Si usted alguna vez creyó que los dramas sociales provenían de las guerras, el terrorismo, el desempleo, las sequías, los terremotos, las dictaduras o las pestes, debe saber que estuvo equivocado. Nada de eso, mi amigo, y ya es hora de saber la verdad. 

¿A usted le preocupa el flagelo de la droga? ¿Le inquietan los problemas en la educación? ¿Siente temor por la inseguridad? ¿Se angustia por las crisis económicas en el mundo? ¿No le preocupa nada de eso pero sí alguna otra cosa? No importa. Usted haga su propia lista de tragedias, que acá le diremos cuál es la causa. 

Ya hace tiempo que lo veníamos escuchando, pero la respuesta se hizo contundente el sábado pasado. Sí, en la marcha del #1A. Allí, nuestros queridos compatriotas y nuestros sabios gobernantes nos dieron la clave fundamental para entender todo, pero todo, lo malo que pasa en el mundo. La culpa es del chorizo. Y es que no hay mal que por chorizo no venga. Esa es la verdad. No se distraiga ya con historias de la guerra fría, las embajadas del norte, el petróleo, el holocausto o banalidades como esas. El chorizo y, sobre todo si se le presenta entre dos panes, es el peor enemigo de la humanidad. 

Cuando usted era un niño, un párvulo, ¿acaso no tuvo una alcancía con forma de porcino? ¿Y nunca se dio cuenta que allí comenzaron su codicia y su vagancia? Le digo más. ¿Qué debió hacer para recuperar sus ahorros? Exacto, tuvo que darle un martillazo al chancho. ¿Vio? Allí surgió no solo su avidez, sino también la violencia. 

Sara, mi mujer, está muy preocupada porque escuchó que el Ministro Esteban dijo que eran muy necesarios los pilotos de grones. Se asustó pensando que el tirano volvería del más allá. “Sara –le dije- pilotos de drones, eso es lo que dijo Esteban”. Sí, el mismo que hace unos meses comentó que para hacer un sándwich de jamón y queso, la vaca participa pero el cerdo da la vida. Ahora podemos entenderlo un poco mejor: de forma subliminal nos recomendó matar al cerdo. 

Mire, cuando decimos que “la culpa no es del chancho sino del que le da de comer”, estamos tratando de explicarle, sin que se den cuenta los vagos, que hay que terminar con los subsidios. Cuando decimos que aquel quiere “la chancha, los 20 y la máquina de hacer chorizos”, también estamos tratando de enseñarle que todos nuestros problemas son por los vagos choripaneros. 

¿Usted creía que el antónimo de democracia era dictadura? Casi, casi que usted me causa gracia. Usted es un cándido. Le recomiendo que haga algún seminario de teorías políticas actuales. Lo contrario de democracia es el chorizo; golpe de Estado se llama palos en la rueda; armas de destrucción masiva son los bombos; y vehículos de guerra son los colectivos. 

Estuve escuchando que un tal Alex dijo que los peronistas “no conocen las urnas”, aunque me parece que no se estaba refiriendo a la cantidad de años que estuvieron proscriptos. Y cuando convocó a la marcha explicó: “muevan el culo, dejen de jugar al golf ese sábado”. Entienda la metáfora, lo que les estaba diciendo es que si quieren defender la democracia no se queden sentados comiendo un asado. 

Hasta Mauri habló de la belleza de una manifestación sin chorizos ni colectivos. Y eso no es nada, elogiaron que en la marcha del #1A solo había banderas argentinas. ¿Será que las banderas peronistas son de un país extranjero? 

Mientras yo deambulaba por la Plaza, un manifestante cortaba la avenida enojadísimo por los cortes de calles, otro gritaba con carteles en alto que Mauri tiene razón en no creer en las manifestaciones. Yo le digo la verdad. A mí, ese nombre de #1A, me recordó la batalla naval, ese juego en el que decíamos “1A, hundido”. Por las dudas, me fui alejando un poco de la plaza pero, al menos, pude escuchar a la mujer que decía “desaparecieron los que tenían que desaparecer”.¡Qué belleza la marcha! Ý cuánta nostalgia. Caminé unas cuadras, y cuando llegué a la calle Florida, no sé por qué, recordé otro refrán: “Donde hay chorizos colgando, no faltan gatos husmeando”.