El tifón Goni arrasó Filipinas. Este domingo, el fenómeno climático tocó tierra en el archipiélago, con un saldo de 10 muertos. Las autoridades ya reportaron condiciones "catastróficas" tras haber evacuado cerca de 400.000 personas.
El tifón llegó a la isla de Catanduanes a las 5 de la mañana, hora local, con vientos de hasta 225 km/h y ráfagas a 310 km/h que arrancaron tejados, árboles y provocaron inundaciones.
Unas horas antes de alcanzar al archipiélago, Goni entró en la categoría de supertifón, pero al avanzar sobre la isla de Luzón, en dirección a Manila, perdió fuerza, según informó la agencia meteorológica filipina, que había anunciado "vientos de una violencia catastrófica y lluvias intensas y torrenciales". Catanduanes y Albay fueron las provincias más afectadas.
"Nuestros pueblos quedaron inundados", declaró Carlos Irwin Baldo, alcalde de Camalig, cerca de Legazpi. "Las carreteras están cubiertas de restos procedentes de las montañas, de ramas y de arena, algunos provienen del volcán Mayon. En varias carreteras no se puede circular", añadió.
Por su parte, el jefe de Defensa Civil, Ricardo Jalad, dijo que casi 400.000 personas fueron evacuadas. En Manila, la capital, los habitantes de algunas barriadas situadas en zonas poco elevadas fueron evacuados ante el riesgo de inundaciones, y el aeropuerto estaba cerrado.
Las escuelas, cerradas debido a la pandemia, se han convertido en refugios de emergencia, así como los centros de evacuación administrados por el gobierno y los gimnasios.
La crisis sanitaria complica aún más la situación, puesto que numerosos recursos de emergencia ya están destinados a la lucha contra el coronavirus. El archipiélago suma oficialmente más de 378.000 casos de covid-19 y 7.100 decesos.
Goni llega una semana después de Molave -que afectó a la misma región causando 22 muertos e inundando una gran zona agrícola antes de continuar hacia Vietnam-, y se espera que este lunes arribe al mar de China Meridional.
Pero otro tifón está tomando fuerza en el océano Pacífico y debería golpear de nuevo el archipiélago. Los filipinos se ven afectados cada año por un promedio de una veintena de tormentas tropicales y tifones, que destruyen cosechas, casas precarias e infraestructuras, manteniendo a poblaciones enteras en la pobreza permanente.
La peor tormenta de la historia reciente fue en 2013 cuando el tifón Haiyan causó más de 7.300 muertos, sobre todo en la ciudad central de Tacloban, que quedó sumergida por olas gigantes.