En el primer capítulo, una empresa saca un crédito bancario de un cuarto de millón de dólares a tasa subsidiada de promoción de políticas productivas. Pero el dinero no se destina a ese fin, sino que se lo reparten la madre (presidenta de la empresa) y sus tres hijos (directores), como créditos en pesos que devuelven con cheques diferidos a una tasa anual "muy beneficiosa". Como la empresa en determinado momento ya no puede pagar las cuotas al banco, saca un nuevo crédito también a tasa subsidiada "por emergencia agropecuaria de pequeños productores", pero esta vez en un banco público que preside un viejo conocido. Por supuesto, el dinero no fue a manos de pequeños productores ni a cubrir una emergencia agropecuaria, sino a saldar las cuentas con el primer banco, por un dinero que ya estaba en las cuentas privadas de su presidenta y directores desde hacía cinco años. El capítulo termina con los protagonistas celebrando.
Segundo capítulo: la madre y sus tres hijos deciden desprenderse de una empresa editora de un diario, que presidía el padre de la familia hasta su fallecimiento. La empresa periodística tiene inmuebles importantes y muchas deudas, incluso por juicios laborales. Para no perder los inmuebles, el clan familiar arma una nueva sociedad que va a comprar, de a una, dichas propiedades a un valor irrisorio. Pero como esa nueva sociedad no tiene capital, simula préstamos para su financiación de distintas mutuales. Por cada operación, una mutual le da el dinero en préstamo con un cheque a la nueva sociedad, ésta compra una propiedad con cada préstamo entregando el cheque a la empresa periodística que se la vende, y ésta finalmente simula alguna operación con las diferentes mutuales para devolverle su propio cheque en pago. Conclusión: las mutuales vuelven a recibir su propio cheque que cancela el crédito, la nueva sociedad creada por el clan familiar se queda con las propiedades, y la antigua empresa periodística se queda con deudas pero sin activos. Insolvente total para afrontar sus compromisos. El clan familiar termina el capítulo celebrando que salvó las propiedades, que ahora figuran a nombre de una nueva empresa creada al efecto, y se desprendió de la vieja sociedad periodística sin pagar sus deudas.
Lo anterior no es el guión de una nueva miniserie sobre estafas familiares. Es el contenido real de la denuncia de Dolores Etchevehere contra su madre y sus hermanos por estafa, causa original a la que la justicia de Entre Ríos le agregó la carátula de "vaciamiento de empresa" en perjuicio de otros socios y acreedores. Denuncia y hechos que fueron ratificados por la fiscalía interviniente y dieron lugar a la citación a indagatoria de los responsables: la señora Marcial de Etchevehere y sus hijos Luis Miguel, Arturo Sebastián y Juan Diego. Lo que sigue es el extracto del pedido de indagatoria que formularon los fiscales Alejandro Joel Cánepa y Viviana Ferreyra.
El préstamo desviado
«Se le atribuye a Leonor María Magdalena Marcial de Etchevehere, Luis Miguel Etchevehere, Arturo Sebastián Etchevehere y Juan Diego Etchevehere, a la primera en su carácter de Presidente, y a los demás en su carácter de directores de la sociedad Las Margaritas S.A., haber solicitado préstamos al Banco Itaú por U$S 250.000, los que le fueron otorgados en fechas 29/07/2011 (U$S 200.000) y 12/08/2011 (U$S 50.000), a tasa subsidiada y con el fin preciso de ser destinados a actividades productivas que, en lugar de ello, fueron distribuidos entre los miembros del Directorio de la firma referida, para fines personales y distintos del solicitado al Banco. Todo ello surge de la certificación contable de fs. 112/113, donde constan los montos registrados en el Libro Diario General del Ejercicio Nº 34 de Las Margaritas S.A., cerrado al 31/12/2011.
La devolución de tales créditos, por parte de la sociedad al Banco, fue pactada en dólares americanos, a una tasa del 8% anual, mientras que – paralelamente – los nombrados devolvían a la sociedad el dinero distribuido, mediante cheques de pago diferido en pesos argentinos y a una tasa fija anual más beneficiosa.
