomption, en pleno centro de Niza, sonaron antes de lo previsto: ni siquiera eran las 11 de la mañana cuando las campanas repiquetearon en homenaje a las tres personas (un hombre y dos mujeres) que un tunecino de 21 años acababa de asesinar dentro de la basílica. Brahim.A ingresó a las 9 de la mañana en el recinto religioso y se abalanzó sobre las víctimas con un arma blanca. Degolló a una mujer, hirió mortalmente a cuchillazos al hombre y luego atacó e hirió a la segunda mujer, a la que persiguió y ultimó en el bar donde se había refugiado.
La policía intervino raídamente y, tras un intercambio de disparos, detuvo al atacante. Diversos testimonios contaron que el terrorista, durante el ataque, gritó varias veces “Allah akbar”. Francia se encuentra ahora bajo el doble candado de un nuevo confinamiento que comienza este viernes para frenar la segunda ola de la covid-19 y el de la alerta terrorista de alto nivel para todo el territorio activada por el Ejecutivo luego del atentado. El presidente francés, Emmanuel Macron, el de Interior, Gérald Darmanin, y de Justicia, Éric Dupont-Moretti, acudieron a Niza. El mandatario advirtió en esa ciudad de la costa Mediterránea que “no cederemos en nada”. A su vez, el Primer Ministro, Jean Castex, dijo en una alocución ante la Asamblea Nacional que la “respuesta del gobierno será firme, implacable e inmediata”. Desde ahora, unos 7.000 soldados serán movilizados en el país en el marco del operativo “Centinela”.
Mismo perfil de atacante
Aunadas una a otras las secuencias de los últimos tres atentados tienen protagonistas con el mismo perfil: todos son inmigrantes que llegaron a Francia por distintos motivos. El pasado 16 de octubre, un refugiado checheno de 18 años, Abdouallakh Anzorov, decapitó a Samuel Paty en la localidad de Conflants-Sainte-Honorine porque este profesor de secundaria había mostrado las caricaturas del Profeta Mahoma durante un curso.
El viernes 25 de septiembre, un paquistaní que había ingresado a Francia con nombre y edad falsa (tiene 25 años y no es un menor), Zaheer Hassan Mahmoud, atacó con armas blancas a dos personas que se encontraban en la puerta de los antiguos locales del semanario Charlie Hebdo. El atacante de la basílica de Niza responde a un perfil parecido. Brahin.A había llegado a Francia clandestinamente. Fue salvado por un barco humanitario italiano en las aguas del Mediterráneo y el 20 de septiembre desembarcó en la localidad italiana de Lampedusa. No se sabe cómo, pero llegó a Francia en algún momento tras cumplir la cuarentena que le había sido impuesta en Italia, donde además se había emitido una orden de expulsión contra él.
No es la primera vez que se produce un ataque sangriento en un lugar de culto, ni tampoco en Niza. El 26 de julio de 2016, Adel Kermiche y Abdel Malik Petitjean degollaron al padre Jacques Hamel e hirieron gravemente a un feligrés en una Iglesia de Saint-Etienne-du Rouvray. Ese atentado siguió al del 14 de julio de ese mismo año. Otro tunecino, Mohamed Lahouaiej Bouhel, dirigió su camión contra la multitud que celebraba la fiesta nacional francesa en el Paseo de los Ingleses, en la misma localidad de Niza. Este acto terrorista dejó un saldo de 86 personas muertas y 458 heridas y fue reivindicado por el Estado Islámico. La barbarie cometida por Brahim.A imita la mitología empleada por Abdouallakh Anzorov contra el profesor Samuel Paty: Brahim.A intentó decapitar a la primera mujer, pero, como no alcanzó a hacerlo, la degolló. No hay, hasta el momento, ninguna reivindicación y se desconocen las motivaciones por las cuales Brahim.A pasó al acto.
Musulmanes y Erdogan contra Macron
Este drama irrumpe en un contexto de doble y fuerte confrontación: una entre los países musulmanes y Francia, y la segunda entre el presidente francés y el mandatario turco Recep Tayyip Erdogan. Después de que Erdogan insultara copiosamente a Macron por sus declaraciones durante el homenaje al profesor Samuel Paty, la justicia turca presentó una querella judicial contra el semanario satírico Charlie Hebdo por la publicación de una caricatura de Erdogan en calzoncillos. El jefe del Estado turco condenó esa caricatura, a la que calificó de “abyecta” y como “hostil contra los turcos y el islam”. La crisis diplomática entre Ankara y París ya había llegado a niveles muy poco comunes entre países, tanto más cuanto que Turquía es un “aliado” dentro de la OTAN, la Alianza Atlántica.
La trenza entre Erdogan y Macron y, más ampliamente, la confrontación entre París y ciertos países musulmanes se origina en el salvaje asesinato del profesor Samuel Paty. Al cabo de esa tragedia Macron defendió la libertad de hacer caricaturas del Profeta Mahoma. Erdogan se molestó, puso en tela de juicio “la salud mental” del jefe del Estado francés, lo acusó de llevar a cabo “una campaña de odio” contra los musulmanes e incitó a boicotear los productos franceses luego de que París hiciera regresar a su embajador a Francia.
Fahrettin Altun, director de comunicación de la presidencia turca, dijo que las “caricaturas ofensivas” del Profeta y las acusaciones de “separatismo” apuntaban a “intimidar a los musulmanes”. La crisis ya se había expandido antes en los países musulmanes, igualmente molestos contra Macron por la forma firme en que defendió la libertad de expresión, incluso con la imagen del Profeta, y su posición contra lo que él calificó como “separatismo islamista”.
Desde hace una semana, países como Qatar, Irán, Turquía, Jordania, Kuwait o la misma Organización de Cooperación islámica (reúne a los países musulmanes) vienen “deplorando” las declaraciones de Macron. En Qatar y Kuwait las cadenas de grandes supermercados retiraron los productos franceses de los estantes al tiempo que Qatar suspendió la semana cultural francesa debido a lo que consideró un “perjuicio deliberado al islam y a sus símbolos”. Otros países del Golfo Pérsico se sumaron a esta ofensiva contra París al tiempo que hubo manifestaciones y quema de banderas francesas en unos cuantos países musulmanes. Arabia Saudita y Qatar, ambos amiguísimos, súper aliados de Occidente y, también, regularmente señalados por su respaldo al islamismo radical, condenaron igualmente las representaciones ofensivas del Mahoma.