Desde Washington DC
Estados Unidos celebra finalmente el día de las elecciones entre la incertidumbre sobre el resultado y el temor a nuevos disturbios. Es el final de un proceso largo e intenso que comenzó en verdad hace casi cuatro años cuando Donald Trump anunció su intención de buscar la reelección el mismo día de asumir como presidente del país. Este martes el electorado terminará de definir si lo apoya para un nuevo mandato o si el gobierno pasa a manos del Partido Demócrata, con Joseph Biden a la cabeza.
Se espera una participación récord de unas 150 millones de personas que supere la marca reciente de 2008, cuando votó el 61,6 por ciento de la población habilitada para sufragar. La ampliación del voto anticipado en algunos estados y las campañas de motivación de parte de los dos candidatos parecen haber hecho efecto.
Sin embargo, el final de la campaña podría no ser el final del proceso electoral. En los últimos actos en los estados clave, Trump avisó que está listo para iniciar las presentaciones judiciales. “Vamos a ir a la noche, apenas la elección termine, vamos a ir con nuestros abogados”, dijo el mandatario. La vía legal es algo que ya tiene en mente el Partido Republicano, un mecanismo que va de la mano con otras iniciativas recientes como el pedido a la Corte Suprema de Pensilvania para que limite la fecha hasta la que se pueden contar las boletas o a la de Texas para desechar votos ya emitidos. También el Partido Demócrata está listo para dar pelea en las cortes.
En esta incertidumbre amaneció este lunes Washington, la ciudad que se prepara para nuevos disturbios y enfrentamientos gane el partido que gane. Durante sábado y domingo y también durante el primer día de la semana, los comerciantes tapiaron las vidrieras de sus negocios en el centro y en las zonas cercanas a la Casa Blanca. También tomaron esa decisión algunos edificios residenciales.
Un funcionario de la Casa Blanca contó a la cadena NBC que está preparado un fuerte operativo de seguridad que incluye ampliar el perímetro de las vallas que actualmente cercan la sede del Ejecutivo. También habrá en la ciudad 250 miembros de la Guardia Nacional ante la posibilidad de que los disturbios se agraven.
En el caso del Distrito de Columbia, no se trata solo de que sea el lugar en el que están la Casa Blanca y el Capitolio, lo que la convierte en un epicentro frecuente de marchas y protestas. Este año, el presidente decidió quedarse a esperar los resultados en esta ciudad, de la misma forma que condujo la Convención Nacional Republicana desde la Casa Blanca. Por eso, la presencia de Trump en una ciudad con un sesgo fuertemente demócrata y que fue escenario de represión policial hace tan solo unos meses enciende las alarmas para las autoridades locales.
Trump seguirá el conteo con su equipo en la Casa Blanca. Originalmente pensaba hacerlo en Florida. Luego, en una fiesta en el hotel de su marca en la ciudad de Washington. Como la capital todavía se encuentra en fase 2 de reapertura y no están permitidas las reuniones de más de 50 personas, tuvo que cambiar de plan. Ahora, confirmó la secretaria de Prensa, Kayleigh McEnany, se quedará en la Casa Blanca. Medios estadounidenses también reportaron que hay una fiesta con 400 personas en los planes y un discurso desde la Sala Este del edificio.
Se espera que el presidente pase todo el martes en la capital del país, después de volver de su maratónica gira de 10 actos en las últimas 48 horas de campaña. Este lunes visitó cuatro estados para hablar en cinco ciudades.
En Pensilvania, Trump intentó convencer al público de su acto que un voto por los demócratas podría llevar a convertir a Estados Unidos en un país con las características de Venezuela y criticó a sus rivales al caracterizarlos como “progresistas hipócritas, adinerados, comunistas, socialistas, globalistas”.
El Partido Demócrata también preparó una seguidilla de actos, con varias visitas en Pensilvania y una en Ohio. “Mi mensaje es simple: El poder de cambiar el país está en sus manos”, dijo Biden en Cleveland. En Ohio, uno de los clásicos estados en disputa del país, Trump ganó en las elecciones anteriores. Este año, el candidato opositor espera contarlo entre los que le den votos en el colegio electoral.
En tanto, Pensilvania es uno de los estados al que la campaña de Biden le dio más importancia. “Lo que pasa ahora, lo que pasará mañana, va a determinar cómo se ve este país por un par de generaciones”, dijo el candidato demócrata en el condado de Beaver. También habló de una de las cuestiones que más le interesan a este estado en estas elecciones, la política de energía. “No importa cuántas veces Trump trate de mentir, no voy a prohibir el fracking. Nunca dije que lo haría”, insistió Biden.
La campaña a favor de Biden también organizó un importante acto estilo autocine en Miami con la participación de Luis Fonsi y del expresidente Barack Obama a la cabeza para motivar el voto latino en esa ciudad tan importante para el conteo de Florida.
La estrategia de reunir a los votantes demócratas para un gran acto final con forma de autocine también se repitió en el caso de las actividades de Biden y de su candidata a vice Kamala Harris: shows en Pensilvania con Lady Gaga y con John Legend, respectivamente.
Pero las actividades de campaña no terminarán con los actos de la noche del lunes. El equipo de Biden anunció que tiene preparadas unas últimas visitas en el día de la elección. Una será a Scranton, ciudad natal del candidato demócrata. Su esposa Jill Biden irá a Florida y a Carolina del Norte, mientras que Harris estará en Michigan y a su esposo Doug Emhoff le tocará Ohio. Un último esfuerzo para convocar votantes a las urnas y asegurarse el triunfo en los estados que actualmente están empatados en las encuestas.
Economía, salud y medioambiente
Los mensajes de campaña no podrían ser más distintos. Economía y salud son los grandes temas que preocupan a los Estados Unidos, pero el enfoque de cada candidato, en un escenario tan polarizado, es totalmente opuesto.
Para Trump, la economía está bien y se enorgullece de la rápida recuperación después de la caída causada por la pandemia, aunque todavía está en niveles inferiores a los que estaba a principios de año.
Biden en cambio cuestiona la situación actual, promete subir impuestos a los salarios altos y aumentar el salario mínimo a 15 dólares por hora.
En cuanto a la salud, Trump continúa defendiendo la gestión que hizo de la pandemia de Covid-19. Estados Unidos llega al día de las elecciones con más de 9 millones de casos y más de 230 mil muertos. Una de sus promesas para un segundo mandato es tener lista la vacuna antes de finales de este año (es decir, dentro de esta administración).
Biden, por su parte, hizo de la crítica al manejo de la crisis uno de los pilares de su campaña. Entre sus promesas para un eventual gobierno están el uso obligatorio de tapabocas y escuchar lo que diga la ciencia.
Otros temas que aparecieron en la campaña fueron educación y medioambiente. Para el primero, la única política de Trump es la de la libre elección de escuelas, que permite a cada familia elegir la institución educativa de su preferencia y no la que le corresponde por su distrito.
Biden, en cambio, defiende ese sistema de asignación de escuelas y promete subir los recursos destinados a cada institución. También propone algún tipo de acceso gratuito a educación superior en las universidades a las que históricamente asistieron integrantes de la comunidad negra o de otras minorías.
En cuanto a medioambiente, la oposición es extrema: Trump desconoce el cambio climático como un efecto causado por los seres humanos y promete seguir la explotación de energías fósiles como hasta ahora, mientras que Biden ha presentado un plan para una transición a una economía verde, aunque descarta prohibir prácticas como el fracking.