Desde Washington, DC.
Florida, Carolina del Norte, Georgia. Los tres estados del sur de Estados Unidos que estaban señalados como los principales indicadores tempranos traían malas noticias para la campaña demócrata y mantenían la esperanza de Donald Trump de alcanzar la reelección cuando todavía no habían cerrado todas las mesas. La estrategia de Joseph Biden de llegar a la Casa Blanca se mantenía viva, con Michigan, Wisconsin y Pensilvania todavía con un porcentaje muy bajo de votos contados.
Cuando ya habían pasado tres horas desde el cierre de los primeros centros, tampoco había un panorama claro para las mayorías en el Senado. Allí, el Partido Demócrata se acercaba más con 42 bancas totales casi seguras, en comparación con las 35 que acumulaba el Republicano, pero todavía era difícil saber si alguno pasaría los 50. En la Cámara de Representantes el panorama asomaba más despejado y Nancy Pelossi, la experimentada líder demócrata, aseguró que mantendrían su mayoría.
Otras incógnitas de la elección eran Texas y Ohio, pero pasada la medianoche los dos bastiones republicanos mantuvieron la tradición y finalmente se inclinaron hacia Trump. Más al oeste, se estiraba el recuento en dos de las esperanzas de la campaña de Biden, Nevada y Arizona. En el bunker demócrata aseguraban que habían arrebatado Arizona a los respublicanos, lo que les permitiría ganar las elecciones aún sin Pensilvania.
Los resultados que ya se podían conocer eran los del centro-sur del país y los del noroeste. Alabama, Luisiana, Oklahoma, Tennessee. Todos estos estados históricamente republicanos mantuvieron su tradición y votaron por Trump. Muy distinta era la situación en Nueva Jersey, Massachusetts, Rhode Island y Connecticut. Allí se descontaba una victoria de Biden, quien también sumaba los electores de Illinois en el centro. A medida que los resultados para ambos candidatos quedaban claros en los territorios más seguros para cada partido, la atención se volcaba a los números de los estados más disputados.
A las 19 de la costa este, habían entrado los resultados de Virginia Occidental, Ohio y Carolina del Norte. Sin sorpresas, los cinco electores de Virginia Occidental fueron para Trump. Los otros dos, claves para esta elección, todavía se mantenían como una incógnita. Georgia, otro estado supuestamente competitivo, parecía inclinarse a favor de Trump.
La llegada de los primeros votos de Florida habían mostrado una elección pareja. En el eterno estado en disputa, las cadenas de televisión actualizaban el resultado parcial todo el tiempo. Algunas veces, Trump en primer lugar. Un rato después Biden. Luego el presidente otra vez. Con más del 90 por ciento de los votos contados, la ventaja de Trump sobre Biden en este estado clave parecía irremontable.
Los votos del condado de Miami-Dade, el principal bastión demócrata en el “estado del sur”, fueron una mala noticia para Biden cuando apenas empezaba la noche del conteo. La participación de los votantes republicanos subió con respecto a 2016 y bajó la de los demócratas. Esa baja participación era una de las principales preocupaciones del partido opositor de cara a estas elecciones. “Si los votos no están ahí, tienen que salir de otro lugar”, anticipaba en CNN John King, uno de los principales analistas políticos de la cadena.
No importaba realmente que en Kentucky o en Indiana solo esté contado un 15 por ciento de los votos. En estos estados, el triunfo del Partido Republicano es seguro en cada elección. En esta no hubo sorpresas y fueron los primeros en sumar electores para Trump. CNN proyectó ese resultado para Indiana poco después de las 7 de la tarde de la costa este. The New York Times hizo lo mismo para Kentucky.
El primer estado para Biden fue Vermont, en el noreste del país. Tampoco fue una sorpresa. Los tres electores del estado que representa el senador Bernie Sanders fueron para el Partido Demócrata también poco después del cierre de las mesas de votación.
En la ciudad de Washington, la capital que empezó a blindarse nuevamente ante el riesgo de que este miércoles haya disturbios, la votación se desarrolló con tranquilidad. Sin veda, las cercanías de los centros estuvieron llenas de carteles de los candidatos locales y de algunos a favor de Biden. En un territorio fuertemente demócrata, es raro ver referencias al presidente que no sean críticas.
Después de su maratónico cierre de campaña, Trump siguió el desarrollo de las elecciones desde la Casa Blanca. La sede del poder ejecutivo estadounidense estuvo completamente vallada y hubo cortes de tránsito en las calles cercanas. El Distrito de Columbia, al igual que estados como Massachusetts o Illinois, siguió con atención la situación. Comercios y edificios tapiados en la capital, miembros de la Guardia Nacional en alerta en varias ciudades.
Trump habló temprano con la cadena Fox News, cuando recién habían abierto las mesas en la costa este del país. Se mostró confiado en ganar y aseguró que las encuestas no estaban reflejando la verdadera intención de voto.
En los últimos días, un reporte de Axios aseguró que Trump se preparaba para declarar su victoria la misma noche de la elección. Este martes, el presidente le dijo a Fox News que lo haría “cuando haya una victoria, si es que hay una victoria”, pero también se mostró convencido de su eventual triunfo. En la madrugada, finalmente se adjudicó el triunfo y acusó a los demócratas de intentar "robarse" la elección.
Biden, por su parte, alentó desde temprano a ir a votar a través de mensajes en Twitter. “Podemos superar estas crisis. Podemos recuperar nuestro país. Podemos ganar esta batalla por el alma de la nación”, publicó el candidato demócrata y compartió un enlace con más información sobre los lugares de votación. Pasada la medianoche, tuvo una breve aparición donde aseguró que estaba "camino al triunfo" y descartó las provocaciones de Trump.
Los reportes más recientes indican que 100 millones de personas emitieron su voto de forma anticipada antes del día de la elección. El desafío del martes tanto para el Partido Demócrata como para el Republicano fue sacar a los votantes que faltaban, en especial en los estados en los que las encuestas todavía mostraban un resultado muy ajustado.
Mientras en la mayoría de los casos la votación se desarrolló con tranquilidad, hubo incidentes aislados de desinformación. La fiscal general del estado de Michigan, Dana Nessel, dijo en Twitter que recibió “denuncias de múltiples llamadas automáticas” en la zona de Flint en las que hablaban de largas filas e instaban a los votantes a ir a votar mañana. “Obviamente esto es FALSO y un esfuerzo para suprimir el voto. No hay filas largas y hoy es el último día para votar”, afirmó. Algo similar sucedió en el estado de Nueva York y el FBI pretendía investigar qué había pasado.
En una elección marcada por el efecto de la pandemia, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades publicaron este martes un protocolo para que las personas que tienen Covid-19 igualmente puedan emitir su voto. “Los votantes tienen el derecho a votar, sin importar que estén enfermos o en cuarentena”, dijo la autoridad en su página web.
Estados Unidos llegó al día de las elecciones con más de 9 millones de contagios y más de 230 mil muertos por coronavirus, una crisis sanitaria que se convirtió en uno de los principales temas de campaña y el blanco de las críticas de Biden hacia la gestión de Trump.
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