Luego de que Tim Curry confirmara su participación, el elenco completo de la película The Rocky Horror Picture Show se reunirá virtualmente este sábado, a propósito de Halloween. La intención será la de reunir fondos para apoyar la campaña de Joe Biden, contrincante de Donald Trump en las inminentes elecciones presidenciales estadounidenses. Durante su estreno, a mediados de los '70, el musical rockero se tornó en todo un fenómeno en la pantalla grande. Y para muestra están Jesucristo Superstar, Phantom of the Paradise, Tommy, Grease, Hair y The Wall, que en el inicio de los '80 despidió un género que en años subsiguientes apareció de forma esporádica y reivindicativa. Sin embargo, a partir de lo que mostró Bandalos Chinos el jueves último en la presentación online de su nuevo disco, Paranoia pop, el musical y los mediometrajes conceptuales no sólo ganaron terreno en la oferta local, sino que también se convirtieron en una alternativa al live streaming. Antídoto idóneo, por cortesía de la escena independiente argentina, ante la falta de interacción con el público.

“Érase una vez, en una ciudad de llamada Beccar, una banda pop…”. Así arrancó, tal cual cuento de hadas, el show de Bandalos Chinos, cuya previa sirvió para promocionar los dos últimos videos del grupo, “Sin señal” y “El ídolo”, al igual que su línea de merchandising. Apenas inauguraron el repertorio con la canción que le da título al disco, aparecieron primero los bailarines y más tarde el invitado del tema: Louta (anunciado a través de un corpóreo publicitario instalado entre las butacas vacías). A ese momento le siguió el ya mencionado “Sin señal”, donde el peso recayó en la fotografía y en el tornasol de colores del vestuario, seguido por “A la cabeza”, cuyo protagonismo lo tuvo una pareja en plan de autoconcierto. Ya en “Chu chu” se entendían mejor lo roles: los integrantes del equipo técnico hacían las veces de ángeles, el escenario era el Edén y los bailarines aparentaban ser muertos en vida. Pero el que estaba vivísimo era Goyo Degano, frontman de la agrupación, quien demostró que es uno de los mejores performers que tiene la Argentina en la actualidad.

A continuación, vino un intervalo, anunciado cartel mediante, y en el resto del repertorio de Paranoia pop hubo alusiones a la masa desenfrenada que no está más a causa de la pandemia, recreaciones a lo Elvis en su decadencia en “El ídolo”, conjunto de cuerdas (muy bueno y sutil lo de la Big Parana Band), set semi acústico al fondo del inmenso aforo y hasta la aparición de Lúcifer, a manera de maestro de ceremonia. Si bien se trató de una producción con un despliegue visual y estético espléndido, dos rasgos quedaron en el terreno de los grises. A pesar de que el programa de mano (existió una versión física y otra digital) explicaba que el disco “revisa paranoicamente la historia del pop y lo deja asentado para la posteridad”, el relato del musical no fue del todo consecuente con esa consigna. O al menos fue disperso. El otro ingrediente a tomar en cuenta fue que al ser un álbum de poco más de 30 minutos, el resto del show, si es que se puede considerar un tercer intermedio, Bandalos Chinos lo resolvió con algunos de los temas de su disco anterior, el aclamado Bach (2018).

Las Sombras

Una semana antes de que el sexteto presentara esta propuesta (el 5 de noviembre realizarán cuatro nuevas funciones), como parte del ciclo “Se siente en casa”, El Desastre, laboratorio sonoro de Nicolás Voloschin, estrenó, a través de Niceto Club, una performance a la que denominó “No estoy aquí”. En ese hermoso musical minimalista y unipersonal, el que el también guitarrista de Mi Amigo Invencible hizo del living de su casa su escenario, interactuando con el entorno que lo contiene, y apeló por la transición de la tarde a la noche para el desenlace. La banda de sonido, que incluyó un cover de “El carnicero de giles” (que no tiene nada que envidiarle al original de los Fabulosos Cadillacs), oscilaba entre el indie y la copla cuyana. Cuando este mediometraje conceptual concluya su on demand el próximo miércoles 4 de noviembre, Las Sombras lanzará, por intermedio de la ticketera de la sala del barrio de Palermo, su espectáculo “El precio de la canción”, compuesto por dos partes: una propiamente actuada (y rockeada) y otra de carácter acústico.

“En tiempos de streaming y falsos vivos, doblamos la apuesta y les ofrecemos una pieza audiovisual desde nuestro lado más íntimo”, adelanta el cuarteto pampeano en su perfil de Instagram. Y es que lo que hasta antes de que empezara la pandemia era considerada una herramienta meramente promocional, en estos tiempos comenzó a tener un valor artístico, y, por ende, comercial. Muchos grupos y solistas están eliminando de YouTube emprendimientos similares, que se podían disfrutar de manera libre y gratuita, en tanto que otros están capitalizando estas experiencias audiovisuales a través de encuentros virtuales con los músicos (meet and greet) o publicando en Spotify discos en torno a estos musicales. Tal es el caso de Mariana Michi, que puso en circulación a mediados de octubre La paz obligada, un extracto de su homónimo espectáculo.

 

Michi, que encontró en la cuarentena la posibilidad de consumar una idea que venía masticando desde antes, estrenó en setiembre esta propuesta (estará on demand hasta fines de año) basada en la ciencia ficción y que respetó el aislamiento social (sus invitados y músicos aparecieron por los televisores que configuraron la puesta en escena). “Como si se tratara de una película”, de esa manera definió la también cantante de Miau Trío a La paz obligada. Algo similar a lo que se planteó Martín Villulla, mandamás del proyecto psicodélico Marton Marton, cuando hizo El silencio que nos trae todo el ruido, que a lo largo de 40 minutos alterna el sigilo y la cotidianidad con el estremecimiento y la interacción. Eso decantó asimismo en un disco de remixes. Al tiempo que los musicales y mediometrajes conceptuales abren el juego y crean nuevas fuentes laborales en la escena independiente, la sensación del folk local Agua Florida anunció el suyo, lo mismo que el rosarino Lichi y los porteños Bicicletas 3000. Y se comenta que lo que prepara Juana Molina no tiene punto de comparación.