Rafael Nadal fue durante mucho tiempo la bestia negra de Roger Federer, un jugador inabordable para el exquisito tenis del suizo. Pero los tiempos cambiaron y ahora es el español el que no encuentra respuesta para la versión más letal y contundente del campeón de 18 Grand Slam.
¿Cómo es posible que Federer descubriera el antídoto contra Nadal después de más de 30 partidos y cerca de cumplir los 36 años? ¿Qué cambió en su tenis y en su físico para poder revertir la situación? “Llevo viendo jugar a Federer desde 1998 y desde mi humilde opinión está jugando el mejor tenis de su carrera”, aseguró Brad Gilbert, ex número cuatro del mundo, después de que Federer doblegara a Nadal el domingo en la final de Miami por 6-3 y 6-4.
Fue la tercera victoria del suizo sobre el español en 2017 y la cuarta consecutiva, algo que nunca había ocurrido pese a que el duelo en Crandon Park fue el trigésimo séptimo entre ellos. Nadal sigue mandando en el cara a cara 23-14, pero ya no es el que lleva el timón de los partidos. Todo pasa ahora por la raqueta de Federer.
El Federer de ahora no contemporiza, sino que se mete dentro de la pista para tomar la iniciativa de los puntos. Nadal, acostumbrado siempre a llevar al suizo a los límites de la cancha con sus tiros, ve ahora que la respuesta del otro lado de la red es contundente y rápida. Federer resta incluso subido a la línea de saque.
“Estoy feliz por haber mantenido aquí mi juego agresivo. Ganar un torneo como el Abierto de Australia con esa táctica te da la confianza para seguir jugando así”, expresó Federer en Miami. “Estaba más en modo pelea que intentando mantenerme a flote”, agregó el suizo, que exhibe una confianza desbordante.
Nadal, de 30 años, ganó a Federer numerosos partidos por agotamiento físico y mental. Salir a jugar ante el español en arcilla era algo parecido a un suplicio para el helvético, que sólo ganó dos de los 15 partidos ante Nadal en canchas lentas.
El nuevo Federer, sin embargo, juega a una velocidad abismal. No da tiempo para pensar entre punto y punto, y menos con la pelota en juego. La final de este año en Australia se fue a cinco sets, pero acabó después de tres horas y 38 minutos. La misma definición en 2012 terminó en 3:42 pese a que se decidió en cuatro mangas.
Dos golpes marcaron siempre los duelos Federer-Nadal: el revés del suizo y la derecha de Nadal. El español es zurdo, por lo que su drive cruzado –en teoría el golpe más fácil del tenis– va directo al revés del suizo. Ello, unido al efecto top spin, fue casi una tortura para Federer, obligado a impactar la pelota lejos de la línea de fondo y con la esfera amarilla muchas veces por encima del hombro.
Ahora Nadal no encuentra escapatoria en el revés de Federer, pues el tenista de Basilea golpea a la pelota nada más impactar en el suelo. “Mi padre fue el primero en decirme que golpeara fuerte el revés, que no me echara atrás y la diera con slice”, recordó Federer en Indian Wells, donde aplastó a Nadal en una hora y ocho minutos.
Federer, que abandonó por completo el slice, cree que una de las claves de su revés actual es el cambio de raqueta que hizo en 2014, cuando empezó a jugar con una más grande, de 97 pulgadas. “Ahora me siento súper cómodo con esta raqueta y he ganado confianza. Obviamente tienes que golpear el revés cuando la pelota sube, y para eso necesitas un buen juego de pies”. Y posiblemente no hay mejor tenista en los apoyos y en los desplazamientos que Federer.
El campeón de 91 torneos estuvo sin competir entre julio de 2016 y enero de 2017 por su lesión de rodilla. Tuvo tiempo para descansar, pero también para iniciar su pretemporada antes incluso de que algunos tenistas pusieran fin a su 2016.
Federer está rápido de piernas, con una movilidad que recuerda a sus mejores épocas y no se atisba ninguna molestia a pesar de sus 35 años. “Es un sueño correr en la pista. Y fuera de ella mi cuerpo está reaccionando muy bien. No puedo estar más feliz”.
Nadal también luce una gran forma física tras un 2016 marcado por una lesión de muñeca. Sin embargo, el español ya no tiene las piernas de sus tiempos dorados.
El español estuvo a pocos puntos de ganar la final de Australia, mientras que la definición de Miami fue más ajustada de lo que el marcador dice. Sin embargo, hay un denominador común en esos dos partidos y en el de Indian Wells, donde Federer hizo lo que quiso: el suizo ya no tiene complejos y Nadal no ofrece respuestas. “Intento recordarme a mí mismo que tengo que jugar sin presión y ser valiente en los puntos importantes”, analizó Federer en Miami.
Ahora la presión está del lado de Nadal, que a pesar de que hizo algunos ajustes en su juego en la final del domingo –evitó buscar con insistencia el revés de Federer– no tuvo recompensa.
“Federer jugó un partido muy rápido, a un nivel muy alto”, opinó Nadal. “Cuando el otro está jugando muy bien y desde el comienzo las cosas van para donde uno no quiere, se hace difícil recuperar, más cuando juegas contra un jugador como Federer”.