Nacidx en 1972, después de formarse técnicamente en fotografía y obtener una maestría en documental, Zanele Muholi decidió que antes de convertirse en sujeto de narraciones ajenas, quería que contar su historia y la de su comunidad, creando una narrativa visual y generando un espacio inexistente en los discursos artísticos de ese momento. En 2002 comenzó la serie que devino en libro Sólo la mitad del cuadro, donde retrata lesbianas y hombres trans negrxs, en distintas circunstancias hogareñas. Hace foco en sus cuerpos desnudos, con cicatrices, sobrevivientes de crímenes de odio, piernas, culos y tetas enlazadas, sexuales y tiernas, parejas corriendo de la mano o besándose. En la obra llamada “Crisis de identidad”, la luz de la ventana que entra al cuarto nos deja ver una figura en la tarea de vendar su busto. Hay varias fotografías que muestran tampones y toallitas menstruadas, casi educativas para derribar el mito rancio que existe en Sudáfrica que las lesbianas no menstrúan. Así como hasta los años noventa, en la prensa en nuestro país, la palabra gay y sida eran sinónimos, en Sudáfrica, la comunidad LGTBIQ sólo está asociada en las noticias con los crímenes de odio. Zanele creía que su deber era brindar ambas caras, "Belleza y sufrimiento, porque contar sólo la mitad sería estar mintiendo”.
“Tomé la cámara porque no había imágenes de nosotrxs que me hablaran a mí cuando más lo necesitaba. Tuve que producir una narrativa visual positiva de mi comunidad y crear un nuevo diálogo con imágenes”, declaró. En 2002 fundó el Foro para el empoderamiento de las mujeres, que brinda apoyo especialmente a lesbianas negras y en 2009 el proyecto Inkanyiso, un foro de medios visuales queer.
Desde el 2006, Zanele viene realizando la serie “Rostros y Etapas” (faces and phases) retratos de lesbianas y trans negras, donde registra los cambios a lo largo de los años, de modo que sus retratos se transforman en biografías. Documenta sus nombres, la fecha y ubicación de las fotos donde viaja con su equipo. El objetivo es construir un archivo de imágenes tan grande que no permita borrarlas de la historia, como con la comunidad negra en su país. Lxs protagonistas se producen para la foto y miran fijo y desafiantes a la cámara. Sus imágenes inician una conversación entre lxs participantes (lesbianas negras, trans, queer, personas intersexuales y no binarias) y lxs espectadorxs. Con su tono acompasado explica en el video promocional de la exhibición: “El trabajo que hago está destinado a cualquiera, cualquier persona, podría ser un profesor, podría ser una madre cuyo hijo es queer y quiere tener un punto de referencia para mostrarle y decirle no estás solx. Y puede ser para las personas LGTB, para que entiendan su valor.”
Lxs protagonistas de sus fotografías y filmaciones no son sujetos, son amigxs, son activistas y están fundamentalmente fuera del closet, porque saben que mostrarse abiertamente lgbt en Sudáfrica puede devenir en golpizas, violaciones y hasta la muerte. Así lo demuestra la historia de la primera retratada en la serie: su amiga y poeta Busi Sigasa, que murió en 2007, un año después de sufrir una violación “correctiva”, el crimen de odio más común en Sudáfrica. Lo dejan claro en el documental “Vivimos con miedo” (we live in fear) de 2013, en el que filman y asisten a varios funerales de lesbianas asesinadas salvajemente. Que Sudáfrica actualmente cuente con una de las constituciones más progresistas y fuera uno de los primeros países en aprobar el matrimonio igualitario en el 2006, no es garantía para terminar con la homofobia, transfobia, lesbofobia y queerfobia.
Apartheid y después
Zanele creció en la Sudáfrica de la segregación racial impuesta desde el año 1948 hasta 1996 por los blancos colonialistas. Durante los primeros años de su vida vivió en territorios llamados “Bantustans” donde la población negra, era clasificada y dividida según el grupo étnico definido por el estado y no podían transitar libremente. Las personas que trabajaban para los blancos, como su madre, muy presente en su obra, necesitaban circular con permisos, por lo cual quedaban separados como grupo familiar. Hoy en día, el racismo, en la Sudáfrica post apartheid, continúa. En su serie de autorretratos “Somnyama Ngonyama”, traducida como ¡Salve, oscura leona!, que presentó en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires en 2018, encarna más que nunca que lo personal es político. En muchas de esas imágenes utiliza elementos a modo de accesorios, realiza un tocado con broches en una y con esponjas en otra, haciendo alusión al trabajo de limpieza de su madre durante 42 años, a la que casi no vio, y que jubilaron el día que se enfermó. En otra se presenta desnudx con un casco de obrero en la cabeza en referencia a la masacre de 2012 en Marikana donde asesinaron a 34 obreros en huelga. En la fotografía que encabeza esta serie lx vemos con la mirada hacia arriba, con una melena leonina, imponente como una estatua. En una charla que dio en la Universidad de Princeton dijo que el conocer la Estatua de la Libertad lx hizo reflexionar sobre a quiénes se muestran en los monumentos: quiénes y cómo regulan quiénes pueden ser vistos o no en el espacio público. Quiénes pueden ser celebrados o no. Esta serie trabaja con la política de representación de la raza y negritud, y habla de experiencias personales por eso eligió utilizar su propio cuerpo. “El proyecto dirige mi propia experiencia en nuestra sociedad, las cosas que son dolorosas, no esperaría que nadie más cargara eso conmigo, tengo que hacerlo yo mismx”
Zanele Muholi quiere subvertir esta mecánica que invisibiliza a la comunidad LGTBIQ, que vende cremas blanqueadoras horadando con cosmética y medios de comunicación que ser bello es ser blanco y heterosexual. Sus imágenes son bellas, porque mostrar la hermosura de sus retratadxs es otra forma de activismo. Rompe los estereotipos, lxs saca del mito a la realidad. Muholi tiene mucha esperanza en el papel transformador de las imágenes para impulsar una agenda política e incentiva a las generaciones más jóvenes a continuar celebrando quienes son.