“Está comenzando a dejar frutos y va a haber muchos más”, sintetiza Néstor Zapata. Su película Milagro de Otoño no llegó a la pantalla grande todavía, tenía estreno programado pero el cierre de salas se adelantó. Y su director no quiere que sea vista por streaming, porque “hicimos cine, y el cine es un lenguaje distinto al online; desde luego, después de estrenada en salas que se vea en todas las redes del mundo, pero primero en el cine. Yo hice una obra para el cine. Y el cine tiene que tener la sala, con su pantalla, su sistema Dolby, y su luz que se apaga de a poquito. Yo lo necesito”.

Mientras tanto, Milagro de Otoño es noticia internacional, al ser recientemente seleccionada para participar del Sydney Lift-Off Film Festival 2020 en la categoría Cine Internacional, y del Festival de Cine Independiente de Montreal 2020 en la categoría Largometraje Ficción Internacional. Lo cierto también es que ya es el tercer festival internacional en el que participa la película protagonizada por Luis Machín, Sol Zaragozi y Mario Alarcón, invitada al Festival de Cine de Mar del Plata el año pasado.

“Es la historia de un buscavidas, de alguien que intenta vivir haciendo lo suyo, y por supuesto es muy solitario. Hasta que encuentra un amor casual, en un pueblo. Ella es muy joven y cambia su vida. Pero el destino lo lleva a perderla. Comienza su necesidad impostergable de recuperar momentos vividos, y negocia con algunos chantas su vuelta al pasado”, explica Zapata a Rosario/12. Machín interpreta a Faxman, un mago de pueblo, el ilusionista que persigue el recuerdo de su amor. Las imágenes del tráiler guardan un contacto emotivo con los artistas itinerantes del cine de Leonardo Favio. También con el Mandrake de Fellini. “No te olvides que Bienvenido León de Francia está dedicada a Leonardo Favio, y Milagro de Otoño a Sara Lindberg, mi compañera, a quien perdí hace unos años, y para mi gusto una de las mejores actrices del país. Está dedicada a ella porque también tiene que ver con el teatro, con las luchas, con las búsquedas, las giras, ¡y también con el Mandrake de Fellini y con Favio!, son mis dos grandes referentes”, agrega.

-El mago tal vez sea el personaje ideal, capaz de hacernos creer lo que el cine también.

-La película es eso, está llena de magia. Einstein decía que hay dos clases de hombres, los que creen que los milagros no existen, y los que creen que todo en la vida es milagro. En ese andamiaje ubico a la película. Lo narrado tal vez pasó o fue un milagro. El espectador podría imaginar que es posible. La obra no se agota en el escenario o la pantalla, sino que se hace en la cabeza y en el corazón del espectador, que es quien termina resolviendo y construyendo su película, en base a su ideología, emoción, sentimiento. La película le pertenece a él, nosotros somos sólo disparadores o provocadores.

-Sos un hombre de teatro y de cine, pero para Milagro de Otoño elegiste el cine.

-Empezó siendo un pequeño relato, un cuento que escribí. Luego la guionamos, porque no era posible en el teatro, por este salto de él en el tiempo, y estos personajes que son medio de un barrio pero a la vez de una significación más allá de toda temporalidad o de toda humanidad. Hay algo que me lo han señalado compañeros y quienes analizaron mis obras de teatro y películas: hay una unidad conceptual, y es el desafío a la muerte. La muerte no termina con nada, no es el punto final. En Malvinas: Canto al sentimiento de un Pueblo, el soldado murió pero vuelve a su barrio; en Túpac: Cenizas y memoria de América, al finalizar se le dice al espectador que no crea que el Túpac ha muerto; en Bienvenido León de Francia él está muerto en el ómnibus pero igualmente llega al teatro a despedirse. Milagro de Otoño tiene una definición muy concreta, que es la concepción de que hay un sentimiento muy profundo de amor que sobrepasa los límites de la muerte.

-¿Cómo fue el proceso de trabajo con Machín?, ¿hubo un vínculo emocional con el personaje?

-Machín es un hombre a quien conozco de muy jovencito, lo dirigí en muchas obras, y cuando le di el guión teníamos pensado filmar con actores internacionales y una gran producción, pero el Instituto nos tiró una limosna. Así que le dije, “mirá, me da vergüenza decirte de qué honorarios dispongo”. Le mandé el guión y a las 48 horas me dijo “está escrita para mí, es nuestra historia, nuestra vida, las cosas que inventamos, que soñamos, que nos pasaron o que decimos que nos pasaron, y tal vez sean fantasías”. Es un tipo muy especial, a quien admiro mucho porque además creo que es un gran actor. Acá hizo un capolavoro, la película comienza y él está permanentemente en escena. Por otro lado, es el debut de dos personas. Una es Lorenzo Machín, el hijo de Luis, que debutó con 11 años haciendo precisamente de Faxman niño; y la otra es Sol Zaragozi, a quien elegí después de eternos castings y de ver más de 300 caras. Ella fue una de las primeras que había visto, y es de la localidad de Tortugas, coincidentemente donde nació mi madre y pasé mi infancia. Debutó en esta película como Candelaria, de quien se enamora Faxman.

-Que la película tenga contacto con públicos de otros países debe ser algo especial.

-Hay algo que me enseñó el teatro, hay un lenguaje universal, y no tiene que ver con la razón, los textos ni la estética. Es el lenguaje de la emoción, del corazón. Milagro de Otoño es una película profundamente emotiva, y los corazones de los seres humanos son todos iguales. Te cuento dos cosas. En los festivales la tradujeron como Milagro en el otoño (Miracle in the Fall) y pedí que se dejara así, porque lo habían perfeccionado, es un milagro que pasa en el otoño y no que hizo el otoño. Otra cosa me pasó con (la obra teatral) Stéfano. Cuando la llevamos a festivales internacionales, a Venezuela, Colombia, México, Panamá, Costa Rica, yo me preguntaba qué tenía que ver una obra que habla de la inmigración en 1928 en Argentina a partir de un músico italiano. ¿Qué tenía que ver con estos países? Sin embargo, la gente aplaudía de pie y lloraba. Ahí aprendí que no era tanto la temática o la interpretación, sino el mensaje emotivo. Se conmovían con el dolor de ese hombre, que había luchado por una vida mejor y no lo logró. Ése es el lenguaje que tiene Milagro de Otoño.