El mismo día en en que los trabajadores de todo el país daban una contundente muestra de rechazo a la política económica y social del gobierno, el Indec daba cifras reveladoras de la profundidad que alcanzó la baja en el desempeño de la actividad productiva. El uso de la capacidad instalada industrial se retrajo al 60 por ciento, lo que equivale a decir que cuatro de cada diez máquinas instaladas se mantuvieron inactivas en el mes de febrero pasado. Ese indicador no sólo es 4,2 puntos inferior al nivel de utilización medido por el organismo oficial para el mismo mes del año pasado, sino que es el registro más bajo computado por el Indec en los últimos catorce años. La industria automotriz es la que exhibió el valor más bajo de uso de capacidad instalada en el mes, pero en el panorama general, sobre 12 sectores o rubros en el que está dividida la estadística oficial, son 5 los que exhiben niveles de uso inferiores al 55 por ciento.  

 Tasas de uso de la capacidad de planta cercanas o inferiores al 50 por ciento pueden representar una parada circunstancial de planta, por razones técnicas o vacaciones, o ser el síntoma de una marcada crisis que, de persistir, indicaría que buena parte de las empresas existentes estarían sobrando. Febrero es un mes, tradicionalmente, de baja relativa del uso de la capacidad instalada. Pero en este principio de año la baja fue más allá de lo estacional. El 60 por ciento de febrero es el registro más bajo en 14 años, pero además viene de un mes de enero con 60,6 por ciento y un diciembre de 2016 con un 63,6 por ciento de utilización. Son valores inferiores a los registrados por la actual gestión del Indec para enero y febrero de 2016 (62,9 y 64,2 respectivamente). Además, entre marzo y octubre del año pasado, el indicador se movió entre 62 y 65,4 por ciento, lo que da cuenta de los muy bajos niveles de actividad industrial a lo largo de todo el año pasado e inicios del actual.

 Analizado por sectores, se observan niveles de uso del equipo de producción alarmantemente bajos en el sector automotor (31,5), el resto de la industria metalmecánica (42,1), textil (53,9), edición e impresión (47,6), y caucho y plástico (54,1). Otro rubro clave en la estructura productiva local, Alimentación y bebidas, midió en febrero un nivel de uso del 62,4 por ciento, 4,4 puntos por debajo de febrero del año pasado. 

 En el caso de los textiles, las cifras del Indec mostraban un nivel aceptable de uso de la capacidad instalada hasta octubre, cuando registró un 69,1 por ciento. En octubre y noviembre cayó por debajo del 60 y en diciembre tocó un piso del 48,9 por ciento. La caída de la demanda, sumada al impacto de la importación de prendas en diversos rubros, está provocando estragos en este sector caracterizado por la existencia de miles de pequeños y medianos talleres. Las cifras oficiales vienen a corroborar ese estado de cosas y permiten advertir el riesgo cierto de continuidad en la actividad para una franja significativa de empresas. 

 El sector metalúrgico, a través del rubro denominado “industrias metálicas básicas”, exhibe una situación relativamente más favorable que los ya mencionados. En febrero pasado, el Indec registró un nivel de utilización del 65,7 por ciento, cinco puntos menos que un año antes pero todavía en niveles aceptables. Vale señalar que un día antes, el miércoles de esta semana, la cámara del sector, Adimra, había dado su propio informe en el que señala un uso de capacidad instalada del 52,6 por ciento para el mismo mes de febrero. La diferencia puede estar dada porque el Indec no toma dentro de “metálicas básicas” a las firmas metalmecánicas, que Adimra sí considera en su universo. Y, por el contrario, las firmas siderúrgicas que para el Indec forman parte del listado de “metálicas básicas”, para Adimra son ajenas (pertenecen a la Cámara de la Industria del Acero). Una cuestión metodológica que hace que, en el informe del Indec, no quede reflejado el momento de severa crisis que vive la pequeña y mediana industria metalúrgica. 

 La profunda crisis industrial, reflejada en la situación de decenas de miles de pequeñas manufactureras locales, no aparece en la pantalla del ministro de Producción, Francisco Cabrera, quien ya desde el año pasado dio a conocer el plan nacional de reconversión para la mayoría de estos sectores, a los que considera “no competitivos”. Desde ese punto de vista, el brusco descenso de la utilización de capacidad instalada puede interpretarse como un paso natural en ese proceso. Sin eufemismos, eso significa más cierre de empresas y más desempleo. No es la mejor noticia como respuesta a un día de paro general.