La obra de Manolo Juárez empieza a recomponerse. Destino fatal de muchos de los creadores cuya irreverencia alteró también la paz de lo instituido, gran parte de su música, muchas veces mal distribuida y pocas veces reeditada, anduvo diseminada por los senderos alternativos de la circulación, entre distracciones, mitos e historias fragmentarias. Ahora, el pianista, el compositor, el arreglador, el maestro y el gestor de empresas temerarias, empiezan a dialogar en la misma obra, entendida como el aliento largo de más de cincuenta años de búsquedas que formaron una identidad cultural sostenida y coherente. Desde el viernes 6 de noviembre en todas las plataformas digitales y en la página web www.manolojuarez.com se podrá escuchar la obra del músico fallecido en julio pasado. Se trata de trece discos remasterizados y recopilados, que ahora salen a la luz reunidos como catálogo a través del sello The Orchard.
Esta iluminación es el fruto del trabajo del mismo Juárez en los últimos años, junto a la amorosa colaboración de su hija Mora. Productora y gestora cultural, Mora Juárez cuenta que ese fue el inicio de una idea que fue creciendo. “Un buen día, por 2012, nos pusimos a ordenar los discos, las cintas y pensamos que sería oportuno tratar de recuperar los derechos discográficos de la obra de mi padre, para reeditar sus discos, muchos de ellos descatalogados”, comenta Mora a Página/12. Resultado de ese trabajo de recuperación y restauración, en el que en distintas etapas participaron entre otros Gustavo Segal y Mario Breuer, fue una edición de los LP de Trío Juárez en Japón en 2014 y la publicación en la Argentina, al año siguiente, de Antología Uno, un CD doble editado por Acqua Records. “Esto sirvió para que parte de la música de Manolo volviera a circular”, repasa Mora.
“A principios de este año empecé a trabajar también sobre los archivos de Manolo y al mismo tiempo empecé a filmar conversaciones con él, que en principio planteamos para que hable de cada disco, pero que enseguida fueron dando lugar a algo más grande”, sigue contando Mora. “De los archivos y de las charlas no paraban de salir cosas y más cosas, y el proyecto fue tomando otra magnitud, que se agrandó más aún después de la muerte de Manolo, porque ordenando entre sus cosas siguieron apareciendo grabaciones inéditas, documentos”.
Mora habla entonces de un trabajo a largo plazo, del que la recuperación, la digitalización y la presentación de estos trece discos es la primera etapa. El proyecto es conformar un catálogo a partir de un archivo, que junto con la música den la idea de obra. “Ahí comienza también una idea de producción de textos de análisis y de crítica que vayan apareciendo en la página web, y que vayan incorporando nuevas miradas sobre su obra”, cuenta la productora. Para esta primera etapa ya están listos textos de Diego Fischerman y Sergio Pujol, y un formidable estudio preliminar del compositor Martín Liut sobre las obras sinfónicas, de cámara y para instrumento solo, acaso el lado menos comentado de la producción de Juárez. “A medida que se editen otras obras de Manolo se generará la necesidad de otros textos, que dialogarán con estos. Después, cuando se publiquen los archivos se producirá otro diálogo. En fin, la idea es la de dar a la página web una dinámica de blog, como para el que necesite información sobre Manolo Juárez tengo un espacio firme donde buscar”, asegura Mora.
La obra de Manolo Juárez se ciñe con avidez y sensibilidad a la propia época y sus circunstancias. Siempre un paso adelante, la matriz renovadora de su música abrió caminos para experiencias distintas, aplicadas a ese repertorio de danzas y canciones hasta entonces cómodo en las aquietadas ceremonias de su tradición. Los desarrollos motívicos y el despliegue armónico en función de formas abiertas de los ’70, las experiencias con instrumentos eléctricos en los ’80, y de ahí en más la consolidación de una tradición propia que expresó de distintas maneras -junto a su producción sinfónica y de cámara-, hacen de Juárez un músico indispensable a la hora de exponer la música y la cultura argentina de su tiempo.
Entre los trece discos de este rescate, están Trío Juárez (1970), con Alex Erlich Oliva en guitarra y Elías Heger en batería; Trío Juárez+2 (1971), con la misma formación más el aporte de José Luis Castiñeira de Dios en bajo y Rodolfo Dalera en quena. También De aquí en más (1976), con Oscar Tebernisio en guitarra y Chango Farías Gómez en percusión, que fue la anunciación de Tiempo reflejado (1977), trabajo cardinal para la música argentina. Tarde de invierno (1980) -dedicado a su padre, el escultor Horacio Juárez-, A dos pianos en vivo (1983), junto a Lito Vitale, Solopiano y algo más (1984), El que nunca se va (1987), Grupo de familia (1997), Manolo Juárez - Teatro Colón (2004), Juárez-Homer Cuarteto (2008) y Manolo Juárez Cuarteto (2011), además de Manolo Juárez incidental (2007), con músicas que compuso para el cine y el teatro, completan el corpus.
-¿Con qué espíritu afrontó el trabajo de recomponer su discografía?
-Sentía que debía hacerlo y él confió en mi criterio. Fue clave cuando empecé a descubrir cosas en el archivo, entonces le hice una propuesta. La miró y me dijo sí a todo. En realidad, lo que más le preocupaba era la edición de dos discos.
-¿Cuáles?
-Uno con “grabaciones encontradas” del quinteto con el que tocó en Notorious a principios del 2000 (con Sergio Liszewski en guitarra, Arturo Ritrovato en bajo, Colo Belmonte en batería y Juan Miguel Expósito en teclados). Y otro con grabaciones que hizo en Estados Unidos, cuando viajó con Daniel Homer en el ’92. Manolo lo había tirado a la basura y yo, con 14 años, lo levanté de ahí y lo guardé, cuidándolo de todas las mudanzas. Cuando Manolo volvió a escucharlo no podía entender por qué lo había tirado treinta años atrás.
-¿Qué percepción tenía Manolo de su obra?
-En los diálogos que tuvimos, a partir de este trabajo, escuchamos mucho su música. Había discos que le gustaban. Decía que Tiempo reflejado fue el quiebre, mientras yo le insistía que De aquí en más, el anterior, tenía la llave de lo que vendría. Entonces volvíamos a escuchar. Pero Manolo no dejaba de tener una mirada muy crítica sobre su obra. Por ejemplo, sentía que la frescura y el vuelo que tiene con el trío no está después. Creo que esa impresión le venía de descontextualizar su música del momento en que fue creada. Su obra está de distintas maneras ligadas a diferentes momentos de la cultura argentina y expresa esos pliegues. Esa autoexigencia se refleja en su actitud rumiante con la música popular, en eso de volver continuamente sobre las mismas obras. En cambio, en sus lecciones abordaba análisis de un amplio repertorio. A ese archivo todavía no llegué, pero hay una gran cantidad de música analizada por Manolo.