Frases históricas de la semana. La de Donald Trump cuando afirmó “No podemos permitir esto en nuestro país”, que mostró las miserias de una falsa gran democracia. Otra: “Pero Héctor, lo que usted me pide, la devaluación, es el único que lo hace, ni el Fondo me lo pide”, del ministro Martín Guzmán a Héctor Magnetto. Hay otra, también muy descriptiva: “Trump no es el hombre más importante del mundo” que mostró a Jair Bolsonaro huyendo como rata por tirante. La última: “No se sabe si van a ser seguras o si van a ser efectivas”, criticó a la vacuna rusa, el ex ministro de Salud de Macri, Adolfo Rubinstein, el mismo que fue denunciado por dejar vencer cuatro millones de dosis de vacunas.
El mundo se ha vuelto intelectualmente pandémico con el brote del pensamiento mágico a niveles previos a Louis Pasteur, que salvó a millones de seres humanos inoculando un virus debilitado de la enfermedad que logró erradicar.
El debate absurdo que generó la vacuna anticovid en general y la rusa en particular atrasó cien años. Es un logro extraordinario del gobierno haber asegurado rápidamente la provisión de vacunas para el país con mucha anticipación. La vacuna es el artículo más preciado en este momento en los mercados internacionales, donde Estados Unidos y los países europeos arrasados por el virus pujan a brazo partido para estar entre los primeros de la fila, donde se colocó Argentina.
Si esperaba a que finalicen todos las fases de prueba para recién empezar las gestiones, la vacuna no hubiera llegado hasta abril o mayo. En cambio con la vacuna rusa, que proviene del laboratorio Gamaleya, de Moscú, uno de los centros de microbiología de mayor prestigio en el mundo, podría llegar a mediados de diciembre o antes de fin de año.
Gamaleya gestiona una de las mayores colecciones de virus del planeta y tiene sus propias instalaciones para la elaboración de vacunas. Desde los años '80 desarrolló una plataforma tecnológica basada en adenovirus que se encuentran en los adenoides humanos. Por esa razón fue uno de los primeros en desarrollar esta vacuna basada en esa tecnología.
No es magia ni propaganda rusa. Y se encuentra en fase 3 como todas las demás, pero la terminará primero, porque la empezó antes al aprovechar esa ventaja tecnológica. Ya había elaborado tres vacunas con esa base, dos de ellas contra el ébola.
La mayoría de los equipos de Salud del Gobierno están conformados por médicos sanitaristas, pero la especialidad de la viceministra Carla Vizzotti son justamente las vacunas, es un terreno donde se maneja con mucho conocimiento. Vizzotti no es gerenta de nada como eran los ministros macristas, pero es de las que más sabe de vacunas.
Ha sido un gran éxito del gobierno que, desde el punto de vista sanitario, favorece a trabajadores y empresarios, a oficialistas y opositores. Pero es obvio que en política, el que se lleva los porotos por la buena gestión es el gobierno. Todo es política. Así que la oposición critica, aunque sus dirigentes y sus familias salgan favorecidos. Pero resulta deplorable la campaña de los medios macristas contra la vacuna porque se trata de un tema humanitario. Y es grotesco que consulten sobre vacunas al funcionario que dejó que los medicamentos se vencieran almacenados por no distribuirlos.
La frase de Martín Guzmán fue durante la reunión que mantuvo con los dueños de las grandes corporaciones del país agrupados en AEA. Guzmán habla bajito y con calidez y pone esa cara de ¿a mí por qué me miran? Son dos maneras que envidiaría cualquier jugador de truco o de póker. Cuando parece que está en la lona, saca el as de bastos con el quiero vale cuatro adentro. Tampoco es gerente de nada, pero además de su historial académico de excelencia, se reveló como un gran negociador.
Durante dos semanas, un sector del poder económico especuló contra el peso y llevó al dólar paralelo a casi doscientos pesos, la mayor brecha histórica entre el dólar el oficial y el especulativo. La mayoría de las veces que se aplicaron esas maniobras provocaron la devaluación que buscaban.
