El 5 de noviembre se cumplieron 15 años del No al ALCA. Aquella comunión de intereses populares e interamericanos, consolidada en una cumbre en la ciudad de Mar del Plata, logró frenar una vuelta de tuerca más a la maquinaria neoliberal que se venía imponiendo en el continente.
La llamada Area de Libre Comercio de las Américas buscaba eliminar todos los aranceles comerciales de la región. Pero además, en los formatos neoliberales de estos tratados, avanzar en regulaciones estatales, compras gubernamentales o liberación de servicios de salud, financiero o educativos, entre otros aspectos que limitaban en extremo la capacidad de los Estados más débiles a la hora de tener una estrategia de desarrollo propio.
Su derrota fue, para sus protagonistas, un hito en medio de una década de ascenso en las luchas sociales tras muchos años de frustraciones. Desde luego, no significó el entierro del neoliberalismo en la región, pero sí la demostración del valor que tienen la unidad, la buena comunicación, la generación de conciencia y las amplias alianzas populares para detener mayores saqueos.
Resistencias
El camino del No al ALCA estuvo pavimentado de otras resistencias que se iban dando a escala planetaria contra iniciativas similares, desde el también frustrado Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI, acaso el primer gran golpe que se pudo dar a las movidas más osadas del capital transnacional) hasta las multitudinarias manifestaciones que en Seattle (1999), Davos (2000) o Génova y Cancún (2001) contra los intentos de avances de los países más poderosos en la Organización Mundial del Comercio, de las cumbres del Grupo de los 7 o de las herramientas que habían emanado del llamado “Consenso de Washington”.
A lo largo y ancho del mundo, cientos de miles de personas afectadas por las decisiones de un puñado de líderes capitalistas y sus verdaderos patrones comenzaron a movilizarse. Esos propietarios de riquezas como nunca se acumulaban en cúpulas minúsculas de la sociedad mundial. Tal era, después de todo, el objetivo último de la fase neoliberal del capitalismo: transferir o “derramar” pero hacia arriba multimillonarias riquezas secuestradas del dominio público y social que las producía, lo cual todavía está vigente.
Grupos sociales y políticos diversos comenzaron a movilizarse para poner un freno a la codicia y el robo, disfrazado con un lindo pero fatalmente mentiroso discurso acerca de las bondades del libre comercio, el libre mercado, la libre movilidad de los capitales.
A aquellas primeras manifestaciones se sucedieron otras en Niza, Washington, Quebec, Melbourne y en distintos puntos de América Latina como, desde 2001, en el Foro Social Mundial, que arrancó en Porto Alegre para debatir las propuestas alternativas.
Organizaciones
Desde luego, los gobiernos latinoamericanos que enfrentaron la iniciativa estadounidense del ALCA -en particular los de Néstor Kirchner de Argentina, Lula Da Silva de Brasil y Hugo Chávez de Venezuela, más otros como Tabaré Vázquez de Uruguay y Duarte Frutos de Paraguay-, organizaciones culturales y aun algunos empresarios amenazados –sobre todo, pero no solamente, medianos y pequeños– cumplieron un papel.
Pero todo eso no habría alcanzado si las organizaciones sindicales, campesinas y sociales no hubieran alcanzado la conciencia histórica necesaria para desarmar una política continental que hubiera devastado todavía más a una región que por tres décadas había sido sometida, primero, a un baño de sangre (no el primero de su historia), y luego, a un avance ideológico y reaccionario con gobiernos neoliberales.
Estos habían sabido concitar la adhesión de vastos sectores que ingenuamente seguían sus lineamientos, sin comprender que iban en contra de sus propios intereses, anestesiados por un discurso de pensamiento único y hegemónico que justamente, como tal, les hacía creer en valores y metas que no eran los suyos.
Desde la AFL-CIO en EE.UU. y la Canadian Labour Congress hasta la CUT, la CTA, algunos sectores de la CGT y el PIT-CNT de Uruguay más una amplia unidad con movimientos sociales, rurales y ONG formaron la Alianza Social Continental y, en lo estrictamente gremial, la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur, confluyeron a Mar del Plata en aquel 5 de noviembre para frenar la ofensiva que encaraba entonces el presidente George Bush y sus aliados como el mexicano Vicente Fox y otros.
