El 14 de octubre un grupo de investigadores de la Universidad de Rochester, la empresa Intel y la Universidad de Nevada, publicaron en la prestigiosa revista Nature el descubrimiento de un material que se vuelve superconductor a 15 grados centígrados (sería un ambiente un poco fresco, pero 15 grados es temperatura ambiente sin discusión). Para los especialistas, llegar a la superconductividad a temperatura ambiente es un logro mítico. Un hito científico importante, aunque la buena noticia viene matizada con algunos aspectos problemáticos. 

Para entender la relevancia y las limitaciones de lo descubierto, un poco de física:
Un conductor, como el cobre que se usa en el cableado eléctrico hogareño, lleva eficientemente corriente eléctrica de un lado a otro, pero se pierde una pequeña parte por la resistencia eléctrica del material. En un superconductor no hay ninguna pérdida. No es una gran ventaja en el hogar, pero sí en la trasmisión a largas distancias. Desde el Chocón a Buenos Aires hay mil kilómetros de cable y un 15 % de la energía se pierde por el camino calentando el cable, por culpa de la resistencia eléctrica. Un superconductor ahorraría esa energía, pero hay un problema. Se conocen miles de compuestos superconductores, pero hasta ahora todos deben ser enfriados y mucho. En los materiales más promisorios hasta ahora, hay que bajar hasta cerca de 180 grados bajo cero para que desaparezca la resistencia. Técnicamente sería posible, aunque difícil, enfriar mil kilómetros de cable. 

No hay que enfriar el nuevo compuesto descubierto, pero hay otro problema. Solo se vuelve superconductor a presiones muy altas, cerca de lo más alto que se puede lograr en un laboratorio. Y, para colmo, llegar a esa presión implica que la muestra debe ser muy chica (del tamaño de una gotita de impresor de chorro de tinta). 

Aunque con limitaciones, este hallazgo abre una puerta que podría permitir avanzar con nuevos compuestos, similares y mejores. De hecho, no es el primero de este tipo de superconductores a presión, se destaca porque hasta ahora alcanzó la temperatura más alta. La puerta está entornada, pero no sabemos todavía lo que hay del otro lado.

Para llegar a estas presiones, se usan diamantes, el único material que puede soportarla. Como la presión es fuerza dividida superficie, como tal vez recordemos del colegio, el truco es tener poca superficie y usar una fuerza alcanzable fácilmente, no mayor a la de apretar fuertemente un tornillo. Por eso, la muestra es tan pequeña. El material es una mezcla de Azufre, Hidrógeno y Carbono, que se aprieta y se excita con un láser para modificar la composición química. Todavía no se conoce la composición final exacta del compuesto, porque no es fácil el análisis de muestras de ese tamaño y composición y, mucho menos, a semejante presión. El investigador principal, Ranga Dias es nacido en Sri Lanka y el equipo descubridor interdisciplinario es multiétnico.

Estamos ante un resultado nuevo de alcance todavía desconocido. Suele haber decepciones con los superconductores y los sueños científicos no siempre se cumplen. Como ejemplo, la anterior revolución en el área, producida en 1986, trajo avances científicos y aplicaciones tecnológicas importantes, pero no llegó a producir una revolución tecnológica. Descubrir un material superconductor a temperatura ambiente es importante, aunque por ahora su aplicación práctica es muy problemática. Aunque definitivamente se ha abierto un camino nuevo para la Superconductividad y eso es para celebrarlo.

*Javier Luzuriaga es soci@ de Página/12 y físico jubilado del Centro Atómico Bariloche- Instituto Balseiro.