Dos hombres uniformados como policías de la provincia se acercaron ayer en horas de la mañana a la comunidad del Pueblo Wichí Pozo Pajarito, que ocupa el monte de unas 200 a 250 hectáreas que quedó en una finca rodeada de desmontes. La zona se ubica a 30 kilómetros de General Ballivián, municipio del departamento General San Martín.
“Es una isla de monte”, graficaron quienes conocen esa zona inhóspita, en varios tramos alambrada por los finqueros criollos. “Siempre estamos aquí (en la comunidad). Si no cuando vamos allá (Ballivián) a comprar, nos quedamos una, dos semanas. Pero después volvemos aquí", dijo a Salta/12 Sergio Tejerina. Ahí "están nuestros abuelos. Hay tres cementerios. Y andamos (en ese territorio) desde que andábamos sin calzado”, recordó en una comunicación algo accidentada por la interferencia del viento que corre en ese lugar.
La posibilidad de hablar con habitantes de Pozo Pajarito se dio solo por un momento, mientras duró la señal de telefonía. No tienen conexión a internet, ni teléfonos celulares con cámara o whatsapp. Lo único que pudo hacer Tejerina para informar algo concreto sobre la situación fue la lectura de la notificación que les dejaron los uniformados.
Esa notificación dice: “Destacamento de Policía de General Ballivián. 31 de octubre. Cédula de notificación señor Sergio Tejerina. Domicilio comunidad wichí Pajarito. Notifico que por orden de la Fiscalía Penal de Embarcación deberá desalojar el inmueble identificado con la matrícula 26.724 de la finca Karlen en un término de 24 horas, si no estará incurriendo en un delito”, dictó el referente del otro lado del teléfono. La notificación lleva solamente la firma de un cabo de la Policía, Rafael Víctor Areco.
Según indicaron miembros de la Fundación Asociana, esta “nueva” comunidad se habría desprendido de otras de ese territorio que es de uso ancestral de otras 8 comunidades indígenas. En 2011 Asociana hizo un mapeo de ese uso. Pero hasta el momento no hay ninguna carpeta técnica que lo oficialice.
"Hay miel, hay quirquincho"
“Ellos han desmontado muchas hectáreas y dejaron una parte que no hemos dejado que desmonten. Serán 200 o 250 hectáreas este montecito”, sostuvo Tejerina. Añadió que a pesar del escaso monte logran al menos sacar miel, y cazar algunos animales para comer. “Hay miel, hay quirquincho, hay algarrobo ya madurito. Eso comemos nosotros”, contó.
Cuando se le consultó sobre el acceso al agua dijo: “agarramos una carpa y le ponemos algunas varillas y juntamos cuando llueve”. De lo contrario “vamos a cinco kilómetros a Corralito (otra comunidad de la zona) a buscar agua”. Para tomarla muchas veces “la mezclamos con la miel”.
Tejerina dijo que en su comunidad viven 25 personas, y “algunos nomás” reciben beneficios sociales. “No nos vamos a ir”, afirmó al solicitar que los funcionarios “se acuerden de nosotros por tema de bolsones, salud, escuela y agua. Voy a agradecer mucho que se acuerden porque no tenemos nosotros con qué andar y a veces cuando llueve no tenemos comida”. Cuando llueve no se puede sacar miel ni cazar, y las lluvias vuelven intransitables los caminos de tierra.