Mientras el valor del dólar subía, al igual que las cuotas a pagar al Itaú, las que debían devolver los directores y la Presidenta perdían valor. Al punto tal que la sociedad, para saldar las cuotas pendientes de los créditos del Itaú, debió destinar parte de otro crédito tomado con el Banco de la Nación Argentina, correspondiente a una línea a tasa subsidiada para afrontar una situación de emergencia agropecuaria para pequeños productores, conforme fuera decidido mediante Acta de Directorio de fecha 01/11/2016.
De esta forma, en violación a sus deberes, los nombrados obligaron abusivamente a la firma Las Margaritas S.A., que dirigen y administran, ya que ni los créditos del Banco Itaú, ni tampoco el del Banco Nación fueron destinados a sus fines y destinos específicos y que hacen al objeto social de la misma, sino que fueron desviados hacia otros objetivos, obteniendo de los primeros un lucro personal indebido».
Vaciamiento de SAER
“Que por otro lado, atento a lo denunciado por Dolores Etchevehere -hoy querellante- vengo a formular requerimiento de instrucción formal contra Luis Miguel Etchevehere, Arturo Sebastián Etchevehere, Juan Diego Etchevehere, Leonor María Magdalena Barbero Marcial de Etchevehere,; y Luis Alberto Guevara, en su calidad de integrantes del Directorio de la firma SAER (Sociedad Anónima Entre Ríos), durante el período 2011/2015, por el presunto delito de administración fraudulenta (art. 173 inc. 7 del Código Penal), el que se verificaría a partir del vaciamiento patrimonial denunciado por la venta simulada de numerosos inmuebles de su propiedad, en perjuicio tanto de la denunciante como de terceros vinculados laboral y/o comercialmente con las empresas de la firma en cuestión.
" (...)contemporáneamente a que los miembros del Directorio de Las Margaritas S.A. se repartieran para sí mismos el dinero proveniente del crédito del Banco Itaú, también conformaron la sociedad Construcciones del Paraná S.A., de la cual la denunciante no es socia, y a la que fueron transferidos – mediante contratos de compraventa que en realidad simulaban otras operaciones financieras – numerosos inmuebles de propiedad de SAER, con el objetivo de desapoderarla o, como comúnmente se dice, ´vaciarla´.
La operación de vaciamiento significaba no solo la asunción de un mayor endeudamiento de SAER, sino también la venta a precios muy inferiores a los de mercado de sus bienes, entre ellos, inmuebles de un valor histórico y patrimonial trascendente.
Empresa pantalla
“Dado que los denunciados no podían adquirir por sí mismos tales propiedades, ni tampoco a través de aquellas sociedades en las cuales la denunciante es socia (SAER y Los Vascos S.A.), crearon la firma Construcciones del Paraná S.A. – cuyo paquete accionario recae en las mismas personas denunciadas – con el fin de transferirle tales inmuebles; pero como – a la vez – esa sociedad no contaba con fondos para abonar el exiguo precio pactado por los inmuebles, tuvieron que elaborar una singular ingeniería financiera con distintas mutuales (Asociación Mutual Solidaria – AMUS – y Mutual 10 de Abril, entre otras) por las cuales estas le entregaban préstamos a la insolvente Construcciones del Paraná SA. por el importe que ésta debía entregar como precio por las propiedades.
“Entonces, más concretamente, la maniobra habría sido perpetrada de la siguiente manera: por cada escritura se confeccionó un mutuo, emitido por una mutual que hacía de prestamista, y un cheque a nombre de Construcciones del Paraná; esta sociedad endosaba dichos cheques en favor de SAER por la escritura de cada inmueble; luego SAER derivaba los cheques a los acreedores en cancelación de cada uno de los mutuos.
De esa forma, el dinero tenía un movimiento circular por el cual volvía al prestamista original, mientras que los bienes involucrados en tales operaciones cambiaban de titular, que a la postre eran las mismas personas físicas que administraban SAER, despojando a esta última de tales bienes.
“Lo que quedaría claro, a partir de los ejemplos citados, es que los denunciados han realizado actos por los cuales descapitalizan la firma SAER y la endeudan, desprendiéndose de gran parte de su patrimonio, e insolventándose a sabiendas de que tal resultado que podría llevarlos – por lo menos – a la imposibilidad de asumir compromisos comerciales y/o laborales con terceros, o incluso con los propios socios, o con la querellante".