De mi niñez recuerdo pocas cosas la verdad y entre esos resplandores de una mente sin retorno, me quedó para siempre el capítulo Raffaella. El 4 de marzo de 1979 entraba con mi pequeño cuerpito de 6 años al Estadio Córdoba o al hoy renombrado “Estadio Kempes” para ver el concierto de Raffaella Carrá. Plena dictadura en Argentina.
Me muevo entre el barrio más popular de Córdoba y el mercado central de frutas y verduras donde trabajan mis viejos. No hay casi libros ni discos en casa. Aunque más tarde comenzaría a robar de la caja del almacén para completar la Colección Billiken.
Para llegar al estadio hay que atravesar una nube de tierra y humo de chori. Estoy feliz, pero no me río por que me falta un diente. Todas las paredes pintadas de verde oliva y 25.000 personas “sentaditas ordenadamente” cantando "Explota, Explota! Explotaaaaaaa!"
No sé qué pasó durante el show, pero en algún momento sentí que podía tocar el vestido de lentejuelas blancas de Raffaella. No recuerdo que hubiera músicos en el escenario; sólo ella recortada en el espacio o mejor dicho, lo que parecía la figura de un cyborg salido de alguna novela-ensayo de Donna Haraway. Las luces estallan en su pelo y yo me vuelvo loca de amor.
Ya me sentía rara en ese entonces, pensaba que era hija de extaterrestres que pronto vendrían a buscarme. Así que cuando vi a esa “entidad” que con total transparencia, simpatía y erotismo muscular, despliega su poderío sobre el escenario para cantar en medio de los milicos y las familias “normales”: “Muéstrale lo que quieres y empiezas a hacer el amor”, tal como dice la letra original. Ya está, pienso yo, y creo que ese fue el momento en el que supe que existía un mundo raro (queer) y libre donde yo podría ser otra cosa (mini lesbiana en esa época).
Y entonces pasó algo. Casi hacia el final del concierto, ella bajó del escenario y empezó a subir las escaleras; en cámara lenta se acercó a mi fila y cuando llegó a mi lado, juro que me estalló el corazón como salto cuántico y me fui en llanto. No podía moverme, mis brazos se volvieron de plomo y me quedé inmóvil viendo como esa especie de doble de Sarah Connor en Terminator se iba alejando de a poquito y quedamos todxs como si hubiéramos visto al mismísmo espíritu santo, (si el espíritu santo supiera cantar, bailar como si tuviera piernas hidráulicas y cantara sobre la libertad y el sexo).
Para armar el repertorio de Pequeño Bambi, apelamos a nuestra “Biografía Musical” y a aquellas canciones que nos hubieran marcado por algún hecho extraordinario, así que incluir a Raffaella nunca se discutió. Ella iba sí o sí y lo que para nosotrxs era “Explota” luego supimos que el título era “En el amor todo es empezar” (tal es la traducción que se le impuso a la producción de la artista, lo mismo que taparse el ombligo), para poder cantar y hacer sus shows en Argentina. Lo que descubrimos es que el título original dice algo muy distinto: “Empiezas a hacer el amor”, cuya letra habla de una mujer que además de hacer el amor, quiere procurarse que sea una experiencia de placer y para eso tiene que decirle al otrx lo que necesita. Nada de cositas naif.
Algunos medios nombran a Raffaella como la Diva de Izquierda, la que decía: “Yo voto comunista” la que negociaba con los empresarios vestida de lentejuelas pero que daba la impresión que podía patear al mismísimo Bruce Lee, la que le cuestionó a David Letterman en su show el por qué la comparaba con otros hombres y no con otras mujeres de la TV, la que cantaba canciones donde las mujeres se tocan y se dan placer a sí mismas con tal candor y seguridad que se entromete sin problema en millones de hogares argentinos y a la vez enfurece al mismísimo Papa de la Iglesia Apostólica y Romana por el baile del tuca tuca. Es ese carácter de irrupción camuflaje lo que más nos seduce de Raffaella.
El disco de Pequeño Bambi que estará en todas las plataformas a principios de diciembre, incluye una versión punk dark de “En El Amor Todo es Empezar” y en la que sumamos algunos versos nuevos para hablar de bondage, sado y morbo. Esta producción tiene como invitado especial a Filipe Catto, -Latin Drama Superstar y une de los mejores creadores de la generación surgida a finales del 2000 en Brasil. Porque Raffaela es parte de nuestra biografía musical y de nuestro corazón que explota.
Pequeño Bambi es una banda de culto de punk queer de Córdoba dirigida por Karol Zingali. Teatral, dulce y violento, la música y los shows de Pequeño Bambi son un mix entre la alegría del dance floor y la crudeza del punk que encuentra su inspiración en la rabia, el dolor, el indie y el animé. La banda lleva al máximo el sentimiento de libertad y le canta a personas con espíritus inquietos, vulnerables, oscuros, violentos, radiantes y jubilosos. Pequeño Bambi corretea tras la utopía de un mundo de amor pansexual, de amor lésbico, transfeminista, de diversión transgeneracional. En su álbum debut, la banda presenta temas icónicos del pop, la canción romántica y el folkore y los pasa por su filtro sonoro llevándolos al máximo nivel de salvajismo punky. Su primer disco incluye versiones crudas y felices de “A quién le importa” , “Por qué te vas”, “Morir de Amor”, “Explota”, “Amor Salvaje”, “Como Una La Loba”, “Cara de Gitana” y “Siento Amor” inspirada en "I Feel Love" de Donna Summer. "Como una loba" ya se puede escuchar en Spotify, tema que interpretó Valeria Lynch en los 80, en versión punk rock. Y el 5 de Diciembre se viene un show vía streaming desde algún bunker cordobés. Info en Instagram @bambipunky y en todas las palataformas digitales