Según las últimas estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 350 millones de personas viven con depresión. Para tomar dimensiones, la cifra equivale a ocho veces la población de Argentina o el total de la población de Estados Unidos. No resulta extraño, entonces, que la mayor entidad sanitaria en el mundo haya elegido esta temática como eje de campaña para el Día Mundial de la Salud, que se conmemora hoy.
Las estadísticas demuestran que esta enfermedad no discrimina: afecta a personas de todas las edades, condiciones sociales y de todos los países. En el peor de los casos, la depresión puede provocar el suicidio, que actualmente es la segunda causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años. La buena noticia, ante el contexto crítico, es que se puede prevenir y tratar. “Ante la presencia u observación de síntomas como tristeza, vacío, desgano, pérdida del interés o manifestaciones de ideas suicidas, lo más importante es consultar a un profesional de la salud mental”, asegura el Federico Daray, investigador adjunto del Conicet.
Médico egresado de la UBA y especialista en Psiquiatría y Medicina Legal, Daray trabaja en el Instituto de Farmacología de la Facultad de Medicina de Buenos Aires. El año pasado dirigió una investigación en el área metropolitana de Buenos Aires que reveló que uno de cada cuatro pacientes hospitalizados por enfermedades médicas sufre de depresión. “Más allá de la cantidad de personas afectadas por esta enfermedad, uno de los principales problemas son las barreras de acceso a los sistemas de salud. Por otro lado, es difícil para la gente que sufre de depresión y sus familias reconocer que esta es una enfermedad, ya que está asociada a un alto nivel de estigma social”, subraya el especialista.
–¿Cuál es la definición de la depresión como enfermedad?
–El término depresión suele estar socialmente asociado a la tristeza, pero estar triste no implica estar deprimido, sino estaríamos patologizando emociones normales. La depresión en realidad es un síndrome, por lo que tiene una serie de síntomas y signos que deben persistir durante un tiempo determinado. Tal vez el más conocido de estos síntomas es la alteración en el estado de ánimo, en forma de tristeza o melancolía. Pero en la depresión se agregan más síntomas, ya que se alteran también otras funciones psíquicas, como las cognitivas (falta de concentración, alteraciones en la memoria, enlentecimiento del pensamiento y aparición de ideas patológicas de desesperanza, enfermedad, ruina o suicido), las neurovegetativas (cansancio o falta de energía; alteraciones del apetito, la sexualidad y el sueño) y las psicomotoras (agitación o inhibición psicomotriz). Lo que también diferencia a la depresión de la simple tristeza es la persistencia en el tiempo. En psiquiatría se establece que estas alteraciones del estado de ánimo deben persistir durante al menos dos semanas para ser consideradas como depresión.
–¿Existe un vínculo entre las llamadas enfermedades orgánicas y la depresión?
–Sí, hay grupos de pacientes o situaciones particulares en los que la depresión tiene mayor prevalencia. En pacientes que sufren de enfermedades orgánicas la prevalencia de depresión es mayor que en la población general y, en particular, en pacientes con enfermedades oncológicas, la prevalencia de la depresión es todavía mayor. Según una investigación que hicimos con 257 pacientes en tres Hospitales Generales del área metropolitana de Buenos Aires (Hospital Municipal “Prof. Dr. Bernardo A. Houssay” de Vicente López, Hospital Interzonal De Agudos “Eva Perón” de San Martín y el Hospital General de Agudos “Bernardino Rivadavia), encontramos que del total de los pacientes hospitalizados por enfermedades médicas, el 27 por ciento tenían depresión. Estos resultados han sido recientemente publicados en el Journal of Affective Disorders, una de las revistas más prestigiosas de la especialidad.
–¿Y a qué se debe esta cifra?
–El motivo o causa de la asociación entre depresión y enfermedades orgánicas aún no está clara. Lo importante es que en la práctica muchos de estos síntomas de depresión no son rastreados sistemáticamente ante el ingreso a una Sala de Clínica Médica, con lo que se pierde una oportunidad de tratamiento. Otro problema es que hay pocos profesionales de Salud Mental en los Hospitales Generales. En este contexto, no es posible sistematizar el control. Sin embargo, hay herramientas como los cuestionarios autoadministrados, que son usados en muchos lugares y que son completados por el mismo paciente y que podrían ser útiles en nuestro medio.
–¿Cuáles son los otros factores que favorecen la aparición de depresión?
–Hoy pensamos que no hay una única causa atribuible a la aparición de un cuadro depresivo. El modelo actual de psiquiatría contempla que ciertas personas tienen una susceptibilidad de base (con un fuerte componente genético) y que, sobre esta, determinados estresores ambientales actúan favoreciendo la aparición de un episodio depresivo (lo que se denomina modelo de diátesis-estrés). Hay ciertos factores que aumentan el riesgo de depresión como el sexo femenino, las enfermedades médicas, el tabaquismo y el consumo de sustancias entre otros, y por otro lado, hay otros factores que son protectores, como un mayor nivel educativo y la convivencia con alguien.
–En este contexto, ¿cuál es el rol de la familia y el entorno?
–El rol del entorno siempre es esencial. Tanto los psicólogos como los psiquiatras nos nutrimos de la información que nos puedan brindar los familiares para un mejor tratamiento y control de la enfermedad. Hay que tener en cuenta que una de las complicaciones más graves de la depresión es el suicidio, y que este se puede prevenir. El suicido generalmente es un proceso que tiene varias etapas: primero la idea de la muerte, luego la idea suicida, después la planificación y finalmente el intento. Cuánto más rápido se intervenga en este proceso hay más posibilidades de revertir la situación. En este caso el rol de la familia y el entorno es fundamental para poder acercar a la persona que sufre al sistema de salud.
–¿Hay debate en el seno académico en cuanto a los tipos de tratamiento para enfrentar a la depresión? Ya sea desde una alternativa farmacológica o desde la terapia.
–Está bastante establecido en el campo de la salud mental que los casos de depresión requieren distintos tipos de tratamiento de acuerdo a su gravedad. La depresión puede ser clasificada como leve, moderada o severa. Cuando uno está frente a un paciente con depresión leve, el tratamiento puede ser con una psicoterapia o farmacológico. Pero cuando el paciente ya tiene una depresión moderada o severa, sí o sí debe haber un tratamiento farmacológico, con el posible agregado de alguna psicoterapia. Lo que ocurre muchas veces es que no se tiene en cuenta la preferencia del paciente al momento de la elección del tratamiento, considero que es importante que el paciente pueda participar de la elección del mismo de acuerdo a sus preferencias. Lo fundamental, en todos los casos, es que el tratamiento siempre sea llevado adelante y controlado por un profesional.
* Agencia CTyS-Unlam.