Las declamaciones en defensa de la exorbitada referencia a la “libertad de prensa” de muchos medios podrían resumirse a “los negocios no se tocan”. A pesar de este repiqueteo descalificador no lograron impedir que muchas otras voces comenzaran a hacerse oír. Lejos se está de negar el acentuado carácter comercial de buena parte de los emprendimientos de medios. Pero hay dos cosas que no se pueden obviar. Una, que la comunicación de la comunidad no puede reducirse a un negocio, porque el reduccionismo mercantilista de la comunicación es una forma de atribuirle un poder totalitario. Dos, la posibilidad del negocio de los medios tiene que tener un límite y una orientación. El espectro radioeléctrico es un bien de dominio público y debe ser regulado. Este es el camino para una verdadera democracia. El filósofo J.Habermas se preguntaba cómo ejercer la libre representación de lo público en un espacio que tiene dominio privado cuyo objetivo no es político, sino económico.
La uniforme voz de los medios más importantes ha dejado de ser para muchos la voz de la verdad única. El halo de infalibilidad y autoridad que muchos medios y periodistas ejercieron por muchos años se ha ido desmoronando. Hace tiempo que no puede ya sostenerse que todo lo que ocurre en la sociedad es verdad porque así lo dicen la televisión, los diarios o la radio.
La destronada arrogancia de los medios
¿De dónde ha venido esa arrogancia de los medios para considerarse dueños indiscutibles de la verdad? Se podría pensar si algo de esto no lo han heredado o tomado de lo religioso. La actitud todopoderosa de los religiosos, en muchos momentos de la historia, definía los límites entre el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, lo justo de lo injusto. El poder que provee tener información pone una distancia y un grado de superioridad en una relación que parece inhibir toda crítica. Pero los tiempos de la autoridad religiosa impositiva como la de los medios han terminado, la verdad no les pertenece. La verdad se va creando en la verdadera comunicación sin ataduras de la comunidad toda. La comunicación democrática se abre paso.
Nuestro país ha vivido muchos períodos de oscuridad y opresión que han costado muchas vidas, impedido mucha creatividad, producido mucho dolor. No se pueden plegar las banderas de la ciudadanía responsable por el atropello de unos pocos que solo tienen el argumento de su fuerza y su poder económico. Esta es una hora para sacar a la luz a su propios fundamentos y hermanarse con el pueblo todo en la búsqueda de la comunidad solidaria.
En la era del control y el desprecio por la verdad
Mucho se ha hablado sobre el control de los medios y el control de las mentes como una relación inevitable. Lo cierto es que las intenciones de dominación no siempre logran los resultados buscados. Del control de medios al control de mentes hay una gran distancia. Decía Ignacio Ramonet, destacado investigador de la comunicación, que el problema no está en decir que la televisión nos manipula. Para él, el problema está en saber cómo manipula y esto no es tan evidente. La propuesta de un monitoreo de toda información tiene que ser una herramienta útil para valorar y mostrar buenas y malas intenciones de los medios.
Una enérgica acción es ineludible respuesta. Muchos comunicadores, entre los que se encuentran jóvenes bien capacitados, son incansables trabajadores por la democratización de la comunicación, y repetidamente insisten en que se necesitan políticas públicas activas. La salud de la comunidad toda lo necesita.
* Comunicador social. Ex presidente de la Asociación Mundial para las Comunicaciones Cristianas.