A Speakerine (estreno el martes 3 a las 22 por Europa Europa) la han llamado la Mad Men francesa. Comparación atinada aunque incompleta ya que además de Don Draper podría incluirse a Agatha Christe y la estética yé-yé de la Francia de los primeros ’60. Miniserie de seis episodios de gran efervescencia visual, y estructura de whodunit, como antesala para un drama más profundo. Aquí hay luchas mediáticas, peleas familiares, amoríos prohibidos y juegos políticos situados en el contexto de la guerra franco-argelina hacia 1962.
Su protagonista es Christine Beauval (Marie Guillain), una presentadora de tevé objeto de amenazas justo cuando su marido (Guillaume de Tonquédec) es nombrado gerente de Mondovision. Su hija, por otro lado, tiene una relación con un poderoso bon vivant mediático. La clave de la serie pasa por resolver el misterio que, con astucia y riesgo, vincula su trama con la coyuntura de ese tiempo (hay terroristas de ultraderecha, menciones a las primeras transmisiones satelitales, Kennedy y De Gaulle). En definitiva, si en la serie sobre publicitarios neoyorquinos se fumaba y bebía whisky, quienes transitan por Speakerine beben champagne y pitan por boquilla. Pero ni Mad Men era solo eso ni esta entrega es pura espuma.