Desde La Paz. La Paz se prepara para la asunción del nuevo gobierno de Luis Arce y David Choquehuanca. La Plaza Murillo, donde se encuentra el Palacio Quemado, está lista para lo que será un acontecimiento que, se espera, será masivo. Ya están las tarimas, los ensayos, los medios internacionales, delegaciones de varios países del mundo que comenzaron a llegar en los últimos días.
Cerca de allí, en la Plaza San Francisco, así como en calles adyacentes, han comenzado a reunirse movimientos sociales, indígenas, campesinos, de la ciudad de El Alto, la Central Obrera Boliviana, el Pacto de Unidad. Están para respaldar al nuevo gobierno, celebrar su propio triunfo: la victoria del 18 de octubre fue posible gracias a una trama de resistencia popular que dejó heridas profundas, como las masacres de Sacaba y Senkata, persecuciones a dirigentes, militarización de territorios, amenazas diarias del gobierno de facto.
El clima social es ahora de tranquilidad, una calma que se acrecienta a medida que pasan las horas, llegan mandatarios y enviados oficiales de diferentes países -el primero en llegar fue el subsecretario del Tesoro para Asuntos Internacionales de Estados Unidos, Brent Mcintosh- y queda claro que los intentos de desestabilización de los últimos días no lograron su objetivo.
Las últimas maniobras golpistas tuvieron lugar en días recientes en los bastiones de Santa Cruz, con movilizaciones, bloqueos, con respaldo del dirigente Luis Fernando Camacho, que pidió a Jeanine Añez que emita un decreto para pedir una auditoría. Parte del plan que estaba en marcha fue explicado por Evo Morales desde Buenos Aires, quien afirmó que “la derecha bajo el tutelaje del imperio norteamericano hasta hace tres días intentó que Lucho no tome posesión como presidente”.
Según Morales, el plan estaba encabezado por el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, el general Sergio Orellana, quien intentó convencer en primer lugar a varios generales del ejército y otras fuerzas, luego a coroneles. “¿Qué querían hacer? Que el presidente de facto, si las Fuerzas Armadas se movilizaran, dejara una junta militar en la presidencia. Hace dos instruyeron alistar los papeles para entregar al nuevo mando militar, no ha sido sencillo garantizar la posesión de Arce”.
Las Fuerzas Armadas emitieron un comunicado el viernes, donde afirmaron garantizar el “respeto a la Constitución política del Estado y al gobierno legal y democráticamente constituido”, en uno de los hechos que vino a instalar un clima de derrota entre quienes aún mantenían expectativas golpistas de última hora.
La toma de posesión tendrá entonces lugar en un contexto de menor tensión política inmediata, con la ausencia de Añez que, según informó, decidió trasladarse a la ciudad de Trinidad, en el departamento de Beni, de donde es originaria. Su ausencia estará acompañada por la de los ex ministros de facto Arturo Murillo y Luis Fernando López -cuyo paradero es desconocido y se habla de una posible huida del país- y gran parte, o la totalidad, de lo que fue el gabinete.
El gobierno de facto deja tras de sí una situación de mala gestión que fue denunciada por la Comisión de Transición del Movimiento al Socialismo (MAS) que corroboró “los casi un año de caos, de robo que ha habido en este gobierno golpista que se va en unas horas más”. La Comisión afirmó haber recorrido los 16 despachos ministeriales, visita donde pudieron constatar hechos de robo de documentación y computadoras en el ministerio de Salud, entregas ilegales de tierras, o la falta de asignación de recursos para la subvención al diésel.
“De la bonanza económica en que estábamos a nivel latinoamericano, hemos caído a este desastre y esto no puede quedar inadvertido, ha sido gente que ha operado solamente para su bolsillo, que ha pensado en ellos y en robar”, afirmó el jefe de la Comisión, Wilfredo Chávez.
Esa mala gestión explica una parte de la derrota del gobierno de facto, los candidatos de derecha. Otra explicación del triunfo del MAS tiene que ver con la unidad que se logró alrededor de la fórmula presidencial, y la capacidad de resistencia y reorganización que demostraron los movimientos sociales, indígenas, campesinos, de trabajadores, en zonas emblemáticas como El Alto.
Esto último resulta central de cara a entender una de las demandas que más se expresa entre diferentes dirigentes de organizaciones: la necesidad de renovación en el gobierno. Es una de las claves del nuevo tiempo del proceso de cambio boliviano, que logró regresar al poder político en una situación de extrema dificultad.
Se trata entonces de una toma de posesión histórica. Para esa misma fecha del año pasado, 8 de noviembre de 2019, comenzaba el amotinamiento policial, una de las piezas centrales del golpe. Las calles de La Paz, de El Alto, reflejan hoy otro clima, marcado por la expectativa hacia el nuevo gobierno, la necesidad de que logre dar respuesta a la situación económica, algo para lo cual Arce anticipó que necesitará cerca de dos años.
El acontecimiento del domingo, masivo, donde ya se anunció que estarán presentes, entre otros, las 36 nacionalidades indígenas reconocidas en la Constitución, será seguido por el regreso de Evo Morales al país a través de la frontera con Argentina. Será acompañado de una caravana que lo llevará hasta Chimoré, donde se espera una actividad multitudinaria. Morales, afirmó, tiene entre sus planes permanecer en el Trópico de Cochabamba, lugar donde se formó como dirigente y aún se mantiene como presidente de las Seis Federaciones.