“Es difícil hallar nuevas pruebas o resultados después de 26 años”, analizó el abogado Gabriel Camiser en Radio Jai refiriéndose al caso AMIA. El pronóstico poco optimista está relacionado con el inicio de los alegatos, este miércoles, en el ultra-demorado juicio que se le sigue al ex armador de camionetas truchas, Carlos Telleldín, la persona que vendió la Trafic que estalló en la mutual judía. Camiser, junto a su colega Miguel Bronfman, alegarán en nombre de la AMIA-DAIA y pedirán condena para Telleldín, pese al reconocimiento de la falta de nuevas evidencias. No sólo hay que probar que El Enano, como le dicen a Telleldín, entregó la camioneta sino que sabía que era para un atentado. O sea, hay que probar, que fue parte del plan terrorista.
El juicio, presidido por los integrantes del Tribunal Oral Federal número 3 Andrés Basso y Fernando Canero entra en su etapa final a partir de este miércoles y es posible que haya fallo antes de fin de año. Tras el alegato de AMIA-DAIA, el miércoles 11 tendrán la palabra los familiares de las víctimas, representados por Horacio Etcheverry, mientras que el miércoles 18 alegará la fiscalía, que encabeza en este juicio Roberto Salum, pero que integran también Santiago Eyerhabide y Santiago Roldán. Luego será el turno de la defensa de Telleldín, a cargo de una defensora oficial, Verónica Carzolio. Finalmente, vendrán las réplicas y dúplicas. El TOF 3 tiene la costumbre de no limitar las exposiciones, de manera que es una incógnita cuánto durará todo el proceso, pero existe la posibilidad de que se termine antes de fin de año.
Como señala Camiser, el camino a una condena de Telleldín no es fácil. Está claramente probado que el armador de camionetas -hoy devenido en abogado conocido en la Patagonia- tenía la Trafic en su poder el 10 de julio de 1994, ocho días antes del atentado. Ese día publicó un aviso para vender el vehículo. Además, los testigos señalaron que la Trafic estaba allí, frente al domicilio de Telleldín en Villa Ballester. El motor de la camioneta apareció entre los escombros de la calle Pasteur, es decir que se usó en el atentado. Según los peritos y todos los jueces intervinientes, fue la camioneta en la que se cargaron 300 kilos de amonal y que se incrustó en el edificio de AMIA. Tras la muerte de Alberto Nisman, los nuevos fiscales, hicieron una prueba con un microscopio de barrido electrónico en la que quedó evidenciado que los restos incrustados en las víctimas se correspondían con una Renault Trafic.
Telleldín dijo inicialmente que le vendió la camioneta a un tal Ramón Martínez, pero el documento resultó falso. Después, a cambio de 400.000 dólares que pactó con el juez Juan José Galeano, modificó su testimonio y dijo que se la entregó, por extorsión, a un grupo de policías que respondían al entonces poderoso comisario bonaerense Juan José Ribelli. Sucede que Telleldín tenía íntima relación con los uniformados que, a cambio de dinero, le permitían seguir armando vehículos con partes robadas. Al final, la pista pagada por Galeano resultó falsa, los policías fueron sobreseídos en 2004 y lo propio ocurrió con Telleldín, también sobreseído. Después, la Corte Suprema convalidó casi todo el fallo de 2004, sólo que anuló la parte de Telleldín y ordenó un nuevo juicio.
El punto delicado es que hay que probar que Telleldín sabía que la Trafic se iba a usar para el atentado. Y, además, hay que hacerlo con nuevas pruebas, porque con las existentes hasta 2004 ya fue sobreseído. Es un desafío complicado, como bien señaló Camiser. En general los testimonios favorecieron al armador de autos truchos o, por lo menos, no lo perjudicaron, de manera que no será fácil una condena.
Hay una mirada internacional que tiene relevancia. Desde antes de 1994, el año del atentado, hasta estos días, se sucedieron los ataques terroristas originados en el radicalismo islámico. Lo que se ha visto en forma indefectible es que no confían en nadie que no tenga un cierto compromiso con la causa yihadista, lo que se traduce en que difícilmente hayan recurrido a un hombre como Telleldín, sin vínculos con esos círculos, para ser parte de un plan terrorista. Pero esa es la teoría, lo que define son las pruebas. Y, más todavía, las pruebas exhibidas en el juicio, que -como señaló el letrado- eran difíciles de conseguir con 26 años de atraso.
Con ese panorama, está claro que AMIA-DAIA pedirán condena pese a todo. En paralelo hicieron circular una especie de gacetilla en la que le piden a sus seguidores que se conecten por Youtube con el juicio este miércoles, a la hora del alegato, porque dicen que “es muy importante que los jueces vean que hay mucha gente conectada, que hay mucha gente a la que todavía le importa el tema. No hace falta mirarlo todo, basta con conectarse, minimizar pantalla y seguir con las tareas de cada uno. A las 12.30”. Ya AMIA-DAIA adelantaron el pedido de condena, pese a que Telleldín cumplió en prisión el equivalente a una perpetua. Pero esa será una cuestión posterior.
Para las semanas sucesivas hay hermetismo. Ni los familiares ni los fiscales dieron pistas sobre qué harán, si acusarán o no, si pedirán pena o no, y sobre la base de qué pruebas. De todas maneras, con que una querella acuse y pida pena, los jueces tendrán que pronunciarse.
Finalmente está pendiente la situación de los sospechosos iraníes. Durante el macrismo se habló mucho de un juicio en ausencia, una modalidad no prevista por la legislación. Para la normativa, no sólo argentina sino interamericana, la base siempre es que un imputado esté presente, designe su defensor, ejerza su derecho a la defensa, y que es deber del estado poner a los acusados ante los jueces. Eso, por supuesto no se consiguió en el caso de los iraníes. Hay otros países en los que la modalidad del juicio en ausencia está permitida, como Italia o Francia. Lo cierto es que el macrismo no mandó ninguna ley al Congreso, lo que además planteaba enormes dudas sobre si se podía aplicar respecto de un caso anterior, como el caso AMIA. Hoy por hoy, tampoco la cuestión parece en agenda.