Día tras día publicaron titulares tipo catástrofe con la cotización ascendente del dólar. Día tras día dijeron que la economía se había descontrolado. Y día tras día inventaron rumores sobre el reemplazo de Guzmán por Roberto Lavagna o Martín Redrado. La presión fue colosal. Y cada vez que le preguntaron respondió que no iba a devaluar porque no había causa real. Que era una burbuja. Que el peso iba a acompañar a la inflación. Y resistió hasta que el dólar paralelo empezó a derrumbarse.
Ahora subieron 17 por ciento las acciones de las empresas argentinas y bajó el riesgo país. Pero sobre todo no hubo la devaluación que hubiera hundido los salarios y frenado la salida de la crisis macripandémica. “Nosotros dialogamos con todos los empresarios, pero los que gobernamos somos nosotros” dijo Guzmán.
La llegada de la vacuna y el rechazo a la devaluación fueron dos buenas noticias que duraron poco en los titulares de las corporaciones mediáticas. Este fenómeno no es nuevo pero, más que otras veces, mostró la diferencia entre lo que le conviene a estas corporaciones y lo que favorece a los ciudadanos. En un caso, criticaron a las vacunas e hicieron terrorismo sanitario y en el otro presionaron para la devaluación.
Las elecciones en Estados Unidos tendrán su resonancia en la región, como todo lo que sucede en la potencia. Sudamérica sigue todavía conmocionada por el golpe de Estado en Bolivia contra Evo Morales, fogoneado por Washington a través de la OEA. El triunfo arrasador del MAS en las últimas elecciones refutó la hipótesis de que Evo fue depuesto por una movilización popular.
Washington se arrogó el papel de juez y fiscal de las democracias en el planeta. Ha impulsado golpes de Estado, invasiones y bloqueos contra gobiernos populares en todo el mundo con la excusa de defender la democracia. La principal potencia del planeta se impuso como juez, fiscal y ejemplo para todo el mundo.
El pataleo autoritario de Donald Trump al denunciar fraude porque no está dispuesto a aceptar la derrota puso a esa democracia supuestamente ejemplar a nivel del zócalo. Sufragio voluntario en día de semana, indirecto, con un colegio electoral cuya integración puede no respetar a la mayoría de los votos y sus integrantes son desconocidos para la mayoría, a lo cual se agrega que el voto secreto de esos delegados puede torcer la voluntad electoral son demasiados filtros a la soberanía popular.
El escándalo promovido por Trump siguió el mismo guión que usó Estados Unidos para desmerecer el triunfo de los movimientos populares en la región. El efecto principal de los comicios norteamericanos ha sido desprestigiar públicamente a la democracia norteamericana, una democracia bipartidista que después, en el Congreso, se reduce a una pulseada entre lobbistas de las corporaciones.
No lo ocultan, por el contrario, han naturalizado ese mecanismo en películas y series que se ven en todo el planeta. La famosa frase de Fidel de que a Estados Unidos no lo gobierna una persona sino un sistema, es acertada, pero también es cierto que Fidel conocía cada detalle de la interna norteamericana y lo usaba en su pulseada permanente con la potencia hostil.
Desde Argentina, donde Trump apareció ligado a Macri por el préstamo multimillonario del FMI que le consiguió para financiar su campaña contra el Frente de Todos, muchos tomaron partido o miraron con simpatía al casi seguro ganador, el demócrata Joe Biden. El candidato no dio señales claras sobre su política hacia América Latina. No fue tema de campaña. Tanto demócratas como republicanos han planteado una relación desigual y hegemónica hacia la región. Pero las reglas de juego son diferentes. La frase de Bolsonaro despegándose de Trump es graciosa. Después de ser su perro faldero, lo niega con total descaro. La señal irrefutable de que un barco se hunde es cuando las ratas empiezan a escapar. Y ya huelen la derrota de Trump.