Javier Barreto nació en 1990 y sus 30 años los vivió en el barrio popular La Cariñosa, un extenso terreno en forma de triángulo que se encuentra delimitado por las calles Dr. Medina, Juan Pablo II y Avenida Uriburu, en la zona oeste de la ciudad. Diez años antes de que él naciera, en la década del 80, sus padres fueron unas de las primeras familias que encontraron en ese sector un lugar para vivir y criar a sus hijos. Por eso no puede dejar de indignarse cuando, en contacto con Rosario/12, se refiere a la orden de desalojo que dictó la jueza Cecilia Camaño ante el pedido de un privado que alega la titularidad de las tierras, en un conflicto legal que se remonta al año 2005. “La magistrada desconoce nuestra realidad, jamás vino al barrio a ver cómo es. Desde afuera es fácil decir que somos ‘okupas’ o usurpadores cuando en realidad acá somos todos laburantes y personas que vivimos desde mucho antes de que se hiciera el negocio inmobiliario”, explica Barreto, quien trabaja como empleado en una carnicería de la zona.

Poco a poco, y gracias al esfuerzo exclusivo de los propios vecinos, ese terreno de tierra se fue convirtiendo en un verdadero barrio en el que viven más de 1.500 personas, la mayoría parejas con hijos, además de muchos adultos mayores. Actualmente cuenta con panadería, almacenes, capilla y comedores que ayudan a los vecinos no solo con alimentos sino también entregando ropa que la gente les dona. Incluso tienen una plaza que previamente había sido un basural: gracias al trabajo de La Poderosa, una de las organizaciones que trabajan en el barrio, se hizo una limpieza y se lo transformó en un espacio para que los más chicos tengan dónde jugar.

Todo este crecimiento sostenido en los años para darle su fisonomía al barrio fue gracias al trabajo de los vecinos, sin la ayuda del estado. No tienen asfalto ni veredas y las humildes casas todavía carecen de los servicios esenciales de agua, luz y gas. “Ni la EPE, ni Aguas Santafesinas ni los distritos municipales tienen registros de nuestro barrio a pesar de la cantidad de reclamos que venimos realizando desde hace años”, menciona resignado quien es también presidente de la Asociación Civil Vecinos Unidos.

 

A esta realidad de esfuerzos, carencias y necesidades, ahora se les suma el temor latente de que los corran de sus hogares sin asegurarles un lugar en dónde vivir. "Sabes que feo que es que tus hijos vengan llorando y te digan ‘papá, ¿es verdad que nos van a derrumbar la casa?’ Eso hay que vivirlo para realmente saber lo horrible que se siente. ¿Cómo hacemos para calmar el miedo de nuestros hijos?", lamentó Barreto. 

Al ser consultado sobre la propuesta del gobierno provincial para relocalizar a las familias, se mostró de acuerdo siempre y cuando se realice como corresponde: “Primero que nos aseguren una vivienda digna y después que nos reubiquen, no al revés, porque suponiendo que desalojan a 500 familias, ¿a dónde vamos a ir? Qué ironía tan grande que por todos lados te dicen ‘quédate en casa’ y ahora a nosotros nos quieren sacar de nuestros hogares sin decirnos a dónde ir. ¿El coronavirus mata y dejar 500 familias en la calle no?”, sentenció.