¿Cómo volver teatral a algo que tiene un altísimo grado de realidad? Esa es una buena pregunta para hacerle a Los milagros, pieza de la joven Agostina Luz López que va por su segunda temporada en la cartelera porteña. En ella, una madre y una hija reales hacen de una madre y una hija en la ficción. Además, en escena aparece una amiga de la infancia de esta última, que también hace ese papel. El único rol que no tiene correlato con la vida real es el de la abuela, cuarta y última de un grupo de personajes femeninos en una obra que explora desde un ángulo muy íntimo el vínculo entre mujeres.
La respuesta más rápida a esa pregunta sería que lo que se narra es pura ficción. Y es cierto: la obra que se ve en Timbre 4 no es un “biodrama”, como se llama al género que escenifica retazos de la vida real de los actores-intérpretes que lo protagonizan, porque lo que sucede fue creado para la obra por la directora y dramaturga, en todo caso con la colaboración de las actrices en lo que desde el trabajo de ensayos e improvisación pudieran aportar. Más allá de los vínculos reales que las unen, las actrices siguen un libreto, dicen frases que a lo mejor nunca dirían y fundamentalmente construyen personajes que son distintos a ellas mismas, por más similitudes –como por ejemplo los nombres– que puedan con ellos tener.
Pero la obra cuenta una historia de madres e hijas, de abuelas y nietas, de amigas, y entonces en algun lugar el hecho de actuar con personas que ocupan esos roles en la vida real empieza a jugar un papel fundamental. “La realidad se cuela”, como dijo en una entrevista la directora, porque a Martina (la narradora y protagonista, interpretada por Martina Juncadella) su madre le dice que hace demasiado teatro -y es verdad- y porque a ella la amiga de su hija la abraza como si la conociera desde siempre, y también es verdad. Porque en ese ir y venir de contar una historia de mujeres, una historia centrada en la rama femenina de una familia, lo que las actrices se juegan en escena es también una nueva forma de articular sus propios vínculos, los personales.
Tres cosas puntuales merecen un llamado de atención, más allá de esa notable “curiosidad”. La primera es el rol que juega la amiga de Martina, interpretada por Laila Maltz, que llega y “se apodera de la obra”, como también dijo alguna vez López. Su personaje funciona como si fuera un coro griego pero siglo XXI, que en lugar de expresar lo que siente y piensa la protagonista –una profunda y visceral distancia emocional de su madre y abuela–, manifiesta lo opuesto: una inigualable adoración por todo lo que rodea a su familia y una profunda angustia por no poder ser todo lo que su amiga es. Su presencia articula las de las otras tres y las potencia: es la amiga la que saca de la abuela (Ernestina Ruggero) escenas brillantes y la que por contraste ilumina lo intenso del vínculo entre Martina y su mamá.
Lo segundo a destacar es el aspecto formal de la pieza, que es de suma experimentación. Ninguna escena es igual a otra y cada una incorpora un nuevo recurso teatral, una nueva convención, una nueva ruptura. Lo audiovisual juega una parte importante en esa construcción, y además ocupa un rol central en la narración de Martina, que de alguna forma se desdobla metafóricamente, y no tanto, televisor mediante. Por lo demás, la escenografía de Mariana Tirantte es perfecta para los relatos fragmentarios que presenta la obra, de un poco mas de una hora de duración.
Un ultimo detalle: cuando se estrenó, el año pasado en el Cultural San Martín, Los milagros era la única obra dirigida por mujeres de las que se veían en un teatro público de la Ciudad. Vaya si el nombre no fue acertado…
8 - Los Milagros
De Agostina Luz López
Elenco: Martina Juncadella, Carla Fonseca, Ernestina Ruggero y Laila Maltz.
Vestuario: Sofía Berakha.
Iluminación: Jorge Ferro.
Escenografía: Mariana Tirantte.
Fotografía: Luis Sens.
Colaboración artística y montaje: Joaquín Aras.
Sonido: Andrés Polonsky.
Asistencia de Dirección y Producción: Natali Aboud.
Dirección: Agostina Luz López.
Funciones: Jueves a las 20.30 en Timbre 4, México 3554. Hasta el 27 de abril.