Otras vías
El freno al ALCA no significó que el formato neoliberal de la globalización no siguiera por otras vías. Estados Unidos avanzó con varios tratados de libre comercio en la región, pero también de los escombros del ALCA también alumbraron el ALBA, la UNASUR y la CELAC.
Tras esa ola de gobiernos populares, la recuperación electoral o golpista, en varios países debilitaron esos espacios. Pero 15 años después de Mar de Plata otra vez asoman armados integracionistas y soberanos en Argentina, Bolivia, México, acaso pronto en Ecuador o Chile.
En un libro que la Central de Trabajadores Argentinos publicó en 2015 a 10 años del No al ALCA y reedita estos días en el quince aniversario, Lula dice que “en Mar del Plata, en noviembre de 2005, dijimos junto con los presidentes Néstor Kirchner y Hugo Chávez No al ALCA, para no repetir lo que ya había sucedido con el NAFTA en Norteamérica, es decir para que en nuestra región no se frenara el crecimiento industrial. No me arrepiento de esa acción, al contrario”.
Evo Morales recuerda que “fue una convocatoria impresionante. Todas las fuerzas sociales, populares, de izquierda del continente reunidas ahí en asamblea. Creo que vencer al ALCA fue hacer nacer a UNASUR, la CELAC, todos esos movimientos integracionistas. Luego Estados Unidos, ya con Obama, quiso destruir todo eso con la Alianza del Pacífico, que fue una afrenta a todas nuestras organizaciones. Para mí y para el Movimiento al Socialismo fue muy importante como gesta, fue una base para las construcciones que siguieron y seguimos haciendo en los años siguientes”.
Lula participó en la cumbre presidencial. Evo, que aún no era jefe de Estado, en la Cumbre de los Pueblos del Estadio mundialista de Mar del Plata.
Maradona
Pedro Wasiejko, entonces secretario de Relaciones Internacionales de la CTA, dijo a Cash que “hubo una gran confluencia de sectores gremiales, sociales, de izquierda, protagonizando todos los hechos. Y un evento que fue más público, el tren con Diego Maradona, Chávez y el acto en el estadio".
Para mencionar que "la labor previa fue determinante, porque en los años anteriores acá nadie ponía en debate que ese tipo de acuerdo de libre comercio afectaba aspectos sociales, políticos, de derechos humanos, ambientales. Se banalizaban y subestimaban algunos elementos históricos: no era la primera vez que Estados Unidos intentaba hacer área de libre comercio para todo el continente, ni fue la primera vez que fracasó. Hubo intentos ya en el siglo XIX y otros en el siglo XX”.
Sobre este punto, la nueva edición del libro de la CTA “Sindicatos, movimientos sociales y ONG en el No al ALCA”, coeditado desde su Secretaría de Interior junto a FETIA y la Fundación Acción para la Comunidad, incluye un ensayo del historiador Waldo Ansaldi, quien recorre la historia continental desde los orígenes de reclamos soberanos -no sólo en los próceres independentistas, sino en figuras como las de Juan B. Alberdi, Roque Sáenz Peña o Manuel Ugarte- hasta debates actuales frente a pretensiones del Norte.
Kirchner
En Mar del Plata, el presidente Néstor Kirchner afirmó: “Si esta construcción colectiva, que quiere abarcar la geografía americana que atraviesa la última década de su historia, tiene que integrar un tema central a su agenda para producir resultados que ayuden al bienestar de nuestros pueblos, ese tema tiene que ser el lema de esta IV Cumbre (de las Américas), donde los señores presidentes y los representantes de los distintos países queremos dejar de hablar en voz baja para hablar en voz alta y buscar los puntos de acuerdo y solución que nuestro hemisferio necesita”.
Para agregar en otro tramo, mientras Bush no podía creer que el ALCA no iba avanzar: “A la hora de analizar el sistema de comercio internacional, subsidios agrícolas o barreras arancelarias hay que tener en cuenta las asimetrías y los diferentes grados de desarrollo. Porque la igualdad es un concepto valioso y necesario, pero sólo aplicable a los que son iguales. Igual tratamiento para los diferentes; igual tratamiento entre países poderosos y débiles; igual tratamiento entre economías altamente desarrolladas y economías emergentes, no sólo es una mentira sino que, además, resulta una trampa mortal. Trampa que primero atrapa y afecta a los débiles, pero que luego de un modo u otro, también termina llegando a los poderosos”.
Afuera, en las calles y el estadio marplatense, había una fiesta. Esa vez se había ganado.