En El Caburé, un pequeño pueblo de Santiago del Estero, los vecinos cortaron la ruta nacional 16 durante 24 horas para protestar por la muerte de un bebé recién nacido. “La indignación es porque la madre, a punto de dar a luz, no fue asistida en la salita del pueblo por falta de médicos, tampoco en el Hospital de Los Pirpintos, al que llegó en un remís pagado por los vecinos porque no hay ambulancia ni vehículo disponible del municipio”, le dijo a Página/12 el sacerdote Ernesto Narcisi.
“La madre ahora está bien, gracias a Dios, pero pudo haber muerto también porque el parto se adelantó y cuando llegó a la salita de salud de El Caburé se encontró con que no había ni un solo médico y que tampoco había una ambulancia para trasladarla”, relató Narcisi, párroco de Los Pirpintos.
Narcisi aseguró que “la mamá no recibió ninguna ayuda de las autoridades del municipio local y cuando los vecinos cortaron la ruta, lo único que le ofrecieron es 'prestarle' una ambulancia por una semana”.
Para darle dimensión a las carencias que tiene el pueblo, fundado en 1932, basta decir que recién en 2018 las mil familias que viven allí tuvieron acceso al agua potable. Narcisi, que forma parte del Grupo de Curas en la Opción por los Pobres, explicó que la mamá, a la que llaman cariñosamente La Colo Eren, “tuvo complicaciones porque se adelantó la fecha del parto y porque en realidad no pudo hacerse demasiados controles porque acá en la zona es muy complicado para una embarazada, porque no hay cómo, no hay un solo médico”. El sacerdote precisó que “en toda esta zona la presencia de los médicos es muy variable, no abundan, tampoco en Pampa de los Guanacos; en toda la zona no hay ningún ginecólogo, no hay ningún obstetra, no hay un traumatólogo”.
La muerte del bebé ocurrió en la madrugada del sábado pasado y en la noche de ese mismo día “se accidentó un chico en la ruta, con una moto, y para poder entablillarlo hay que llevarlo a Santiago del Estero”, a 380 kilómetros de El Caburé.
“Antes de la pandemia, lo que hacían era derivarlos a Roque Sáenz Peña (en la vecina provincia del Chaco), que nos queda un poco más cerca, a 190 kilómetros, pero ahora como están cerradas las fronteras interprovinciales no se puede pasar”.
Narcisi, un sacerdote muy querido que durante muchos años fue párroco en el Bajo Flores, en la Capital Federal, dijo que “este es el segundo embarazo que pierde la Colo Eren, que cuando vio que no había médicos en la salita y que tampoco había ambulancia, tuvo que pedir ayuda a los vecinos, que hicieron una colecta para pagarle un remís, además de superar el problema que significa que por la noche tenemos restringida la circulación” vehicular.
“El auto que consiguieron lo aportó una familia local y pudieron salir porque el policía que hace guardia en la entrada al pueblo les dio el permiso, pero en Los Pirpintos, que está a 25 kilómetros de El Caburé, le dijeron que no estaban dadas las condiciones sanitarias para asistir un parto”.
De allí la derivaron a Monte Quemado “con la idea de llevarla desde allí en una ambulancia hasta la ciudad de Santiago del Estero, pero en el medio del camino la criatura falleció”. Narcisi informó que “la mamá ahora está bien, pero está muy retraída, dice que ella no quiere hacer más lío, me dijo que no quiere ‘hacer problema’ porque después ‘nadie me va a querer’, eso fue lo que me dijo”.
Narcisi denunció también que “ningún medio de Santiago del Estero, de la capital, publicó la noticia y las autoridades municipales no dijeron nada. Por eso los vecinos cortaron la ruta nacional 16 durante todo un día, a pesar de la presión que ejercieron sobre ellos los efectivos de la Gendarmería Nacional, que se tuvieron que ir sin lograr desalojarlos”.
“Los vecinos montaron en cólera porque están cansados de las injusticias y después de cortar la ruta, lo único que les ofrecieron fue una ambulancia vieja y que se la prestaban por siete días, una ambulancia que casi no anda, una vergüenza”.
Página/12 pudo comunicarse con Narcisi, quien estaba en la ruta, en una camioneta, porque se dirigía a dos localidades en las que iba a participar de la celebración del Día de los Santos Difuntos. Se bajó del vehículo y para poder dialogar con este diario se tuvo que parar “sobre unos troncos, sobre unos quebrachos, porque no tenemos buena señal y nos cuesta mucho comunicarnos por celular”. El sacerdote, que siempre apela a la ironía para superar cualquier adversidad, dijo al cerrar la conversación: “Bueno, te dejo, me bajo del quebracho”.
El sacerdote, como cierre, dejó una reflexión: “Nos dicen que la Iglesia no avala las tomas de tierras porque generan violencia, pero violencia es la que empezaron a ejercer, hace tanto tiempo, los que le niegan los más elementales derechos a los más pobres”.