Un acontecimiento notable se produjo en Estados Unidos en los últimos meses. Cada vez que hay un proceso electoral, todas las figuras públicas tratan de permanecer neutrales para no generar(se) problemas con sus seguidores, fans o lo que sea. A diferencia de lo que sucede en nuestro país, el voto no es obligatorio. Vota quien quiere. Y además, aunque parezca un tema menor, quien puede. Y esto es así porque las elecciones se hacen este martes. Naturalmente, es un día laborable. Hay muchos trabajadores que no pueden dejar sus empleos para permanecer en una cola cuya duración es inespecífica. Es por eso que desde hace varias elecciones, los norteamericanos permiten votar por carta. O también, depositar el voto anticipadamente en urnas que se abren especialmente a esos efectos.
Por lo tanto, este martes 3 de noviembre es el día en el que terminan las elecciones. Dicho esto, la brutalidad policial, que junto con las políticas inmigratorias y la reaparición de exmiembros del Ku-Klux-Klan abogando por la supremacía blanca, son factores determinantes. Trump se ha puesto "a la cabeza" de estos grupos neonazis, antisemitas, misóginos, perversos, con una réplica adaptada a este siglo de las políticas que implementó Hitler en la Alemania de la primera parte del siglo XX.
Pero esta vez, en EEUU hay una diferencia. Aquellos atletas profesionales (o no), y actores/actrices, por no decir todo Hollywood, han tomado una actitud distinta. En su momento fueron pocas voces y muy esparcidas en el tiempo: Lew Alcindor convirtiéndose en Kareem-Abdul Jabaar, Cassius Clay transformándose en Mohammad Ali, John Carlos y Tommie Smith en los juegos olímpicos de México de 1968, y más recientemente Kolin Kapernick, el exquarterback de los San Francisco 49ers.
Ahora no: los atletas, sobre todo los de la NBA y la NFL (basketball y fútbol americano) decidieron tomar otra actitud, pujar para que sus compatriotas empiecen haciendo lo elemental: registrarse y votar (cosa que el trumpismo no quiere e intenta impedir por todos los métodos). Con LeBron James a la cabeza, hoy en Los Angeles, la segunda ciudad en importancia y con un predicamento indiscutible entre los jugadores, seguidos por Chris Paul (el presidente de la Asociación de Jugadores de la NBA), y por Andre Iguodala (hoy en Miami, pero hasta hace muy poco en el multi-campeón Golden State Warriors), y el apoyo masivo de virtualmente todos los jugadores, los protagonistas de la NBA están haciendo oír su voz. Ya no hay más pasividad, ni tolerancia.
Michael Jordan dijo hace ya más de 30 años, cuando le pidieron que hablara a favor de las políticas antiraciales: “los republicanos también compran zapatillas”. Quizás Jordan hizo una broma. Quizás Jordan no quiso decir lo que dijo… pero lo dijo, y broma o no, eso se perpetuó con el tiempo y él le agregó a la frase su propia celebridad.
Hace unos días, la gente que maneja la campaña de Trump quiso juntar atletas profesionales y actores/actrices de Hollywood para hacer un aviso apoyando al actual presidente. No pudo. Nadie quiso participar. Por una cuestión estadística, me cuesta trabajo creer que todos van a votar por Biden, pero lo que me queda claro también es que nadie quiere públicamente, exponerse a favor de los republicanos y ni hablar de participar en una campaña de estas características.
Siempre fue "pan y circo", pero ahora, afortunadamente, la plataforma que tienen los atletas (profesionales o no), apunta en una dirección diferente. En este caso, quitarse de encima al peor presidente que tuvo Estados Unidos en su historia. Los atletas siempre tuvieron voz, pero no la usaban y aparecían desperdigados, diseminados, casi como "distraídos". No more. “Black Lives Matter”, “Vote”… y si todo sale como espero, más que voz será un grito que la sociedad norteamericana no puede no escuchar.